![Seis lugares donde pasar miedo… o el día](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202007/29/media/cortadas/portada-miedo-k9LE-U110927745817SII-1248x770@El%20Correo.jpg)
![Seis lugares donde pasar miedo… o el día](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202007/29/media/cortadas/portada-miedo-k9LE-U110927745817SII-1248x770@El%20Correo.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Leyendas y misterios forman parte de nuestro pasado. Se asientan en el imaginario colectivo igual que lo hacen los datos históricos. Cada pueblo crece precedido por su pasado y sus creeencias, evoluciona junto a ellas. Influyen incluso en la arquitectura. Cavan laberintos bajo la ... tierra y en nuestro cerebro. Dibujan caminos de muerte. Oradan tumbas de las que escapan imaginación y espíritus. El miedo nos atrae, añoramos secretos y enigmas. Empuja a buscar rincones extraños en los que resuenan antiguas fábulas. Cuentos ocultos. Ese puntito de aventura que de vez en cuando necesitamos.
El diminutivo no ayuda demasiado al terror, resta miedo al asunto, pero lo cierto es que Andresito es el espectro más famoso de Vitoria. Dicen que sus quejas se escuchan por el edificio de la Agencia Tributaria, en la calle Olaguíbel. Quizá tenga alguna cuenta pendiente con el fisco (disculpen, la broma nace sola). Chanzas aparte, allí se ubicaba antiguamente el convento de San Francisco y los enterramientos en monasterios e iglesias eran habituales. Tal vez se trate de uno de aquellos espíritus sepultados. El caso es que se apilan los testimonios de sucesos extraños. Algunos aseguran poseer psicofonías en las que se distingue la algarabía de niños jugando y grabaciones de video donde el pequeño viste túnica. Hablan de objetos que mudan de lugar o aparecen tumbados, muebles que se mueven. Funcionarios que se toparon con Andresito. Vigilantes de seguridad a los que se acercan figuras por la noche. Leído todo, un poco de mal rollo empieza a dar el asunto. Tanto que el experto en misterios Fernando Jiménez del Oso visitó hace años el edificio. Una ruta guiada por la capital alavesa (www.guiasartea.com) habla de esta y otras extrañas historias. Llega hasta la plaza del Machete, donde se supone cortaban la cabeza a los traidores; la Casa del Cordón, con saga familiar trágica; la Catedral de Santa María, presa de una maldición; y el Palacio de Suso, donde se especula sobre los restos de una adolescente.
Arnedo es conocida por la fabricación de calzado, pero alberga un secreto mayor bajo los pies. Dentro de sus colinas, excavado en la roca arcillosa. Kilómetros de huecos, de cavidades rojizas que dejan atónitos a los visitantes. La más famosa, la Cueva de los 100 Pilares, serie de galerías y túneles de misterioso origen situada en el Cerro de San Miguel, en el Valle de Cidacos. Quienes hayan viajado a Capadocia, en Turquía, se sentirán transportados de nuevo a ese lugar encantador plagado de enigmas. Dicen que este se remonta a la Edad Media. Que los habitantes lo moldearon como refugio bajo la montaña, para esconderse de atacantes. Que en sus estancias se instalaría el Monasterio de San Miguel. La fortuna quiso que este patrimonio rupestre fuera reconocido, una visita guiada cuenta los datos aportardos también gracias al Centro de Interpretación. Narra las múltiples funciones de este laberinto a lo largo de los años antes de recorrerlo: bodega, corral, cuadra, almacén de aperos de labranza... También vivienda; los 15 o 16 grados constantes que mantiene todo el año resultan una magnífica calefacción natural. Además, las vistas desde allí son perfectas.
