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Iratxe López
Jueves, 14 de diciembre 2017, 15:47
Ha llegado el frío y perdemos las ganas de salir de casa. Nos negamos a abandonar el calor de la estufa, las zapatillas con forma de oso regalo de la abuela y el, confesémoslo, hortera pijama polar. Asomar la cara por la ventana con un ... viento afilado como cuchillo deja huérfanas las intenciones. Por suerte, hay muchas maneras de luchar contra la desidia, de buscar hoguera en otras chimeneas. En estas líneas proponemos una de ellas, mezcla de acción y descanso, de aire puro y encierro relajante. Para disfrutar de naturaleza y comodidad rodeados de montañas y agua. Senderismo y spa en los Picos de Europa. Solo hace falta un día y voluntad de conocer nuevos horizontes.
Los miembros de Exploring Cantabria acudirán a recogerte a Santander a las ocho en punto de la mañana. Destino: Fuente Dé. «Salimos temprano porque el viaje dura unas dos horas y media. Son 130 kilómetros, incluida una parada para cafecito», explican los organizadores. Las vistas al otro lado de la ventanilla hacen sencilla la ruta por carretera. Quien no se haya maravillado al atravesar el desfiladero de la Hermida carece de alma. El vehículo discurre a través de esa suma de angostas gargantas, paralelo al río Deva, bajo la verticalidad de las paredes rocosas que parecen engullirlo como un cuello de botella. La magia del lugar es innegable. Las expectativas sobre la jornada empiezan bien.
Cuándo. Viernes de todo el año y cualquier día previa reserva. Salida 8.00 horas, desde Santander (otros lugares posibles previo acuerdo).
Grupo mínimo. 2 personas.
Duración. 11 horas.
Incluye guías, transporte, raquetas de nieve, 1 hora de circuito termolúdico, reportaje fotográfico y seguro.
No incluye comida, bebida, entradas al teleférico y centros de interés cultural.
Precios: adultos: 139 €; niños de 2 a 12 años: 69 €.
Información y reservas: 942873529/683188858.
Web: www.exploringcantabria.com
«Durante el camino aprovechamos para dar información sobre la zona y cómo va a desenvolverse la jornada. Ya en Fuente Dé nos espera un guía oficial de media montaña con amplia experiencia, nada de un recién llegado». Con él sube el grupo el teleférico, casi 800 metros de ascenso en solo cuatro minutos. Las risas nerviosas crecen cuanto más se separan suelo y cabina. Arriba, a 1.823 metros sobre el nivel del mar, alzan tus pies frente a unas vistas espectaculares en días despejados.
Toca caminata, unas dos horas y media de senderismo. Ruta apta para cualquiera durante la que mirar aquí y allá, sentir la tierra que pisas, entrar en comunión con la montaña, abandonarse al paisaje. «La idea es ir hasta el Hotel Áliva, rodeado de montes, prados y de una belleza natural inigualable, donde haremos una pequeña pausa para retomar el camino de vuelta al teleférico». Si el grupo se define andarín puede solicitar ruta alternativa más compleja, de unas cuatro horas. «Supone sacrificar alguna visita pero lo hacemos a la carta según los deseos del cliente». Sencillo o complicado, el paseo aporta apuntes históricos de la mano del guía, anécdotas que intensifican el disfrute de un entorno que, en invierno, cuando un manto blanco cubre los Picos de Europa, suele completarse con raquetas de nieve.
Ya de regreso a Fuente Dé el hambre reclama atenciones gastronómicas. La parada en Potes es obligatoria. Comida y tiempo libre para visitar esta preciosa localidad de calles empedradas. Capital de Liébana, destaca sin complejos como uno de los municipios más atractivos de Cantabria por su aspecto medieval, el entorno montañoso y el baño de dos ríos, Deva y Quiviesa. Apuntes típicos imprescindibles: probar el cocido lebaniego a base de garbanzos, cecina, berza y relleno; brindar lo servido con orujo o crema de orujo local.
