La de veces que hemos oído hablar de islas paradisíacas, zonas donde abundan los tesoros enterrados, lugares donde un barco semihundido esconde cientos de historias. Muchas son leyendas, por eso nos encantan estos trozos de arena rodeados por mar, siempre tienen una buena historia que ... contar. ¿Conocían esa isla que albergaba tantas serpientes que tuvieron que quemarla? ¿Y que Aníbal estuvo cerca de Cádiz antes de partir a Italia? Pues quizá estén más cerca de lo que creen, por eso hoy vamos a dar un paseo por ocho pequeñas islas para perderte en España.
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¿Se imagina que la mejor playa del mundo esté en la Península? Nuestro viaje por las pequeñas islas para perderte en España nos lleva hasta Vigo (Galicia) para perdernos en un paraíso natural que conforman las islas Norte o Monteagudo, Del Medio o do Faro y Sur o San Martiño.
Las Cíes ofrecen esa sensación de estar en un sitio virgen en la tierra. Quedan pocos, pero Galicia tiene uno de ellos. Por si fuera poco, las fotos ya enamoran, la playa de Rodas fue galardonada con el título de «La Mejor Playa del Mundo» por el diario británico «The Guardian». Aquí puedes encontrar más información sobre autorizaciones y reservas.
Por si lo de contar con la mejor playa del mundo no fuera suficiente, los romanos las llamaban Islas de los dioses. No solo por su belleza, claro, el motivo principal era que se encuentran a unos kilómetros del entonces llamado fin del mundo (el Cabo de Finisterre).
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La panorámica de Lekeitio no sería lo mismo sin su isla. Ubicada frente a la playa de Isuntza, con la bajamar queda al descubierto su acceso, un camino algo resbaladizo de cemento y piedra conocido localmente como malecón. A lo largo de la historia, Garraitz –también conocida como San Nicolás– ha albergado una ermita (siglo XV) que posteriormente se convirtió en monasterio franciscano, dos fortines de los siglos XVIII y XIX, un cuartel y un polvorín.
También fue el lugar al que trasladaban a los enfermos en los años que la peste azotó el municipio. El ayuntamiento lekeitarra aspira a convertir Garraitz en un parque arqueológico para impulsar el conocimiento y la protección de sus tres yacimientos.
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Y si Garraitz es parte fundamental del paisaje de Bermeo, lo mismo sucede con Santa Clara en la bahía de La Concha. Su belleza nada hace pensar que a finales del siglo XVI acogió a los contagiados por la peste que asoló la capital guipuzcoana. Los senderos que la recorren, salpicados de miradores desde donde contemplar la bahía, los montes Urgull e Igeldo y sus acantilados, la convierten en un estupendo plan para pasar el día. El ascenso hasta el faro, construido en la parte más alta, ofrece la recompensa de disfrutar de inmejorables vistas de una parte de la ciudad. Santa Clara cuenta además con un embarcadero y playa con servicio de socorrismo, baños y duchas en época estival. Los horarios y precios para visitarla están disponibles aquí.
Nuestra Alcatraz particular está en Cádiz o eso parece a simple vista cuando la divisamos desde la costa gaditana. Allí no encontraremos barrotes aunque sí viajaramos muy atrás en el tiempo, 500 años tiene la torre (se construyó en el siglo XVI) y el resto del castillo es del siglo XVIII. El islote de Sancti Petri, situado a 2,5 millas de la costa de Chiclana tuvo gran importancia estratégica y militar en la época.
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Fueron unos cuantos los personajes ilustres de la Antigüedad que, al parecer y siempre según los relatos que nos han dejado las fuentes clásicas, visitaron el templo de Hércules. Como por ejemplo el caudillo cartaginés Aníbal, antes de emprender su viaje a Italia. O Julio César, de quien se dice que tuvo un sueño premonitorio después de haber llorado ante el busto de Alejandro Magno.
Al islote sólo se puede acceder por mar y en embarcaciones de pequeño calado, además existe la posibilidad de acceder en kayak, e incluso a pie-nadando en días de marea muy baja.
Ubicada a la entrada de la Ría de Pontevedra, una posición geográfica inmejorable, se encuentra el archipiélago de Ons compuesto por dos islas: la isla de Ons y la isla de Onza. Esta ubicación unida a las corrientes frías que alcanzan sus costas le permiten tener una riqueza biológica envidiable.
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¿Con hambre después de leer tanto sobre islas? Pues ahí va un pequeño aperitivo: si por algo es conocida esta isla es por su pulpo que hasta hace poco se capturaba con métodos tradicionales. Normalmente se consume al 'estilo isleño', cocido con patatas y aliñado con una salsa de pimentón, aceite, ajo y cebolla. También es habitual tomarlo al estilo á feira, acompañado con cachelos, que son trozos grandes de patata cocida.
La única manera de acceder a la Illa de Ons es a bordo de un barco a la isla, ya sea en embarcación privada o mediante una compañía naviera. Una vez allí no puedes dejar de hacer las diferentes rutas de senderismo, visitar cada pequeño rincón de las islas y explorar sus arenales. Para visitarla es necesario reservar aquí
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La isla de Sálvora fue hasta el siglo XIX una zona que servía de refugio para piratas y corsarios. Hoy en día, se trata de la única isla visitable del archipiélago de Sálvora. Está a tres kilómetros de tierra firme, ubicada en las Rías Baixas, y aunque su longitud es de solo un kilómetro esconde infinidad de historias de la época y de naufragios frente a sus costas. Aquí podrás encontrar más información sobre visitas.
Nuestra penúltima parada es la única isla habitada de la Comunitat Valenciana: Tabarca. Situada frente a la ciudad de Alicante, se trata de un pequeño archipiélago, compuesto, además de Tabarca, por los islotes La Cantera, La Galera y la Nao. La zona es de tal importancia que las murallas que rodean su núcleo urbano han sido declaradas Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural.
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Una vez en la isla, hay diferentes formas de llegar, se puede disfrutar de calas y playas de aguas transparentes y de su característico puerto marinero, donde probar el tradicional caldero, el plato típico de la isla. La zona ha estado habitada desde hace miles de años ya que se han encontrado antiguos vestigios romanos. Pero, no fue hasta 1760 cuando se comenzaron a levantar las primeras edificaciones allí.
La siguiente isla tenía tantas serpientes que tuvieron que quemar todo el territorio para acabar con las víboras, las últimas fueron vistas a finales del siglo XIX. De ahí viene su nombre, ya que los primeros navegantes, griegos y latinos, que las incluían en sus cartas con el nombre de Ophiusa o Colubraria, admirados por la abundancia de culebras.
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Su característico faro no se construyó hasta mediados del siglo XIX (1856-1860). El interés de las islas se multiplica cuando nos sumergimos en sus fondos marinos. La complicada topografía de esos fondos marinos, llenos de escollos, bancos y bajos es el refugio natural para muchas especies sobreexplotadas por la pesca en nuestro mar. Además de una excepcional riqueza de especies y variedad de comunidades bentónicas, aparecen singularidades como el coral rojo y el alga Laminaria redriguezi, muy escasa en nuestro mar. Para llegar a Columbretes hay diferentes alternativas desde Alcocebre, Castellón, Oropesa o Peñícola, entre otros.
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