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Vista sobre Sete Cidades. Azores Promotion Board
Vuelo directo Bilbao-Azores: la herencia verde del volcán

Vuelo directo Bilbao-Azores: la herencia verde del volcán

El archipiélago portugués, situado en medio del Atlántico Norte, entre el continente europeo y el americano, muestra su esencia sin dejar lugar a dudas

Miércoles, 2 de abril 2025

No hace falta adivinar el origen volcánico de las nueve islas que componen las Azores. El archipiélago portugués, situado en medio del Atlántico Norte, entre el continente europeo y el americano, muestra su esencia sin dejar lugar a dudas. Basta con que el turista busque un poco de altitud, los 947 metros del Pico da Barrosa en la parte oriental de su isla más grande, São Miguel, para contemplarlo con los propios ojos. Frente al magnífico paisaje de la ínsula visible en días despejados, entenderá lo que un geólogo podría contarle. Que los volcanes rugieron y su aullido creó este apasionante lugar. Que San Miguel nació al conectarse dos islotes tras la erupción de 230 minivolcanes. Y así creó su mapa, una sonrisa terrestre en medio del océano que se carcajea sabiéndose parte de la Macaronesia, las 'Islas afortunadas'. Lo comprenderá porque desde la cima se divisa, a un lado, la tierra plagada de montes que acaban en cráteres; al otro, la laguna localizada dentro de uno de ellos, Lagoa do Fogo, una de sus imágenes más buscadas.

Lagoa do Fogo. Visitazores

Hasta São Miguel acerca del 5 de abril al 21 de octubre un vuelo directo desde Bilbao con la compañía SATA . La isla brilla intensamente verde durante el año, exhibiendo toda la paleta de tonos glaucos. Mientras conduces a través de sus confines, en ocasiones recuerda a nuestro terruño. La lluvia. Las olas. La costa verde. También la epopeya ballenera del siglo XX, cuando los hombres se lanzaban en pequeños botes de madera a enfrentarse con el enorme animal. Pero ahí acaban las similitudes. Aquí no poseemos ninguno de sus negros acantilados basálticos, ni de sus 'fajãs', de esas lenguas de tierra sobre el mar que recuerdan el derrame de lava solidificada en preciosos enclaves como Mosteiros, perfecto para contemplar la caída del sol, o Ferraria, con baños termales en aguas oceánicas calentadas por la actividad volcánica submarina. Nada de la arena que tiñe de oscuro playas como Mosteiros, Dos Moinhos o Da Viola.

Pozas de Caldeira Velha. Iratxe López

La primavera añade al abrigo verde multitud de colores. Brotan flores a cada paso, hortensias que mudan de vestido según la composición y acidez de los suelos, que cubren laderas y pasillos de carreteras con azules y lilas, blancos y rosas, del intenso amarillo impregnado por el invasivo jengibre silvestre que los habitantes deben controlar para que no conquiste su mundo. Entre prados extensos y manchas de bosque, arroyos y aguas termales, jamás faltarán los habitantes más numerosos de la isla, las vacas, que casi triplican a los humanos. Por eso no faltarán leche y derivados, quesos acompañados de 'pimenta da terra' (pasta de pimiento) y carne. Aunque si hablamos de gastronomía, pescado fresco y marisco pelean por el primer puesto entre los preferidos.

Pensar en San Miguel significa imaginar una zona marina exterior y un tupido bosque interior, vegetación rebosante, enormes hojas, ramas y árboles tan pegados las unas a los otros que en algunos rincones la luz pelea por ser recibida. Toda esa densidad llegó de fuera. La flora original era muy distinta, escasa y bajita. Resiste en pequeños núcleos con especies nativas como el brezo, la faya, el laurel endémico y el acebo, convertidos en suave traje ondulado y repleto recodos. Sobre ellos vuelan el camachuelo y otras aves confundidas con el azor, que pudo dar nombre al archipiélago. El conjunto luce pletórico, tanto que algunas leyendas identifican a las Azores con la Atlántida citada por Platón.

