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Salón árabe.

Oporto: edificios y cascos antiguos Patrimonio de la Humanidad se acumulan muy cerca de la ciudad lusa

Rincones declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco e historias sorprendentes esperan en la ciudad del vino y a pocos kilómetros. Puedes visitarlos fácilmente gracias a un vuelo directo desde Bilbao y a la red de trenes o autobuses del país

Sábado, 28 de agosto 2021, 00:51

¿Qué te parecería conocer una biblioteca del siglo XVIII en la que vuelan a sus anchas los murciélagos? ¿O una preciosa librería que, dicen, inspiró aquella en la que Harry Potter compraba sus libros mágicos antes de ir al Colegio Hogwarts? Son dos de ... las curiosidades que descubrirás en Portugal si aún te quedan días libres. Cómodamente: el vuelo directo Bilbao-Oporto (www.volotea.com) se mantiene hasta octubre, acerca al país luso en solo hora y cuarto.

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Recuerda que para viajar en avión necesitas el certificado digital de vacunación Covid de la UE o una prueba rápida de antígeno 48 horas antes del embarque. También rellenar el formulario de localización de pasajeros obligatorio. Antes de partir puedes comprobar si las medidas han cambiado o buscar información turística en www.visitportugal.com. Y, ya que estamos decididos a facilitarte la vida, dos direcciones más que ayudan bastante: la red de autobuses rápidos y la de ferrocarril, para moverte por la zona.

Biblioteca Joanina.

Joanina versus Lello

A veces el mundo resulta incomprensible. La gente hace colas interminables en Oporto frente a la Livraria Lello con el objetivo de visitar este pequeño establecimiento porque se supone que en él se inspiró J. K. Rowlling para describir Flourish & Blotts cuando a solo hora y media de tren, en la Universidad de Coímbra, espera uno de los tesoros más reconocidos del país, la barroca Biblioteca Joanina (1717), que deja pasmado a quien la ve. La magia de la literatura y el cine vence en este caso a la del saber. A pesar de la enorme fila, hordas de turistas aguardan con excesiva paciencia para conocer la primera (si vas a hacerlo, mejor compra la entrada online: www.livrarialello.pt). Algunos incluso llegan a pagar 15,90 euros por la entrada prioritaria –la normal vale 5 online y 6 in situ–, cuando acceder a todos los edificios visitables de la universidad Patrimonio de la Humanidad cuesta 12,5 euros sin esperas –al comprar el ticket confirman el horario–.

Librería de Lello.

No decimos que la librería portuense carezca de encantos que justifiquen la demora, los tiene. Además, cada cual es dueño de su tiempo. Sorprende, más bien, el poder del marketing, ese «todos debemos ver esto porque lo dice una guía o un blog» que convierte en copias nuestras vacaciones. Pero volvamos a los murciélagos con los que abríamos este reportaje, incluso el escritor Umberto Eco habló de ellos en 'Nadie acabará con los libros'. Les dejan dormitar allí porque se alimentan de insectos, especialmente polillas que comparten con los sabios la adoración por el papel. Cada murciélago puede cazar en una noche unos 500 bichillos, cifra alta pero insuficiente, por eso el centro de estudios cuenta con una cámara de anoxia que costó 70.000 euros.

Protegen así los cerca de 60.000 libros, en su mayoría anteriores al siglo XVIII, que descansan en 72 estanterías de roble repartidas por tres salas, una negra, otra roja y otra verde. Sobre ellas diseñaron pinturas decorativas orientales en pan de oro de Brasil, admiradas por los visitantes con gesto incrédulo antes de levantar los ojos hacia los 'trompe l´oeil' impresionantes del techo, que favorecen ilusiones ópticas –gracias a ellos el espacio parece más alto–. Hay tanto para observar que los diez minutos permitidos en la biblioteca se quedan cortos. Eso sí, olvida las fotos, están prohibidas.

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En Lello sacar la cámara no es un problema, de hecho, todo el mundo lo hace. Buscan plasmar (y plasmarse) este edificio inaugurado en 1906. Neogótico, el techo simula madera tallada, aunque en realidad se trata de yeso pintado, trampa decorativa que también usa la Biblioteca Joanina en alguna zona. Destaca, sin duda, la sinuosa escalera carmesí que conecta con el segundo piso, plagado de detalles art déco. Otro punto en común: ambas localizaciones tienen inscritos mensajes en latín. En Oporto la cristalera muestra la frase Decus in Labore (dedicación al trabajo) mientras que en Coímbra las palabras honoris, virtus, fortuna y fama recuerdan los atributos que deben acompañar la disciplina universitaria.