Cuenta la leyenda que San Miguel tuvo un altercado con el diablo en este lugar. Allí, en las alturas de la cima, cono de tierra visible desde toda la ría de Gernika y Urdaibai, se enfrentaron ambos en una lucha. Si atendemos a la panorámica desde el emplazamiento, la escena de film podría haber formado parte de la trilogía del Señor de los Anillos si en vez del santo y Satán hubieran sido Aragorn y un Nazgûl los adversarios. El caso es que, aseguran quienes creyeron esta historia, que la batalla dejó huella: varias hendiduras observables en las rocas junto al camino de acceso a la ermita. Las dejó el arcangel mientras descendía veloz por la ladera persiguiendo a su infernal oponente, que había logrado zafarse de la presión de su pie. Corren otros cuentos extraños, como el de que las aguas que caen del tejado de la ermita guardan propiedades curativas para la piel. Desde luego, el impresionante espacio mueve a la mente hacia sucesos mágicos. La realidad es que desde allí las vistas de la Reserva de la Biosfera del Urdaibai y los montes de Durangaldea pulsan el botón de encendido para el asombro. Por su inigualable ventaja como mirador instalaron en la cima una fortificación, sobre las cuevas de Santimamiñe. Ahora queda el templo, además de restos de sepulcros. Para acceder se toma una carretera vecinal asfaltada desde el pueblo de Ereño, detrás del ayuntamiento. Cubre nueve kilómetros.
Qué tendrán las cavidades robadas a la roca que siempre generan curiosidad. Tal vez sea ese algo de incertidumbre, de aventura por llegar cuando te introduces en una. Las de Laño sirvieron a muchos para concentrase y meditar, para alejarse del mundo conocido. Hasta allí llegaron antaño eremitas y hasta allí te acerca ahora una ruta de senderismo. Para admirar el conjunto rupestre usado como refugio espiritual, vivienda, templo y necrópolis. Fue entre los siglos V y VI cuando varias comunidades se dedicaron a la vida cenobítica. Apartadas de todo, poblaron las trece cuevas de Las Gobas y las dieciocho de Santorkaria. Después, gentes de la zona decidieron habilitarlas como vivienda, esculpiendo el mobiliario en la piedra. Incluso dicen que un peñón aislado, el de la cueva 'La Dotora', fue el hogar de una conocida curandera. El recorrido arranca en la plaza de Laño, donde se ven los postes de la GR-38, que deberás obedecer. Serán 6,8 kilómetros.
Todos en la zona conocen este relato. Una estatua en Liérganes, junto al agua, recuerda la historia. A los dieciséis años Francisco de la Vega, el hombre-pez, que por entonces todavía no lo era, viajó al País Vasco como aprendiz de carpintería. En pleno siglo XVII. Como adoraba nadar, aprovecharía ría y mar para sumergirse. Hasta que desapareció. Pasados cinco años unos pescadores de Cádiz recogieron con su red a un extraño pez que en realidad no era más que un hombre. Cubierto de escamas. Cuentan que emitía sonidos guturales y parecía pronunciar el nombre de Liérganes. Fray Domingo de la Cantolla, secretario del Santo Oficio, escuchó el relato de los marineros. Natural de la localidad cántabra, relacionó al extraño con su vecino. Un fraile franciscano se ofreció a devolverlo a su pueblo donde madre y hermanos le identificaron. Tenía el pelo rojizo, la tez blanca y las uñas roídas por el salitre. Algunos recuerdan un cinturón de escamas que le recorría de la nuez al estómago. Basta viajar al municipio para conocer esta trama. De paso, date una vuelta por las callejas de típicas casonas.
Los mitos sobre brujas atraen a cualquier edad, algo tienen estas malas de cuento que llama la atención. Durante el medievo mujeres poseedoras de la sabiduría de antaño desarrollaron su labor como sanadoras o consejeras en Navarra. Más blancas que negras, fueron acusadas a pesar de todo de brujería, víctimas de una pandemia mental originada por el miedo y las rencillas entre vecinos. Navarra es tierra plagada de sospechas, de akelarres y exorcismos. Lo cierto es que, aunque todo aquello formara parte de leyendas, las persecuciones de la Inquisición transformaron el panorama en cruento realismo. El Santo Oficio intervino en más de sesenta localidades, acusando a sus gentes de adoración al diablo. Con la idea de recordar a aquellas herboleras que acudían a los bosques para fabricar sus unguentos nació la Ruta de la Brujería. Mezcla recuerdos de oscurantismo con bellos paisajes. Resulta especialmente interesante el tramo que parte de Urdazubi para alcanzar Zugarramurdi, Baztan, Bertizarana y las Cinco Villas. En el antiguo monasterio de la primera localidad germinaron las investigaciones de los inquisidores Valle-Alvarado y Salazar que terminarían con el Auto de Fe de Logroño de 1610. Datos sobre tormentos, agresivos párrocos, declaraciones de hombres, mujeres y niños resuenan a lo largo de esta ruta en vehículo disponible en www.turismo.navarra.es
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.