Tras la digestión toca embarcarse sobre dos ruedas hasta el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, templo de peregrinación pues alberga el Lignum Crucis, «una porción de la cruz de Cristo, en concreto el brazo izquierdo; solo allí, en Santiago, Roma y Jerusalén existe una parte de esa cruz datada en la época de Jesucristo, según la prueba de carbono 14». Siguiente parada: relajación total en el balneario de la Hermida. «Sus aguas están consideradas unas de las mejores de Europa debido a las propiedades minero-medicinales».
Dónde comer. El Bodegón. Ubicado en una casona con fachada de piedra, este restaurante aguarda en plena calle principal de Potes. Sus puertas se abren a un interior rústico en el que predominan el trato familiar, la cocina tradicional y precios moderados. Los clientes recomiendan el cocido lebaniego -que incluye garbanzos, repollo, morcilla, chorizo, tocino y jamón, además de la sopa-, el entrecot , lass chuletillas y la tarta de queso. (San Roque 4. 942730247).
Consejos útiles. Conviene llevar ropa de abrigo, calzado cómodo, gafas de sol, crema solar, agua, traje baño, toalla, chancletas y gorro de baño.
Hora de circuito termolúdico, de probar estas bondades con ducha de limpieza, terma húmeda (baño de vapor), pediluvio bitérmico de marcha, sauna finlandesa, baño de inmersión frío, baño Hermida (vapor-agua), nebulización fría, vaporario del manantial, jacuzzi, ducha bitérmica, piscina termal dinámica con camas de hidromasaje, masajes cervicales, volcán de burbujas, natación a contracorriente... Un no parar en el que los pequeños de la casa deberán conformarse con la piscina central, siempre acompañados por un adulto. «Despedir el día en el balneario resulta muy gratificante. Puedes observar como le cambia la cara a todo el mundo. Salen relajados y alegres tras este baño de salud».
Con el nuevo rostro descansado emprende el grupo la vuelta a Santander. Llegada prevista: ocho de la tarde tras esta excursión de once horas exprimida al máximo. Así da gusto salir de casa. Y volver para enfundarte las zapatillas.
A veces los urbanitas olvidamos que existe otro vida en el campo, muy distinta a la de la ciudad. Los encuentros que se producen durante la ruta de senderismo, las historias que narra el guía de montaña, sorprenden a muchos participantes. «Es curioso como hoy en día algunos se quedan perplejos al encontrar ovejas pastando en Picos de Europa. Piensan que a estas alturas ya no hay animales por allí. Les intrigan los datos narrados, como que los pastores pongan un cencerro a una o dos ovejas líderes para localizar al rebaño que pasta libremente por la montaña. Cada cual sabe cómo suena su cencerro, así distingue a sus animales de los de otros desde la distancia».
Las anécdotas pueblan la excursión. Fotografían imágenes mentales que quedarán en el recuerdo. «La última vez que hicimos el tour, cuando estábamos en el balneario de la Hermida, vimos a gente bañándose desnuda en el río. ¡Hacía bastante frío! Fue una sorpresa». Por supuesto, nadie salió a emular la hazaña. Mucho mejor sumergirse en las aguas calentitas puertas adentro.
A una velocidad de diez metros por segundo supera el famoso teleférico de Fuente Dé su ascenso hacia las nubes. Lleva completando el recorrido cincuenta años, destacado hoy día como una de las principales infraestructuras turísticas de Cantabria. Construido entre 1964 y 1966, despegó su primer viaje un 21 de agosto. Se trataba de una obra civil pionera con estación base inferior a 1.070 metros de altitud y superior a 1.823 metros, por lo que salva 753 de desnivel. Veinte personas caben dentro de cada una de sus cabinas, veinte almas que vigilan el ascenso con el nerviosismo que asegura saberse a tanta distancia del suelo, columpiado por el viento, a merced de una máquina. Por el camino cruzan sus miradas la cabina que sube y la que baja, dispuestas a sumar los 1.450 metros de longitud total de cable.
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