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Lisboa, la capital del fado
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Lisboa, la capital del fado

Una exposición con tecnología de vanguardia acerca a la vida de la fadista Amália Rodrigues

Viernes, 6 de septiembre 2024, 18:16

Fue la Reina del Fado, un icono cultural. Inspiradora y creadora de arte, tuvo (tiene) una influencia que trasciende las fronteras espaciales de Portugal y amplía las emocionales del mundo. Amália Rodrigues cuenta con la primera experiencia biográfica inmersiva dedicada a una de las figuras más emblemáticas del país en Lisboa. El centro cultural de la ciudad de Marvila presenta hasta diciembre 'Ah, Amália-Living Experience' (https://ah-amalia.pt/), una buena excusa para volar a la capital lusitana y aprovechar el resto de sus bondades.

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  • Aeropuerto Bilbao

  • Aerolínea TAP Air Portugal

  • Cuándo Todo el año

  • Trayecto 1:35 h.

Arte, tecnología y narrativa dan forma a esta muestra que conduce a los visitantes a través de su vida y su legado. Escucharán su voz a lo largo de los 700 metros cuadrados de espacio distribuidos en ocho salas. Para sumergirse en su universo y explorar su herencia artística, social y personal. De la mano de instalaciones escenográficas novedosas, tecnología de vanguardia y un emocionante 'storytelling' que fusiona lo material con lo digital, recursos físicos, lumínicos, sonoros y visuales. Como la sala 360 grados, donde conocer a la fadista en persona, resucitada en un holograma a escala real, un 'videomapping' que pone réplica al escenario del teatro Olympia de París, para presenciar una de sus actuaciones y acabar emocionado y con la piel de gallina, porque Amália es inspiración, es poesía, es una forma de vida extraña. «El fado no se canta, sucede», dijo. por eso ella «cuenta. Inhala exhala, y vive», aseguran los promotores de la iniciativa.

Después, ya sabes, queda tiempo para dedicarte a otros menesteres en la ciudad. Para subir al Castillo de San Jorge y pasear por Alfama; caminar hasta Terreiro do Paço, la mayor plaza de Lisboa. Subir en el más que centenario ascensor de Santa Justa, diseñado por Ponsard, un discípulo de Gustave Eiffel. Viajar en tranvía 28, el más típico entre los típicos. Cenar en el Barrio Alto. Visitar el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, joyas del gótico manuelino y Patrimonio Mundial. Y, cómo no, endulzarse la vida probando un pastel de Belém, para tratar de adivinar su receta secreta…

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