Borrar
Casas de colores alegran el pintoresco pueblo de Kinsale. López
Viaje de cuento al colorista condado de Cork en Irlanda

Viaje de cuento al colorista condado de Cork en Irlanda

Un puente o unas vacaciones cortas son perfectos para conocer la segunda ciudad más poblada del país y sus pintorescos alrededores

Lunes, 4 de diciembre 2023

En el firmamento de pueblos y ciudades que componen Irlanda, Dublín se alza como una estrella de intenso fulgor cuyo brillo a veces eclipsa el de otras igual de resplandecientes. Sucede, por ejemplo, con Cork, más desconocida, menos visitada. Al suroeste del país, también un río, el Lee, parte en dos este destino jalonado por pequeñas cafeterías y grandes pubs donde tomar un té o una pinta. Un lugar al que se podrá viajar directamente desde Bilbao a partir de 2025. Aer Lingus conectará ambas ciudades durante el periodo estival, desde abril hasta octubre, con tres rutas semanales, los miércoles, viernes y domingos.

Pueblos de casas de colores alegran sus lindes, batallan contra el despótico gris del cielo durante esta época del año. En sus dominios naturales imperan el azul del agua y el verde de las praderas, el carácter comunicativo de unos habitantes con fama de disfrutar el humor mordaz. Ni siquiera la lluvia impide el trasiego a todas horas, un no parar de gente que en otoño e invierno madruga para aprovechar la luz y a la que cuesta retirarse a dormir porque siempre hay un bar con música en directo donde blandir una Guinness. 

Cork y sus alrededores mantienen esa mezcla de tradición y cosmopolitismo palpable en el país. Reciben al recién llegado con un paraguas y una sonrisa. Allí es fácil entablar conversación, escuchar carcajadas, sentir el carácter irlandés más propenso al cante que al baile, a los ritmos celtas y clásicos en inglés. Altos edificios victorianos y georgianos conviven con otros modernos en la ciudad, avenidas llanas frente a empinadas calles la vertebran. Mudan en callejas estrechas y casitas de pocas plantas en los pueblos. Las gaviotas graznan allá donde vayas, como advirtiendo que ese territorio no pertenece solo a los humanos sino a los seres del mar y el cielo. La conocida como 'Ciudad de la mantequilla' no resbala, al contrario, pisa firme sobre el suelo del condado que lleva su nombre. Ofrece mucho que recorrer, incluso si viajas sin coche, como las siguientes diez propuestas.

Datos básicos

  • Vuelo: Bilbao-Cork con Aer Lingus, 2:05 h. (www.aerlingus.com/en-es) De abril a octubre

  • Documento necesario: DNI.

  • Uso horario: 1 hora menos.

  • Información: www.ireland.com/es-es/

Los top de Cork

St. Patrick's Street en Cork. López

Dos ramales del río Lee abrazan esta ciudad plagada de universitarios. Acercarse al University College Cork es entrar a un mundo repleto de arte. Obras escultóricas, fotográficas, pictóricas, grabados y la Galería Lewis Glucksman lo pueblan. Dicen que uno de los árboles del jardín brotó en el bolsillo de un soldado caído durante la Primera Guerra Mundial. Durante el viaje, cualquier turista pasará inevitablemente por St. Patrick's Street, una de las calles comerciales recorridas por los típicos autobuses dobles. Cualquier turista debería, asimismo, pasar por el Mercado Inglés (1788), incluso lo hizo la reina Isabel II de Inglaterra en 2011. Aprovecha para comprar queso West Cork o la típica 'drisheen' (especie de morcilla). Y mantequilla. Tras adquirirla, podrás conocer su historia en el museo dedicado a este producto del que Cork fue uno de los principales exportadores al mundo dos siglos atrás (https://thebuttermuseum.com). Si te ha entrado hambre encontrarás el restaurante Greenes al fondo de una galería junto a… ¡una cascada! (https://greenesrestaurant.com). Como en otro mundo. Ver para creer.

Turismo carcelario

La cárcel de Cork. (©Failte Ireland)

¿Disfrutas imaginándote encerrado en prisión o te gustaría conocer las condiciones de quienes realmente lo estaban? Hay dos opciones. La cárcel de Cork parece inofensiva cuando admiras su arquitectura gótica y clásica desde fuera, la cosa cambia al cruzar sus puertas (https://corkcitygaol.com). Dentro escucharás historias como la de Mary McDonnell, reincidente en aquello del presidio pues sumó 57 condenas, o la del estafador James Burns, a punto de eludir el arresto de forma bastante cómica. La segunda posibilidad arranca en febrero. Un barco parte desde Cobh hacia la Isla de Spike, conocida como la Alcatraz irlandesa (https://www.spikeislandcork.ie). Atrae su diseño, repele saber que entre las paredes del «Infierno de Irlanda» encerraron incluso a niños.

