Santander hace rebajas turísticas

No puedes pasar por Santander sin conocer el Palacio de la Magdalena por dentro. Una visita guiada facilita husmear sus estancias. Ayuda a esta clase magistral de historia ver los lugares donde se desarrollaron ciertos hechos, fijarse en el mobiliario y la decoración de esta casa veraniega real. El edificio se levantó entre 1908 y 1912, según planos de Gonzalo Bringas y Javier González de Riancho, en una época en la que los baños de mar estaban de moda. El Ayuntamiento regaló a Alfonso XIII y Victoria Eugenia la residencia estival para disfrutarla junto a sus hijos, quienes lo hicieron entre 1913 y 1930. No te conformes solo con ese inmueble, el Bono del Anillo Cultural –10 euros convertidos en 7–, suma a esta visita otra al Refugio Antiaéreo que durante la Guerra Civil protegió a los santanderinos, más el Centro de Interpretación de la Historia de la Ciudad, en la torre de la catedral de la Asunción, donde sabrás más sobre el incendio de 1941 o la explosión del buque Cabo Machichaco. Y el Centro Arqueológico de la muralla medieval, bajo la plaza de Velarde, que muestra cómo vivían los habitantes.

Embarcarás en una zodiac, una pontona o un barco, rumbo a la aventura para divisar el Espacio Natural Protegido de la Bahía de Santander, las islas de Mouro o Santa Marina y conocer el estuario del Miera y Las Dunas del Puntal. Gracias a esta excursión guiada de hora y media, que cuesta 30 euros a adultos –menos el descuento son 20–. Protagonista especial de la salida: el águila pescadora. Impresiona verla capturar peces a través de prismáticos o telescopio, observar cómo disfruta su pesca. Muy cerca los zarapitos reales, limícolas abundantes de la zona, emplean el pico curvado con membrana para detectar su propio festín. Y los cormoranes permanecen inmóviles sobre postes, como si un artista hubiera esculpido sus formas.

«El estuario del Miera es el lugar más productivo de la bahía al converger agua dulce y salada. Desde su nacimiento en la Cordillera Cantábrica, el río arrastra algas y otros elementos que se sedimentan aquí. La zona recibe de manera permanente abono natural. Al agua se suma la luz solar que entra hasta el lecho y ya tenemos el lío montado, se genera vida vegetal. Hasta estos bosques submarinos llegan jargos y doradas para desovar, tras ellos sus depredadores, lubinas y anguilas. Aquí viven moluscos y bivalvos», explica tu acompañante, Carlos Sainz. Añade nidos de milanos negros cuya aparición se espera este mes de febrero. Vegetación mediterránea superviviente gracias a la roca caliza por la que se filtra el agua y «hace de Cantabria un queso gruyere repleto de cuevas».

La naturaleza parece más tupida a medida que se asciende por el río, mientras el cauce estrecha. Maravillas a contemplar durante esta excursión en la que queda tiempo para mencionar la historia del Real Astillero Guarnizo, donde construyeron navíos para la Armada Invencible. O cómo se trasladaban los troncos cuya combustión ayudaría a construir cañones.

Tienes dos opciones: cata de cervezas cántabras o de importación. En cada una probarás seis clases. «Explico las características con un maridaje, bizcocho, embutido, queso, fresas... en función de la cerveza, más anécdotas sobre su historia porque muchos datos técnicos aburren», aclara Juan Derchow, conductor de la experiencia. Durante hora y media o algo más, por 20 euros cada persona que con el bono quedan en 14, la de cervezas de la provincia, y 25 que se concretan en 17, la de otras naciones.

Con tono desenfadado se cuenta la primera vez de cada cual… la del primer trago. «Cuento cómo surgió el boom de la artesana en los 80. Bromeo sobre la manera en que los monjes la elaboraban en el siglo XVIII en las abadías. La cultura cervecera alemana o irlandesa, que en el país germano puedes sacar un título universitario de maestro cervecero. Hablo de las más caras del mundo, las de mayor graduación…».

La idea es conocer bebidas que no encuentres en un supermercado. «Por ejemplo, una American Pale Ale de USA, una Weissbier alemana, una envejecida en barrica escocesa, una Belgian Dubbel, una IPA holandesa y una lámbica belga. En cuanto a las artesanas de Cantabria, pongo las más exclusivas y arriesgadas», especifica. Para grupos de 4 a 12 personas en catas privadas.

Lo más costoso suele ser el alojamiento, así que conseguirlo más barato supone una enorme ventaja. Amplio y recién reformado, el hotel Santemar cuenta con elegantes habitaciones cuyo diseño se inspira en el mar, la montaña o la ciudad. A dos minutos a pie de El Sardinero, el Cantábrico se convertirá en tu vecino durante la estancia. Si te apetece pasear, muy cerca, a su derecha, queda el Palacio de la Magdalena; a la izquierda, los Jardines de Piquío, la Playa del Camello y, tras una caminata, el Faro Cabo Mayor.

La amabilidad del personal no es una expresión manida en este caso, alivia encontrar sonrisas en quien te atiende. En la recepción 24 horas ofrecen información turística e incluso servicio de venta de entradas. Imposible poner queja al buffet de desayuno, da igual si prefieres dulce o salado para afrontar las primeras horas del día. Y cuando no te apetezca buscar restaurante, el del hotel sirve platos típicos de Cantabria elaborados a base de productos locales y regionales.

Puedes alojarte en sus habitaciones desde solo 55 euros la noche, aunque ya que te ofrecen una ayuda, por qué no apuntar alto. Hazte un regalo y opta por una Junior Suite para vivir la experiencia a lo grande. Sumará al dormitorio salón con zona de estar. Calcula que los 200 euros por noche se quedarían en 134. Regalazo máximo sería reservar la exclusiva Suite Real, claro, lujo para los sentidos con vistas al mar, salón independiente y baño de infarto. En este caso el cálculo debes hacerlo desde 400 euros, 267 con rebaja, por si tienes algo importante que celebrar.