Costa nordeste de San Miguel. Visitazores

Frente a las leyendas, la historia nutrida de hechos comprobables advierte sobre la presencia de estas islas en libros y mapas cartográficos desde mediados del siglo XIV. Sobre el impulso marítimo portugués liderado por el Infante Don Henrique y la llegada de los navegadores en el XV. San Miguel se descubrió después de su hermana Santa María. Gonçalo Velho la pobló a base de colonos desde 1439, grupos llegados de la Portugal oriental y central primero, de la occidental después... judíos, moros, flamencos, genoveses, ingleses, franceses y esclavos africanos que, en este último caso, enfrentarían muchos de los obstáculos más duros durante la tarea. Antes, Velho había tenido una genial idea. En vez de arriesgarse a encontrar peligros, introdujo animales entre 1431 y 1432 para comprobar la existencia o no de depredadores. El número de bestias creció y sus cuerpos engordaron, así que no parecía haber enemigos ni carencias. Fue entonces cuando llevaron cultivos y árboles, pues la isla carecía de madera, aunque cueste creerlo al verla ahora.

Vila Franca do Campo. Iratxe López

Los volcanes han marcado su existencia, tres siguen activos: Lagoa do Fogo, Furnas y Sete Cidades. Al primero nos hemos referido hace unas líneas. La laguna del segundo queda abrigada por exuberante vegetación dentro del Vale Formoso. El último está considerado una de las 7 Maravillas Naturales de Portugal; muestra complacido las lagunas Verde y Azul, nutridas según la leyenda por las lágrimas de un pastor y una princesa a quienes prohibieron su amor, aunque la realidad huya del romanticismo y los colores se deban a la presencia o no de algas. Para rendirse a su panorámica hay que acercarse hasta el mirador de la Vista do Rei, recuerda la visita del monarca Don Carlos y de la reina Doña Amelia en 1901. Ofrece, además, una de las caminatas más buscadas de la ínsula que, obviamente, cuenta con buen número de rutas.

El resto de volcanes duermen extinguidos, pero no siempre fue así. Azores sobrevive sobre la zona de interacción de las placas tectónicas euroasiática, norteamericana y africana, por eso ha sufrido numerosas erupciones y seísmos a lo largo de los siglos. Ponta Delgada ostenta hoy la capitalidad porque el terremoto de 1522 destruyó gran parte de la antigua capital, Vila Franca do Campo. Problemas sembraron también los corsarios hasta el final del siglo XVI, y la ocupación por parte de las tropas españolas en 1582, tras la resistencia azoriana a las fuerzas militares del nuevo rey de Portugal, Felipe II de España. La monarquía portuguesa acabaría restaurándose en 1640 y desde ese momento el comercio, principalmente con Brasil, ayudó al desarrollo.

El submarinismo es una de las muchas actividades posibles. Visitazores

La visita hay que enfrentarla con vehículo y mapa, impermeable y bañador. Los reveses de la orografía y el tiempo son caprichosos. Obedecer al dibujo del territorio hará pasar por volcanes, lagunas, playas, pueblos, calderas, montes, miradores… El Pico da Vara es el punto más alto con 1.105 metros, acceder a esa zona es más difícil, las carreteras se estrechan. Innegable la variedad de actividades disponibles. Mar y montaña. Surf y treking. Naturaleza y ciudad… Cualquier persona encontrará algo que hacer, incluso las que buscan no hacer nada. Tumbarse boca arriba en los arenales. Saborear deliciosas gambas mirando al océano en el Bar Caloura, en la población de idéntico nombre dotada de especial microclima. Aprovechar la degustación de licores típicos en la fábrica y tienda 'A Mulher da Capote' en Ribeira Seca. Tomar un gintonic especial en la 'Gin Library' del Solar Branco Eco Estate & Hotel, en Ponta Delgada. Imposible obviar las piscinas naturales de aguas calientes, lugares como Caldeira Velha, donde bañarse a distintas temperaturas entre rocas negras y rodeados de vegetación como en el paraíso (compartido, eso sí). O la piscina de agua ferruginosa del Parque Terra Nostra, cerrada ahora por mantenimiento, pero que abrirá un unos meses, dentro de un jardín botánico único (y abierto) con más de 2.000 variedades de árboles por el que sentirse explorador. O las recónditas de Poça da Beija, repletas de barros tonificantes.

