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Murcia, la pequeña capital

Capital y provincia hacen eco al mismo nombre. Murcia es recogida, dos días valen para un primer acercamiento

Viernes, 23 de agosto 2024, 19:51

El epicentro del pequeño centro de esta ciudad lo pone la Plaza del Cardenal Belluga. En ella luce hermosa, con fachada barroca, la Catedral de Santa María, levantada sobre la antigua Mezquita Aljama, allá por el siglo XIV. Lo de construirla se lo tomaron con paciencia, cinco siglos de obras siguieron al inicio, de ahí la mezcla de estilos. Dentro esperan 23 capillas repletas de patronos de gremios y enterramientos de obispos y nobleza que aportaron dinerillo a los trabajos. Estrella entre las que brillan: la Capilla de los Vélez, Monumento Nacional. Por cierto, la torre que luce el templo es la segunda torre de catedral más alta de España, solo superada por la Giralda. Hacen compañía al templo, en el mismo emplazamiento, el barroco Palacio Episcopal (XVIII) y el neoclásico ayuntamiento. Y edificios de viviendas neoclásicas vecinos de otros modernistas, como la Casa de los Dragones.

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Precioso es también el Real Casino de Murcia. Levanta sus destacables formas desde 1853. Allí se reunía la 'crème de la crème', la burguesía rica perteneciente a la Sociedad del Casino. Fascina el Patio Árabe, su decoración estilo nazarí con 20.000 láminas de pan de oro.

Volvemos a la parte eclesiástica de la mano del Museo de Santa Clara, a su colección de arqueología andalusí y obras de arte sacro. También los musulmanes tuvieron que ver con este inmueble, que funcionó como antiguo palacio de emires entre los siglos XII y XIII. Más tarde, acabaría como alcázar de reyes castellanos, hasta que las clarisas entraron en 1365. Si eres muy de exposiciones, suma el Museo Salzillo para ver las 556 piezas del Belén de Salzillo; el Museo Ramón Gaya, en una casa solariega del siglo XIX, y el Museo de Bellas Artes de Murcia, con obras de Sorolla, Murillo, Zurbarán....

Después ve a hacer pueblo, a tapear a la Plaza de las Flores y la de Santa Catalina. Pasea junto al río Segura y atraviesa el Puente de los Peligros donde, cuentan, los vecinos pedían ayuda a la Virgen de los Peligros por su poca estabilidad, antaño. O por el malecón. Y sube al Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta (XVII), por las vistas.

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