La tormenta se cierne sobre el valle de Lana y la sierra de Lokiz. E. C.
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Ulibarri y la cueva que defendió un reino

Valle de Lana (Navarra) ·

Lunes, 31 de marzo 2025, 15:24

Una cueva de moros en Rusia' podría ser el titular. Al valle de Lana le han llamado Rusia los vecinos de las riberas del Ega, ... por lo apartado de su geografía rodeada de un cinturón de montañas y allí se esconde una cueva que llamaron del Moro, en el concejo de Ulibarri. No parece que se refugiara en ella ningún musulmán, sino más bien los defensores del Reino de Navarra que instalaron en ella uno de sus observatorios.

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Es la cueva de Lana, vigilante sobre el territorio de Tasio, aquel carbonero protagonista de película que nos entusiasmó con esa tarea antigua de convertir los robles en combustible que aún se ejercita en el valle que llaman Rusia.

Para alcanzarla hay que subir un penoso canchal de piedras calizas. De esos en los que vas «un pasito palante dos patrás». Cuesta arriba entre los quejigos que crían trufas hasta llegar a la base de la muralla caliza que desploma desde la cumbre de Peña Larga. Aún hay que trepar, arriesgadamente, para llegar por fin al pasadizo que permite entrar a la sala de la cueva de Lana.

Los documentos medievales así la citan, en plural: 'Cuevas de Lana' pero, en el valle le han dicho siempre Cueva del Moro como a tantos sitios de historia rancia desconocida. Encastillada en la sierra de Lokiz, avistando desde un enclave magníficamente protegido el valle de Lana, parece natural que esta atalaya de vigilancia fuera un puesto de control del viejo Reino de Navarra. Nos lo asegura Iñaki Sagredo, que ha investigado desde tierra y aire todas las fortalezas y defensas de aquel poderoso reino: se utilizó entre los siglos XIII y XIV para la defensa del Reino de Navarra con otras fortificaciones alineadas en estas montañas de la cuenca del Ega.

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Todavía después de llegar a la base de la pared de la montaña hay que atravesar una pendiente vira herbosa y aún trepar unos escalones mal tallados en la roca. Imposible de abordar si alguien desde arriba nos diera el más mínimo empujón. Así se accede al interior de una cueva natural que desde luego es un magnífico mirador sobre el valle y su derredor. La altura permite dominar toda la geografía de la cuenca del Ega, Valdeallín y la Berrotza y hasta el Moncayo se ve en el sur de Navarra.

Hacia el interior, la cueva alarga un pasillo que luego se abre en una bóveda abierta al cielo pero se prolonga aún una decena de metros en una galería circular. El refugio es perfecto para ser inexpugnable aunque poca gente podría permanecer allí sin provisión de agua y suministros.

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A falta de una excavación arqueológica, solo algo de madera vieja y unos clavos se han encontrado en superficie, poco se sabe de esta cueva más allá de la escasa documentación histórica que la cita como baluarte del Reino de Navarra. Un viejo legajo del siglo XIII recoge alguna información sobre compra de materiales en castellano antiguo y latín así escritos: «Por fer huna casa et por una paret» y «per opere facto in intrytu cauarum de lana». Ni los carboneros, ni los viajeros, casi ningún vecino ha subido a la cueva de Lana, no es fácil ser soldado de un reino importante.

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