Una Guinness en el pub

Interior del pub Dwyers of Cork. ) (I. López)

Viajar a Irlanda y no entrar en un pub se considera pecado venial. Capital sería, una vez dentro, obviar los grifos de cerveza que aguardan el reclamo de sedientos clientes o rechazar los de sidra, bebidas más buscada entre sus pobladores. Peligro de descenso a los infiernos no asistir a alguno de sus conciertos en directo. No vamos a obligar a nadie a tomar alcohol, pero insistimos en que se participe del rito musical y social. Opciones con historia hay varias. La del Dwyer, en los números 27 y 28 de Washigton Street (https://dwyersofcork.ie/Entertainment/), enlaza con un edificio dedicado a la fabricación textil que impulsó James Dwyer en 1820. Abarca dos portales, así que imagina la amplitud de este espacio dividido en compartimentos de preciosa decoración. Un lujo de detalles para los cincos sentidos donde la vista vaga absorta, el tacto se centra en sujetar el vaso, el oído rinde pleitesía a las canciones, el olfato a la gastronomía y el gusto a la selección de bebidas con las que convidar o convidarse.

Arte de escaparate

Algunos de los escaparates navideños de los almacenes Brown Thomas. (López)

La navidad cambia el aspecto de las ciudades, crecen montajes lumínicos reproducidos en lucecitas. Las tiendas se visten de tonos rojos, blancos y verdes, cuelgan 'Merry Christmas' y hacen sonar villancicos interpretados por Mariah Carey que espantan a quienes odian estas fechas y adoran los que las veneran. En todas partes estallan dorados y plateados, brilli-brilli sin medida. Encontrar originalidad en los montajes no es sencillo, por eso cuando caminas junto a los grandes almacenes Brown Thomas, en la céntrica calle St. Patrick's, celebras que alguien proponga algo distinto, rompedor y llamativo; incluso el Mr. Scrooge de Dickens quedaría gratamente sorprendido ante sus escaparates. Son como una sucesión de cuadros, mezcla de vanguardia y estilo kitsch que incita al buen rollo. Una fila de escenas muy locas protagonizadas por extravagantes personajes. Lo de entrar a comprar o no más tarde, ya depende de ti.

Cobh y el Lusitania

Casas de colores de Cobh con la Catedral de San Colmán al fondo. (López)

Deambular por este pueblo pesquero cuya prosperidad tuvo mucho que ver con la presencia de la Royal Navy es un placer. Ligado para siempre a la historia de famosos barcos, desde allí partió el Sirius, primero de vapor con pasajeros que cruzaría el océano Atlántico en 1838. Frente a las costas que admiras hundieron los nazis el trasatlántico Lusitania en la segunda guerra mundial. Mil personas perdieron la vida, más de la mitad del pasaje. Aviso a navegantes: si quieres sacar la foto más buscada de Cobh sin dar vueltas, tras un paseo por sus callejas, esa que aparece en todos los folletos turísticos, sube por la calle Spy Hill hasta el recinto de la Bishop´s Residence, el Cloyne Diocesan Centre. Cerca de la entrada al edificio blanco hay una caseta y, junto a ella, una verja de madera. Allí obtendrás la mejor panorámica de las coloristas casas 'Deck or Cards', construidas a mediados del XIX, con la Catedral de San Colmán al fondo.

Los últimos pasajeros del Titanic

Reproducción de un camarote de primera del Titanic. López

El más famoso de todos los navíos que levó anclas en Cobh fue el malogrado Titanic. Desde su puerto embarcaron los 123 últimos pasajeros el 11 de abril de 1912. Solo 44 de ellos lograrían sobrevivir. La Titanic Experience (www.titanicexperiencecobh.ie) sumerge en la historia del naufragio gracias a paneles táctiles e incluso olfativos. Reproduce dos camarotes, de tercera y de primera. Al acceder recibirás el billete con el nombre de uno de aquellos pasajeros para que, al final de la visita guiada en inglés o audioguiada en castellano, conozcas su destino. Te contarán que embarcaron 13 parejas en luna de miel, que un billete de primera a día de hoy costaría 60.000 dólares, que había camarotes con balcones de 10 metros de largo, contaban con la primera piscina climatizada en un navío y disponían de sistema de teléfono recién inventado... También sabrás el final de personas como Margaret Rice y sus cinco hijos o el de Eugene Daly, tras el impacto contra el iceberg el 14 de abril. O que, aunque había sitio en los botes salvavidas (cabían 1.178 personas), muchos de los que intentaron subir a ellos desde el agua recibieron golpes de remo para impedirlo (solo se ocuparon 705 plazas).

Puerto de salida para emigrantes

Estatua de Annie Moore y sus hermanos. López

Desde Cobh partieron, rumbo a Nueva York, numerosos emigrantes. Durante los siglos posteriores a la Gran Hambruna de Irlanda, una cifra nada desdeñable de 2,5 millones de personas zarparon en busca de una vida mejor. La adolescente Annie Moore se convirtió en la primera persona en pasar por la inspección federal de inmigrantes dentro de la isla de Ellis, en 1891. Viajaba con dos hermanos pequeños. Los tres cuentan con escultura en el pueblo, al lado de la estación de tren del siglo XIX que alberga una preciosa cafetería y una exposición sobre los procesos migratorios. Acércate desde Kent Rail Station, en Cork, hay transporte cada media hora. Otra Ana, la pelirroja Anne Bonny, partió hacia el Caribe desde allí dos siglos antes para convertirse en una de las piratas más temidas.

