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Ojén es un espectacular pueblo blanco recostado en la Sierra de las Nieves a diez kilómetros de Marbella, en plena Costa del Sol. Una atalaya que reluce sobre el Mediterráneo, en uno de los más bellos paisajes de Málaga. Rodeado de bancales, frutales y torrenteras ... que bajan hasta el río Real, ha sabido adaptarse para ser un destino turístico de primer orden.
Su lejano pasado árabe es visible desde la vieja y tortuosa carretera a Vélez. Brillante al sol, destaca encalado en medio de un bosque mediterráneo de robles, alcornoques, encinas, algarrobos y pinos. Pitas y chumberas crecen en el mismo borde del asfalto. Ojén se nos descubre enrevesado de calles. Estrechas, muchas solo callejones, todas en cuesta. La antigua mezquita, ahora iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, ocupa el extremo de una plaza recoleta. Al otro lado, una fuente permite echar un trago. En medio, bancos para descansar y disfrutar del paso del tiempo en un lugar donde los turistas, los ‘guiris’, no molestan. Son parte del paisaje.
Cómo llegar: Ojén está a 9 kilómetros de Marbella. Por carretera seguir A-355 y A-7103. En autobús con la compañía municipal Avanza. Varios recorridos diarios.
Información: Camino de Marbella, 3 29610. Oficina de Turismo. Teléfonos: 95 288 1003 95 288 1100.
Consejos: Ropa ligera, crema y sombrero. Ojén es un pueblo alto con un clima caluroso en verano. Al anochecer la temperatura cae unos grados.
Es un pueblo reducido que se abarca en una mañana. No hay monumentos espectaculares como los de Ronda, ni alcázares como en Casares o Castellar. La oficina de turismo recomienda visitar tres enclaves: el museo del molino, las cuevas y la iglesia de la Encarnación.
El Museo del Molino de Aceite data del año 1800. Está en la zona baja del pueblo, junto a nuevo aparcamiento público. Es la antigua almazara restaurada y se encuentra en perfecto estado de funcionamiento. Trituran aceituna de cara al público en fechas concretas.
Las Cuevas son de origen natural, kárstico, y fueron utilizadas desde tiempo de los moros como pesebres y almacenes. Están las Bajas y las Altas. Las Bajas se emplean para usos culturales. Desde las Altas hay una buena vista del pueblo y del azul del mar de Marbella.
Nuestra Señora de la Encarnación se encuentra en la plaza principal del pueblo. Data de principios del siglo XVI y se edificó sobre la mezquita musulmana. Es pequeña, de una sola nave. Lo mejor es el bello artesanado mudéjar del techo tallado en madera de pino rojo y, decorado con motivos geométricos. La torre-campanario aprovecha el minarete del templo moro. El reloj fue montado por los mismos artesanos que construyeron el de la Puerta del Sol de Madrid.
Comer: Buena oferta de restaurantes. 'El Túnel', 'La Notte', 'Casa Antonia' y 'Castillo Solís'. Los dos primeros, pizzas y comida internacional. Todos incluyen especialidades locales que en algunos casos incluyen el hinojo. A quien no le agrade ya sabe a lo que atenerse. 'Casa Antonia' está junto a la parada del autobús y es el punto de cita de los cicloturistas.
Dormir: También hay una sorprendente relación de albergues. El Capricho de Almadán; la Hostería de Don José; Hotel La Posada del Ángel y CR Monteverde. Bien valorados y tirando a caros.
Frente a la iglesia está la Fuente de los Chorros. Data del 1905. Hasta esa fecha los ojenetos utilizaban agua de los torrentes. Tiene cinco caños y mana de forma continua durante todo el año.
La villa fue mundialmente reconocida por el aguardiente de hierbas que comenzó a destilar Pedro Morales a partir de 1830. Utilizaba una fórmula secreta en la que entraban vino moscatel de los viñedos que había en Ojén y una hierba aromática llamada ‘matalahúva’. El resultado era una fortísima absenta de 50º, muy del gusto de los mineros que por entonces eran numerosos en la Sierra de las Nieves.
Camilo José Cela lo menciona en su novela 'La Colmena' y aparece en uno de los cuadros del malagueño Picasso, concretamente en el titulado Bodegón Español. La plaga de filoxera terminó como la uva moscatel de Ojén e hizo inviable la fórmula. Su inventor se la llevó a la tumba.
Una sala del Museo del Molino se ha acondicionado como Museo del Aguardiente. Para recordar la historia del licor y la leyenda de su fórmula secreta. Hay botellas originales, etiquetas y afiches cedidos por vecinos de la villa. En internet ofrecen una botella original, pero vacía por 350 euros.
Frente de la parada del autobús hay una explanada llamada Las Eras. Fue utilizada para secar pasas de uva y para trillar. La barandilla de la carretera es un mirador excelente para descubrir Marbella y la Costa del Sol.
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