Preparación del Cozido das Furnas. Iratxe López

Hablando de agua, aunque abrasen será obligatorio pasar por Furnas. Enclave inconfundible, allí humean decenas de fuentes termales, esparciendo el olor a azufre que da una pista sobre quién las provoca. A pesar del aroma, no acabarás en el infierno sino en el cielo tras comprobar cómo cocinan en ellas el plato más típico, el Cozido das Furnas. Igual que muchos tradiciones, es simple pero efectiva. Y contundente. Suma carne de vaca, pollo, cerdo, chorizo, morcilla, diversos tipos de patata, zanahoria, repollo, ñame… Lo especial es que el volcán cuece los ingredientes enterrados dentro de una olla en las tierras geotérmicas frente al Lago Furnas, desde las cuatro o cinco de la madrugada para que siete u ocho horas más tarde salgan listos para servir en el Restaurante Tony's, uno de los más clásicos.

Plantación de té Gorreana. Iratxe López

Postre de piña o té, dos recursos típicos de la zona, ayudarán a digerir esta bomba calórica. La exportación de la naranja hacia Gran Bretaña se convirtió en principal fuente de riqueza entre los siglos XVIII y XIX. El dinero multiplicó los edificios de típica arquitectura blanca con ribetes negros, las iglesias de aspecto barroco. Pero una enfermedad destruyó los naranjos y la economía ligada a ellos, por eso muchos habitantes con bolsillos vacíos debieron emigrar hacia Brasil y Estados Unidos. Como los humanos siempre han sabido adaptarse, quienes quedaron introdujeron el cultivo de la piña y el té en una isla donde actualmente el turismo solo supone una pequeña parte de los ingresos; el sector primario la sustenta, especialmente la ganadería de vacuno. Frente a las olas azules del mar, sorprenden las verdes de la plantación de té Gorreana. Fábrica más antigua de Europa todavía en funcionamiento, fue fundada en 1883, y ahora sirve también como museo donde mostrar el proceso completo hasta sorber la infusión en la taza.

Cerâmica Vieira de Lagoa. Iratxe López

Quedan por conocer más enclaves productivos, como Cerâmica Vieira de Lagoa, factoría en las que manos expertas de mujer siguen modelando artesanalmente las piezas desde el siglo XIX. O Boa Fruta Pineapple Plantations, en Ponta Delgada, que explica cómo crece la fruta más deliciosa de la isla, la piña, a pesar de los malos humos que le aplican. Precisamente por el centro histórico de Ponta Delgada habrá que darse una vuelta. Llaman la atención las Portas da Cidade, tres arcos del siglo XVIII; la iglesia matriz de San Sebastián, mezcla de estilos barroco, gótico y manuelino; o la de San Pedro, conocida como la 'iglesia dorada', con interior profusamente decorado. En esta ciudad se concentran la mayoría de restaurantes; Alcides Restaurant, por ejemplo, está especializado en carne.

Portas da Cidade en Ponta Delgada. Iratxe López

Aprovechamos el inciso alimentario para recomendar el restaurante del Santa Barbara Eco Beach Resort, en Ribiera Grande, vistas al mar y cocina excelente para darse un capricho no muy caro lo distinguen. Y ya que estamos de ruta por los municipios más poblados, en Vila Franca do Campo resulta adorable su centro y las vistas al antiguo volcán de Vila Franca, sumergido bajo el océano, cuyo cráter asoma por encima del agua. Y la panorámica desde el Mirador do Senhora da Paz, capilla blanca sobre una colina hasta la que ascender superando una escalinata nívea ornada, como manda la tradición, con azulejos repletos de escenas del calvario color azul. Nada que ver con la ausencia de sufrimiento que experimenta el visitante en esta maravillosa isla.

Más información: visitazores.com/es

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