Unas vacaciones con mucho más que sol y playa

Tenerife es un destino que engancha. Todo el que viene por primera vez se va con la intención de regresar. Un verdadero alimento para las emociones, la 'isla de la eterna primavera', como también se la conoce gracias a su clima suave, favorece los deportes al aire libre. Un lugar lleno de contrastes que oculta muchas sorpresas.

Si los ciclistas profesionales escogen Tenerife para su preparación de cara a las grandes vueltas (Giro, Tour y Vuelta a España) será por algo. La isla ofrece gran cantidad de rutas con paisajes espléndidos. La subida al Teide, por sus diferentes vertientes, pone a prueba a los cicloturistas que echan pie a tierra para vislumbrar el espectacular panorama que les rodea. Un espectáculo visual equiparable, por momentos, a un paseo por la superficie de la luna. Desde lo alto nos vigila el Teide, un volcán de 3.715 metros de altitud sobre el nivel del mar. Su majestuosidad impone a medida que uno se acerca a él. Es la cima más alta de España. De hecho, desde la cumbre el visitante puede alcanzar a ver la costa del Sahara en los días soleados.

Durante la ascensión al Teide es habitual encontrarse con cicloturistas de todas partes del mundo. Cada a uno a su ritmo. Sin prisa. Gozando de la experiencia. A medida que pasan los kilómetros, cada pedalada requiere mayor esfuerzo debido a la altitud. Los pulmones se hacen pequeños a 2.100 metros. Casi coronado el puerto, se sitúa el Parador de las Cañadas del Teide, un agradable lugar para un degustar la gastronomía de la zona mientras se contempla la inmensidad de la cima del volcán. Tras la parada y tras reponer fuerzas, solo queda ascender hasta la base del teleférico, situado a 2.356 metros de altura. Desde allí se puede comprar un ticket y subir hasta la cima (3.555 metros).

En Tenerife también hay rutas menos exigentes partiendo, por ejemplo, de Costa Adeje. Unos recorridos en los que descubrir espectaculares vistas al mar, los pueblos del sur y múltiples paisajes.

Coger aire con un regulador mientras uno practica buceo es sorprendente para el no habituado. Inhalas y, de forma súbita, los pulmones se hinchan rápidamente. 'Shhhh', se escucha cada bocanada. Con la ayuda de un monitor, una persona sin experiencia previa puede llegar a zambullirse a 10 metros de profundidad sin mayores complicaciones. Eso sí, siempre bajo la supervisión constante del instructor y tras recibir unas nociones y recomendaciones básicas.

Cualquier época del año es ideal para disfrutar de un baño en las costas de Tenerife. No obstante, una de las experiencias más fascinantes y gratificantes es practicar buceo en aguas del océano Atlántico. Descubrir la diversidad de su fauna y flora es enriquecedor. A 10 metros de profundidad los sonidos se pueden escuchar a una velocidad cinco veces superior que en la superficie. Los peje verde, unos peces llenos de colorines, se acercan sin temor a los submarinistas para jugar con ellos. En ocasiones, hasta se dejan tocar. El agua, cristalina, permite una clara visión a 30 metros de distancia.

Al contrario de lo que se pudiera pensar, realizar submarinismo no es difícil. Lo importante es mantener la calma, prestar atención a las indicaciones de los instructores y cumplir con las normas y recomendaciones. Los monitores enseñan, entre otras cosas, a destaponar los oídos durante el descenso, liberar el agua de las gafas una vez sumergidos...

A 10 metros de profundidad, uno es capaz de sentir la sensación de ingravidez. Los movimientos deben ser lentos y controlados. Basta con realizar un pequeño aleteo con los pies para avanzar, ya que de tener que utilizar los brazos el esfuerzo sería desmedido. Para hacerse una idea, mover los brazos sumergidos a esta profundidad equivale a levantar una pesa de 8 kilos con cada brazo.

Con 300 días de media de viento al año y una temperatura del agua templada, el lugar más famoso donde practicar kite surf es El Médano. Situado al sur de Tenerife, cientos de deportistas procedentes de toda Europa 'toman' la playa con sus cometas y tablas. Se les ve volar sobre el agua y cabalgando las olas. Sin embargo, no es tan sencillo como parece. Lo recomendable, si no se quiere sufrir un accidente, es practicar sobe la arena con un monitor. Y es que manejar la cometa no resulta tarea fácil. Un simple movimiento de la mano puede tener como resultado que el aprendiz salga disparado hacia arriba hasta 15 metros.

Con la ayuda de un monitor podrás volar la cometa de forma segura, aprender varios movimientos básicos del kite surf y notar la fuerza inmensa del viento. Los que se inician en este deporte necesitan una media de 10 horas de curso antes de coger solos una tabla y meterse al agua.

Alejados de los núcleos urbanos, una de las mejores formas para deleitarse de los paisajes y la naturaleza de la isla es practicar senderismo. Hay recorridos para todos los gustos. Por la costa, entre volcanes, por frondosos bosques... En total, Tenerife cuenta con 200 sendas homologadas, que unidas superan los 500 kilómetros.

Tenerife tiene más de 300 volcanes. Montaña Roja es el segundo más característico, después del archiconocido Teide. Tiene 171 metros de altitud y está ubicado junto a la costa. Los visitantes quedan prendados al recorrer esta zona protegida. El característico color rojizo al que alude su nombre se debe a los diferentes procesos erosivos que se han ido sucediendo desde que este volcán se formó hace milenios.

Al sur de la isla se encuentra el Malpaís de la Rasca, una Reserva Natural Especial desde 1994. Un paseo entre restos de lava, tabaibas y cardones le hará pensar al visitante que por un momento camina por un desierto. En este recorrido fácil, que bordea la costa, surgen al paso piscinas naturales que invitan a disfrutar del baño.

Inviable describir todas estas rutas y sus entresijos. Lo mejor, perderse por cada rincón de la isla y descubrir los interminables senderos que la recorren.

En Las Galletas, Los Cristianos, Los Gigantes... hay numerosos lugares en Tenerife para realizar una salida en kayak. Con la ayuda de los remos uno puede descubrir cuevas volcánicas o maravillarse con el agua cristalina de las zonas de Malpaís. La buena temperatura anima a cualquiera a zambullirse en el agua y bucear con gafas y tubo. Dependiendo de la zona hasta es posible divisar delfines.