El Santuario de Bom Jesus do Monte IRATXE LÓPEZ

Bom Jesus frente a Batalha

El casco antiguo de Oporto recibió el título de Patrimonio de la Humanidad. Para recorrerlo hay que mantenerse atento a los diversos estilos arquitectónicos, a los detalles de fachadas y la gama de colores de inmuebles azulejados o no. La Unesco corona con el mismo honor otros edificios de localidades cercanas. A 5 kilómetros al este de Braga (en tren hora y media), se encuentra el Santuario de Bom Jesus do Monte, que comenzó a construirse en 1722. Famosísimo por su escalinata barroca ornada con fuentes y estatuas, para llegar debes tomar el bus número 2 en la Avenida da Liberdade. Ya a los pies de la sucesión de escaleras, es posible salvar las primeras gracias a un funicular, aunque lo correcto sería afrontar el vía crucis salpicado por capillas que narran los momentos anteriores y posteriores a la crucifixión de Cristo (mucha gente las ve al bajar).

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Cambiamos la sugerencia italiana de ese templo por la inglesa del Monasterio de Batalha, esencial en la consolidación de la nación portuguesa. Cerca del lugar donde está instalada, D. João, Maestre de Avis y futuro rey del país, venció a los ejércitos castellanos en la batalla de Aljubarrota, el 14 de agosto de 1385. La victoria puso fin a una crisis dinástica arrastrada desde 1383 tras la muerte del rey Fernando, cuya única hija estaba casada con el monarca de Castilla, pretendiente al trono de Portugal. D. João invocó el favor de la Virgen María, por eso a ella fue dedicado el templo gótico. La friolera de casi dos siglos, un total de siete reinados, tardaría en levantarse. Comprendes la lentitud al admirar su imponencia como símbolo de la nueva dinastía legitimada por voluntad divina. Puedes llegar con facilidad en autobús desde Coímbra y Leiria. Entrar al recinto completo cuesta 6 euros.

Palacio Ducal de Guimarães.

Palacio comercial y ducal

Impulsado por la Asociación Comercial de Porto, el neoclásico Palacio de la Bolsa se suma a los inmuebles declarados Patrimonio Mundial por la Unesco. No le faltan motivos. Por allí han pasado monarcas, presidentes, ministros y personajes ilustres. Para abrumar con su poderío lo crearon, y cumple con efectividad su función. La visita cuesta 10 euros y es guiada. Todas sus salas impresionan, pero petrifica la opulencia del Salón Árabe, inspirado en la Alhambra de Granada. Aprovecha y pregunta el precio de su alquiler a la guía; sujétate la barbilla antes de conocer la respuesta.

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Salón Árabe.

Cambio de tercio. Dicen las malas lenguas que el primer Duque de Braganza, Don Alfonso, mandó construir, entre los años 1420 y 1433, el Palacio Ducal de Guimarães como nidito de amor para él y su amante. Lo de buscar consuelo fuera de casa lo llevaba en los genes, él mismo era hijo ilegítimo del rey João I. Verdad o no, sorprenden los torreones almenados y las chimeneas cilíndricas de este Monumento Nacional que comparte estilazo con el casco antiguo de la localidad, Patrimonio de la Humanidad (hemos perdido la cuenta ya con tanto título). Si el techo artesonado de la Sala de los Banquetes no logra enmudecerte es que no corre sangre por tus venas. Imagina, cuando lo veas, cómo sería una comilona allí. Disfrutarás al descubrir piezas de arte, porcelanas, vestidos de época y mobiliario. La entrada cuesta 5 euros, 6 si sumas la visita al castillo, que puedes evitar porque el interior está vacío. Tardarás en llegar, en tren desde Oporto, hora y cuarto.

La Piscina das Marés de agua salada. Iratxe lópez

Piscina o playa

Bañarte puedes, si aguantas bien el frío. Tomar el sol muy probablemente, el buen tiempo está casi asegurado. Desde la Plaza de la Libertad en Oporto puedes coger el autobús 500, único de doble planta, para llegar a Matosinhos. Solo el trayecto por la costa contemplando el Duero y el Atlántico ya vale la pena (también te acerca el metro, aunque las vistas no son iguales). Allí espera la Piscina das Marés de agua salada, obra del arquitecto Álvaro Siza. Sobre la roca, en la playa de Leça. Nació para que los bañistas disfrutaran de un entorno controlado que evita bravuconadas y corrientes marinas. Advertencia, más que posible que haya cola. Respecto a los precios, apunta: día completo 7 euros (niños 4,50), medio día 5 (3,50 críos). Eso entre semana, fines de semana y festivos algo más.

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Praia do Cabedelo.

Más lejos, a 70 kilómetros de la ciudad (menos de 2 horas en tren con transbordo en Nine), en Viana do Castello puedes subir a un barquito que te lleva a la bonita Praia do Cabedelo. Situada al sur de la desembocadura del río Lima, entre dunas y pinares, sus olas favorecen la práctica de windsurf y kitesurf, que llenan de colorido el agua. Tras la jornada playera dedícate a conocer la agradable localidad, vigilada desde lo alto por el omnipresente Templo del Sagrado Corazón de Jesús, al que subir en funicular.

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