El palacio de la Magdalena desde un punto de vista menos habitual, a ras de agua. Javier Cotera
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Los secretos de Santander se descubren en barco

Un recorrido desde Marina del Cantábrico hasta el faro de Cabo Mayor permite interpretar el patrimonio ambiental y cultural de la capital cántabra

Laura Masegosa

Viernes, 5 de julio 2024, 17:46

Hay mil formas de conocer Santander. A pie, por carretera, por aire y, seguramente la más especial, desde el mar. La bahía de Santander está considerada una de las más bonitas del mundo, además de ser la ensenada más grande del norte peninsular. En la ... península de la Magdalena comienza la Costa Quebrada, uno de los litorales con mayor riqueza geológica, natural y cultural. La empresa Bahía de Santander-Ecoturismo y educación ambiental, dirigida por Carlos Sainz, que nada tiene que ver con el famoso piloto, tiene por segundo año consecutivo la concesión municipal para realizar este recorrido.

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Un itinerario en barco de casi dos horas en el que se interpreta el patrimonio natural y cultural. Las rutas están programadas dos días a la semana -por norma general martes y viernes- a las diez de la mañana. A esa hora, dice Carlos, «todavía no sopla mucho el viento y no hay demasiado tráfico de barcos». En el puerto deportivo Marina del Cantábrico espera la lancha para surcar la costa santanderina. No se preocupe si nunca ha montado en barco, pues Carlos le explicará con detalle cómo embarcar y cómo se desarrollará la visita. Una vez a bordo, se reparten unos prismáticos para no perderse nada de lo que describa el guía.

La clase magistral comienza al poco de poner rumbo a alta mar. Carlos cuenta la historia industrial de Raos. Y es que esta ruta no solo narra el patrimonio natural, sino todo lo que le rodea. Una de las partes más curiosas es la relacionada con la fauna, apreciándose en este entorno más de cien especies de aves. El primero en saludar fue un charrán común, que sobrevoló el barco nada más dejar el puerto atrás.

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  • Precio El billete cuesta 20 euros, 18 para menores de 12 años bahiasantander.es

El siguiente punto de interés es la bahía y, lejos de pasar de largo, hace hincapié en la arquitectura y la historia de las edificaciones más importantes que se contemplan desde la lancha, como la Escuela de Vela de la Federación, el Museo Marítimo o el Centro Oceanográfico. A esa altura los ojos se centran en la isla de la Torre, que alberga la Escuela de Deportes Náuticos y a la que contadas veces al año, cuando la marea lo permite, se puede acceder desde la playa de Bikinis. En esta ocasión, para sorpresa del propio guía, las protagonistas de la isla fueron unas cuantas gaviotas cuidando de sus polluelos. «Aquí normalmente habita el charrán común. Tenemos contadas unas diez parejas».

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Al salir fuera del abrigo de la bahía, llegando a la península de la Magdalena, se comienza a notar el oleaje, lo que le da un extra de encanto al recorrido. Desde la lancha se aprecia la vida propia que tiene la costa de Santander. Donde no llega el ser humano, la naturaleza va ganando camino y los grandes acantilados se rigen por las leyes del mar. Las grandes paredes rocosas con sus peculiares pliegues y grietas impresionan vistas desde ahí abajo. Al adentrarse en el abra del Sardinero un cormorán moñudo se posa sobre las aguas revoltosas y, tras apreciar la belleza de la imagen, el barco continúa hasta el faro de Cabo Mayor, donde Carlos explica la riqueza de sus inmensos acantilados.

Es el momento de dar la vuelta para regresar al puerto, pero no sin antes dirigirse a la isla de Mouro. «El verdadero tesoro de la bahía», opina Carlos. Este islote guarda una biodiversidad importante de aves marinas, que conviven con el conocido faro y que utilizan los acantilados tranquilos de la isla para hacer sus nidos o descansar. A esto hay que añadirle que la zona se encuentra en un punto importante para la migración de diversas especies marinas. Tras unos cuantos minutos disfrutando de la cercanía de la isla de Mouro, la embarcación retoma la vuelta al puerto, discurriendo a lo largo del complejo dunar de Loredo, Somo y El Puntal, para finalizar atravesando el pantalán de Calatrava. El precio del billete es de 20 euros, 18 para menores de doce años.

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