La ventana natural de Aitzulo
Araotz (Oñate, Gipuzkoa) ·
Araotz (Oñate, Gipuzkoa) ·
Las moles calizas de la montaña de Orkatzategi son macizas, o no, según se mire. Las vemos compactas cuando subimos al santuario de Arantzazu, imponiendo sus murallas verticales, creando desfiladeros y balcones altivos y así se nos presentan macizas. Pero si atendemos a los detalles ... mientras vamos al barrio de Araotz, descubrimos que la montaña está taladrada por una gigantesca ventana natural que llaman Aitzulo, topónimo tan transparente como el lugar que describe.
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Pero hay más agujeros en estas calizas. Está al lado la cueva de Arrikrutz, una de las más grandes de Gipuzkoa, larga y bellísima cavidad en la que un león cavernario se tumbó para descansar para siempre hace ya 9.000 años. Vivieron junto a él rinocerontes lanudos, ciervos gigantes, hienas de las cavernas y osos, convirtiendo la cueva en un santuario gobernado ahora por las estalactitas.
El río Jaturabe no ha tenido nunca compasión para labrar las rocas, tallando bajo Orkatzategi un profundo desfiladero en el que la geología propició otro agujero gigante que ocupa desde tiempo remoto la ermita de Sandaili o San Elías. Una vieja leyenda cuenta que a tres hermanos muy malos les echó su madre de casa, mandando a cada uno a una punta de la geografía. A Adrián lo envió a Aizkorri, a Julián a Zañartu y a Elías a esta cueva. Dice la tradición que los tres se hicieron santos.
Curioso que el edificio religioso y la casa de la serora se refugien en una cueva, como si fuera un refugio de bandidos, pero es en realidad un templo del culto a la naturaleza y al poder fertilizante de las aguas. Porque las gotas de la bóveda de Sandaili se recogen en un aska de piedra y sirven a las mujeres para favorecer su embarazo; para ello deben mojar con el agua milagrosa sus pies, su cabeza y su vagina.
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Los otros agujeros gigantes de la montaña están por encima, asomados a la vertical, más arriba de Sandaili. Solo son accesibles trepando las sendas que desde el barrio de Araotz llevan por los caseríos de Zubia monte arriba. Casi se pasaría de largo si se camina en busca de Orkatzategi, pero de nuevo nuestra mirada atenta podrá descubrir un arco gigante que atraviesa la peña. Quien se decida a mirarlas de cerca verá además que no hay una sino tres ventanas que el viento ha labrado.
A derechas un túnel y a su través las hayas, sobre la cabeza un boquete que enseña el cielo, y al fondo la tercera ventana: Aitzulo, que se despeña sobre el valle desde un agujero de dimensiones gigantes. Un peñasco deja colocarse allí en un lugar privilegiado para ser protagonista del contraluz y admirar qué cosas bellas hace nuestra naturaleza.
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No se ve desde Aitzulo pero en Araotz hay un caserío de nombre Agerre cuya fachada preside el busto del General Elorza. Se dice que en él nació el feroz caudillo marañón Lope de Aguirre, protagonista de novelas y películas que relatan sus andanzas en busca de El Dorado. Su ferocidad le llevó a matar a su propia hija y a más de setenta hombres y acabó trágicamente cuando, levantado contra el mismo rey Felipe II, quedó herido por dos disparos de arcabuz y devorado a continuación por los perros. Mejor que imaginar estas historias truculentas es que los agujeros gigantes nos dejen ver la luz.
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