La piedra mágica de la elocuencia

El Castillo de Blarney. López

Cuentan que una reina de las hadas, hija de un destacado druida, se enamoró de un joven que no la correspondía. Él murió guerreando y ella halló su cuerpo sobre una piedra a orillas del río Lee. Dicen que sus lágrimas se mezclaron con la sangre del caído y los besos impregnados en la roca la otorgaron poderes mágicos. Que la piedra acabó en los muros del Castillo de Blarney (https://blarneycastle.ie) y a su morador, Cormac Láidir MacCarthy, aseguró esta monarca: «Si la besas, todas tus dificultades serán resueltas». Por eso todavía muchos suben a lo alto de la fortaleza para imitarle, pues hacerlo concede el don de la elocuencia. Eso sí, tendrás que estirarte para lograrlo, aunque hay quien te sujeta.

El bosque de brujas, hadas y duendes

Helechos del Fern Garden. López

Ni se te ocurra abandonar los dominios del castillo sin recorrer sus jardines, caminar por los senderos y llegar hasta el lago. Narran otras leyendas que el caballero mencionado rescató a una hechicera de ahogarse en el agua y, en agradecimiento, ella le habló de la piedra mágica. Por eso brujas y encantamientos están muy presentes en los jardines. De hecho, aseguran que bajar y subir hacia atrás la escalera de los deseos con los ojos cerrados concede lo pedido. Prueba a hacerlo y nos cuentas. Más allá de mitos, no olvides pasar por el Fern Garden. Si hadas y duendes pudieran escoger un lugar en el mundo donde vivir, este precioso rincón alfombrado de hojas en otoño y repleto de helechos, algunos de cuatro metros, sería el elegido.

Kinsale y sus casitas de cuento

Una calle de Kinsale. López

Es uno de esos típicos pueblos irlandeses en los que gusta perderse, al que acudiría un escritor para terminar tranquilamente su novela y, ya por la tarde, charlar con los mismos parroquianos en el pub. Guarda entre algodones tiendas cucas, cafeterías donde leer junto a la chimenea mientras el frío arrecia fuera. Recorrerlo no lleva demasiado rato, para empaparse del ambiente hace falta quedarse más. Por eso conviene dormir allí un par de noches, por el placer de expulsar la prisa y porque en sus alrededores hay bastante que visitar: puertos, playas, fuertes… y mucho, mucho mar. De ahí que lo lógico sea pasarse a comer por un restaurante especializado en pescado, como el Jim Edwards (www.jimedwardskinsale.com). En Kinsale, el invierno invita al refugio, el verano a conquistar el exterior. Llaman la atención, independientemente de la época, sus casitas pintadas de vivos colores, cada cual distinta a la de al lado, más propias de cuento que de la realidad. La línea 226 de bus (Eireann) sale, una vez a la hora, desde la parada de Horgan's Quay Cork, junto a Kent Rail Station.

De ruta en e-bike

Recorrer la costa es sencillo gracias a la bici eléctrica.

Descubrir paisajes inolvidables pedaleando es una forma ideal de conocer un territorio, sobre todo si no empleas especial esfuerzo y alquilas bicicletas eléctricas. No es lo mismo frenar el coche y pasmarse con una panorámica que llegar a ella poco a poco, disfrutándola mientras te acercas. En Kinsale, Wild Atlantic Sports (https://wildatlanticsports.com) facilita este último asunto. Puestos a hacerte la vida más fácil, ofrece mapa con tres rutas –de 15, 28 y 42 kilómetros–, en las que es imposible perderse. Porque llevas las indicaciones impresas y porque siempre hay señales sobre la dirección a tomar. Hacia el admirable Charles Fort, las playas Dock o Garrettstown, por ejemplo, donde las vecinos se bañan incluso en invierno. A la abadía Timoleague o rinconcitos frente a la costa como Sandycove.

El fuerte con mejores vistas

Charles Fort tiene forma de estrella. ©Failte Ireland

Asomado al mar, Charles Fort se reivindica como una de las instalaciones militares más grandes del país. Sus viejos huesos de piedra resistieron un asedio de trece días antes de caer durante las Guerras Guillermitas. Incendiado en la guerra civil, en la década de los años veinte del siglo pasado, ha mantenido la silueta estrellada con la que lo creó, se supone, William Robinson, arquitecto del Royal Hospital de Kilmainham de Dublín, a finales del XVII. Según traza italiana, diseño militar que permitía al defensor el fuego cruzado sobre los atacantes. Desde su ubicación domina el puerto de Kinsale y el estuario. Puedes llegar en coche, bici o caminando por el sendero Scilly Walk que bordea la costa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Viaje de cuento al colorista condado de Cork en Irlanda