'Tompouce', el hojaldre relleno de crema al que no puede faltar la banderita. Adobestock
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Eindhoven, conciertos y mercados de calle en la fiesta más naranja

Los holandeses se aprestan a vivir con toda su ceremonia el Koningsdag, Día del Rey, que se celebra el 27 de abril

Miércoles, 27 de marzo 2024, 20:10

No solo en Gran Bretaña son adictos a eso de sacar banderines para saludar a sus reinas y reyes. Parece que los holandeses, o al menos algunos, tienen esa costumbre. Especialmente el Día del Rey (Koningsdag), que celebran el 27 de abril por todo lo alto. Si te apetece comprobar cómo se viven esas jornadas, reserva ya los billetes. Eindhoven es una de las ciudades donde se afanan, así que a los atractivos de la ciudad, de los que ya hablamos hace unos meses, se añade la pintoresca cita.

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Coincide, por supuesto, con el cumpleaños de Guillermo de Holanda y, en este caso, preparan la fiesta más grande del sur del país. Habrá conciertos, mercados de calle y mucho, mucho naranja. En realidad, los festejos arrancan generalmente la noche anterior, con la Noche del Rey (Koningsnacht), entonces hay más juerga. Mientras que, a la luz del día, el encuentro es más familiar. La calles rugen repletas de gente dispuesta a demostrar patriotismo. Los holandeses y holandesas visten de naranja, añaden gafas, pelucas, sombreros del mismo tono, más banderas pintadas en el cuerpo, cosidas a la ropa… Comen 'tompouce', hojaldre relleno de crema que ese día tiñen de color…. ¡adivina! También lo hacen con donuts, profiteroles… Para beber eligen 'oranjebitter', licor naranja con el que brindar por la buena salud de su monarca. Así que allá donde fueres... trago que dieres.

Otro dato curioso: la gente sale a vender pertenencias que ya no quiere a la calle. Por eso encontrarás curiosos mercadillos (es el único día del año en que se permite la venta ambulante de productos usados sin tener que pedir permisos especiales). Ropa, libros, juguetes, útiles variados a precio de ganga. Y niños ofreciendo limonada casera para ganarse unas monedas. Gracia no le falta al asunto.

Eindhoven es un destino perfecto si te gusta admirar la arquitectura moderna. Le pasó un poco como a Bilbao, que dejó de ser industrial para convertirse en referente arquitectónico, el patito feo se transformó en cisne. La diferencia es que allí no hay centro histórico, lo destrozaron las bombas durante la Segunda Guerra Mundial, aunque –ya lo advertimos– personalidad le sobra.

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