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Corría 1522 cuando el caballero Ignacio de Loyola inició camino desde su pueblo natal hasta Manresa. Justo un año antes, había resultado herido durante la defensa de Pamplona frente a las tropas francesas. La convalecencia en la casa familiar, acompañada por la lectura de libros religiosos, produjo un cambio espiritual. Guiado por la fe, abandonó su pasado hidalgo y militar para dedicarse a Dios y emprende la ruta. El Camino Ignaciano arranca en la casa natal y llega hasta la Cova de San Ignacio. «El peregrino no encontrará una señal diciendo 'Ignacio de Loyola durmió aquí', sin embargo tendrá la certeza de que rezó en tal iglesia o compró en tal plaza, caminaría junto a este río o subiría esa colina», explican sus impulsores. Cuatro grandes etapas componen la ruta pero nos ceñimos al primer tramo: desde Loiola hasta Logroño, un aperitivo de 158 kilómetros.
Resulta obligado visitar el origen de esta historia, la vieja casa-torre en Azpeitia. Iñigo López de Loyola vino al mundo en 1491. Mucho cambió en él tras cumplir los 30. Antes se definía como «un soldado desgarrado y vano, muy dado a juegos de armas y de mujeres». La casa natal forma parte del santuario de Loiola, al pie del macizo del Izarraitz. Para iniciar la caminata, toma el camino asfaltado junto al aparcamiento del templo, paralelo al río en dirección a Azkoitia. «No hay que correr, que no el mucho andar harta y satisface el ánima, sino el gustar internamente», recomendaría nuestro protagonista.
Desecha la pereza porque toca subir montaña. El Urola sigue su curso y tú, el tuyo. Conocerás la villa de Legazpi y su evolución ligada al hierro. Puedes visitar el museo dedicado al mineral tras detenerte en el palacio Bikuña (XVI). Saldrá al paso el singular frontón de con paredes de hierro. En el parque de Mirandaola dicen que ocurrió un acontecimiento milagroso: el año 1580, a los trabajadores se les fundió el hierro con el que se afanaban, convirtiéndose en una cruz. Atravesarás la población de Telleriarte, con su palacio Elorregi. Contempla pastar a las ovejas y las vistas del puerto de Biozkornia y el monte Arriurdin (1.273 m). Cuesta abajo llegarás a tu destino. En su santuario, los franciscanos han preservado la tradición de la Virgen aparecida sobre un espino. ¡No te acuestes sin admirar las puertas de hierro de Chillida o los apóstoles de Oteiza!
Obedece las señales rojas y blancas para salir en busca de tu nuevo objetivo. Te enfrentas a una etapa dura por el parque de la sierra de Aizkorri-Aratz, que alberga las cumbres más altas de la divisoria de aguas cántabro-mediterráneas. Llegarás a la fuente de Erroiti, donde el pastor Rodrigo de Baltzategi contempló el milagro. Sube hacia el collado de Elorrola y desciende hacia la ermita de Andra Mari de Urbia (1924) para acercarte entre bosques al monolito de Zorrotzari y el cercano refugio de montaña de Perusaroi. En este tramo enlazas con el Camino de Santiago desde el túnel natural de San Adrián.
¿Dispuesto a atravesar el valle que comunica Vitoria con Pamplona? ¿A ascender la sierra de Entzia, zona más occidental de los macizos de Urbina y Andia? ¡Coge fuerzas! A partir del puerto de Entzia la etapa baja hacia el valle de Arana, donde la belleza ensancha el alma. En Ullibarri esperan las ermitas de Santa María y de San Cristóbal. La minúscula Alda alberga un campo de golf ideado por Severiano Ballesteros.
Parte hacia San Vicente de Arana. De mayo a septiembre se erige en el parque de la entrada al pueblo un árbol protector de los campos traído de la montaña, en el que colocan una veleta que dirige los vientos y unas tijeras para desafiar a las nubes deseosas de descargar granizo o tormentas sobre los campos. La cruz de cera incrustada simboliza el esfuerzo de quienes protegen sus cosechas. Continúa hacia Antoñana, en cuyos bosques se cultiva la trufa. En Orbiso detente ante el magnífico lavadero público de 1806. Más adelante espera la antigua estación del ferrocarril Vasco-Navarro; recuerda que hasta Santa Cruz de Campezo accedes por el trazado de las viejas vías. En esta villa, disputada por los reyes de Navarra y Castilla debido a su situación estratégica, quedan restos de fortificaciones. La Asunción de Nuestra Señora fue declarada Monumento Histórico de Euskadi. Pregunta por la Senda de la Torca, camino de tierra hacia Genevilla. El duque de Nájera aportó en 1549 el dinero para construir el retablo mayor de la iglesia de San Esteban.
«Llegamos al final de las etapas más duras», comentan quienes conocen bien la entrada en la Ruta del Vino. Atraviesa Cabredo y sube hacia el collado que lleva a Lapoblación, con un retablo memorable en su iglesia. Rodearás Meano sin entrar y llegarán las vistas del valle. Después de Kripan, a 800 metros, en una curva que gira a la izquierda, sal del camino y entrar en un sendero mal señalizado a la derecha; atravesarás el campo con la A-3228 como referencia. Pasa junto al dolmen de Los Llanos. Laguardia espera con sus murallas y casonas, su aire medieval. La iglesia de Santa María de los Reyes, de portada gótica. La plaza fortificada… Allí nació otro jesuita, José Cardiel. Enviado a las misiones de Sudamérica, falleció en Italia, desterrado por el rey español junto a sus compañeros españoles en 1782.
En esta sencilla etapa partirás en dirección a las lagunas del Prao de la Paúl y de Carravalseca. En la Lapuebla de Labarca, el barrio de Las Cuevas acoge bodegas de los siglos XII y XVIII. Cuando pases por el camino que une esta localidad con Fuenmayor piensa que Ignacio caminó varias veces por este lugar remontando el arroyo. Visita la plaza Mayor y la iglesia de Santa María, el palacio Fernández Bazán (XVIII), con su escudo de armas, para seguir hasta Navarrete, localidad muy vinculada a la experiencia de Ignacio, que visitó el palacio del duque de camino a Monserrat.
Afrontas el Camino de Santiago, pero a la inversa. Contempla las ruinas del antiguo hospital de San Juan de Acre (1185) para, al final de la etapa, acceder a la capital riojana. Ve por la calle de Los Portales hasta la catedral de Santa María la Redonda (XV), que luce torres barrocas. Por la de las Herrerías y la Travesía del Palacio, para llegar al Albergue de peregrinos. En la parroquia de San Ignacio, de la calle Huesca, los padres jesuitas sellarán la credencial. Dedica tiempo a visitar la iglesia de San Bartolomé (XII-XIII) con su bóveda de cañón románica, fachada gótica y torre mudéjar. La de Santa María del Palacio, construida sobre un palacio donado por Alfonso VII de Castilla. O la gótica de Santa María de la Redonda, encuadrada por las torres gemelas de Martín de Berriatua y proclamada concatedral en 1959.
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