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Terrazas a orillas del Rin. Eva Bocek
La culta amante del Rin
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La culta amante del Rin

Basilea ofrece a quienes desean conocerla un derroche de museos, arquitectura y ocio marcada por los jóvenes universitarios que pueblan sus calles

Viernes, 31 de enero 2025, 16:32

Una nueva conexión directa hermana Bilbao con Basilea, la ciudad que acoge universitarios desde hace más años en el país. También es la ciudad de los museos, el arte surge allí donde mires. Y la ciudad de la arquitectura, repleta de edificios firmados por reconocidos autores. Al Rin que la baña se asoman terrazas donde dar rienda suelta a la parte más lúdica, restaurantes donde disfrutar de la gastronomía y las charlas junto a tu gente y la suya.

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  • Aeropuerto Bilbao

  • Aerolínea Easyjet

  • Cúando De abria a octubre

  • Trayecto 2 horas

Antes de exponer las recomendaciones, advertimos sobre la tarjeta BaselCard (www.basel.com/es/baselcard), abarata el viaje. Quien pernocte podrá usar el transporte público gratis, incluso desde el aeropuerto, aunque aún no la posea físicamente, mostrar la reserva del hotel si aparece el revisor es suficiente. Después, será el alojamiento quien la facilite. Explicado lo práctico, ahondemos en el destino. Decíamos que Basilea es la ciudad de los museos, queda claro cuando te enteras de que su cantón alberga 40 en 37 kilómetros cuadrados. Uno de los obligatorios es el Kunstmuseum Basel, un tres en uno. Acoge obras de Picasso, Rembrandt, Cézanne, Monet, Van Gogh... Conviven en un trío de edificios (de ahí el tres en uno) con piezas modernas y exposiciones que varían en el tiempo, por eso sorprenderse con alguna novedad es sencillo.

También mencionamos que el arte sale a la calle. Por ejemplo en la Fuente de Tinguely, regada por esculturas mecánicas. O en el caso antiguo, en la calle Gerbergässlein, donde un colorido mural de Art4000 proporciona la foto perfecta entre músicos como Janis Joplin, Michael Jackson o Freddie Mercury; Tina Turner, Eric Clapton o David Bowie, y The Beatles cruzando el mítico paso de cebra de Abbey Road.

I. López

En Basilea, los museos incluso conectan fronteras. La suiza con la alemana, con una ruta artística de 5 kilómetros, el camino 'Rehberger'. Tras visitar la Fondation Beyeler puedes llegar a Vitra Campus. Renzo Piano creó el primer museo activo que inspirara amor por el arte contemporáneo, el de Suiza; Frank Gehry concretó su primer edificio en Europa en el segundo, que aguarda junto a otro repleto de muebles de diseño, el Vitra Schaudepot, imaginado por Herzog & de Meuron.

Admitíamos también que los adictos a la arquitectura saborearán edificios espectaculares. Concentra tus esfuerzos en Novartis Campus. Nombres como Frank Gehry, Günther Vogt, Guido Hager, Richard Serra o Claudia Comte resuenan en el lugar. El Novartis Pavillon diseñado por Michele De Lucchi muestra al anochecer un juego de luces generado por miles de células. Ya fuera, las blancas Torres Roche de los suizos Herzog & de Meuronacoge acogen el puesto laboral de 11.000 personas desde sus 178 y 205 metros. En el casco antiguo, la catedral de arenisca roja cambia la modernidad por un estilo más clásico, mientras cuida el descanso eterno de Erasmo de Róterdam. Calles que recuerdan a los gremios como Glockengas (fabricantes de campanas) o Sattelgasse (de sillas de montar) dibujan el entramado de esta parte vieja donde sorprende el también colorado ayuntamiento en Markolatz, repleto de murales.

Hablábamos del río y sus orillas, de terrazas llenas cuando luce el sol y los habitantes llenan las 'Basel buvettes'. Sentado en alguna observarás el discurrir de las barcazas que cruzan el Rin desde la Grosbassel a la Kleinbasel. Luchan contra la corriente amarradas a un cable. Recomendamos acercarse hasta la antigua fábrica de cerveza Warteck, transformada en locales que acogen, por ejemplo, la Cantina Don Camillo en la azotea, con la chimenea de la antigua factoría firme ante el paso del tiempo. O acudir a una demostración en otra fábrica, la de galletas más antigua de Suiza, Jakob's Basler Leckerly. Los basilienses las adoran, forman parte de su infancia. Si no apetece la visita, prueba al menos uno de los sabores más tradicionales de la ciudad.

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