Hace solo poco más de medio año que el escritor riojano Andrés Pascual publicó su novela 'A merced de un dios salvaje', pero este thriller psicológico que sitúa al fotógrafo viudo Hugo Betancor y su hijo Raúl en el terreno ficticio de la Finca Las ... Brumas ya tiene su recorrido oficial por un escenario que sí, es imaginario, y sí, también es muy real. Desde el «enclave privilegiado que es el alto del pueblo de San Vicente de la Sonsierra» pueden verse muchos de esos lugares que aparecen de la novela y que inspiraron los otros, los que inventó Pascual.
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Dónde A una hora de Bilbao y a unos 40 minutos de Vitoria.
Itinerario por libre 'La Rioja Paisaje mágico': experiencias.lariojaturismo.com
Itinerario guiado por el autor: 15 de junio. Web: www.riojainstyle.es
Un escritor que, por cierto, no es de esta zona. Nació en Logroño y presume de «mitad logroñés y mitad najerano» porque de Nájera eran sus abuelos maternos y como allí vivieron mucho tiempo los abuelos, era el lugar en el que de niño pasaba temporadas. «Bueno, primero vivieron en Guinea porque mi bisabuelo trabajaba en la colonia, donde tenía un cargo oficial. Era 'defensor del negro'...», comienza a contar el autor. Pero esa será otra historia. Esta es la de La Rioja Alta, que conoció ya de mayor, mientras ejercía de abogado en el despacho familiar. Como la genética, el trabajo lo llevaba un poco por Logroño, otro poco por Nájera y el resto por toda la comarca. Y ahí, justo ahí, se desarrolla 'A merced de un dios salvaje'.
La ermita de Santa María de la Piscina, en el término municipal de San Vicente de la Sonsierra, es «centro neurálgico» de la trama, el punto en el que confluyen el pasado y el presente de una historia sobrevolada por la extraña desaparición de un niño hace mucho tiempo y el miedo a que eso pueda volver a ocurrir con el pequeño Raúl. Este conjunto arqueológico formado por ermita –el ejemplar de templo románico más completo y antiguo de La Rioja, pues data del siglo XI y no tiene añadidos posteriores–, necrópolis de repoblación, poblado con viviendas semirrupestres y restos de fortificaciones o atalayas. Si todo esto fuera poco, está, cómo no, enclavada entre viñedos, así que no es extraño que el escritor diga que «es el escenario que cualquiera querría para sí, para escribir. Es Arte, Historia y Naturaleza desbordante».
En el pueblo de San Vicente, una de las dos localidades riojanas situadas en la margen izquierda del río Ebro, transcurre gran parte de la trama. Y son muy importantes los 'Picaos', los Disciplinantes de la Cofradía de la Santa Veracruz de San Vicente, que «se redimen, expían sus pecados» cada Semana Santa y comienzo de mayo desde el siglo XVI. Casi todas las oportunidades de ver in situ ese «espíritu de expiación tan antiguo y único» ya han pasado este año –aun hay una última cita en la Cruz de Septiembre, el día 14 si es domingo y si no, el domingo siguiente– pero puede verse su sede, la ermita de San Juan de la Cerca. Está justo en el núcleo en el que se encuentran la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, el castillo y la torre o mirador panorámico desde el que otear el paisaje como hicieron en su día los guardianes. Son kilómetros y más kilómetros a la redonda que sorprenden en cualquier momento del año. En esta, está naciendo ya todo lo que en un par de meses estallará y en septiembre y octubre se vendimiará. Un paisaje que, avisa Pascual, «da para contar tanto y tanto» que prepara ya un segundo «thriller bodeguero», con trama independiente.
Hablando de bodegas, lo suyo es darse un paseo por el Barrio de la Estación de Haro, «que conocen ya casi todos los viajeros y que es el que tiene mayor concentración de bodegas centenarias del mundo». Andrés Pascual se inspiró en ellas para construir la Finca Las Brumas, hogar y bodega de la familia protagonista que situó, además, en la localidad de Rivas de Tereso (a 15 minutos en coche). Y si se tiene tiempo, también por La Herradura, el paraíso de los vinitos y las tapas, y para caminar por la que fue la gran ciudad del vino, dotada con todos los servicios –luz eléctrica incluida– en época temprana.
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En Briones, en el Museo Vivanco de la Cultura del Vino, han reunido mucho de todo ese patrimonio en torno a la elaboración de la bebida propia de esta tierra para transmitir una idea de universalidad: la del vino como un legado compartido en muchos lugares del mundo, por distintas civilizaciones. Son cinco salas de exposición permanente, una de exposiciones temporales, el Jardín de Baco y una colección de vides que cuenta con más de 220 variedades de todo el mundo. Arqueología, escultura, pintura y plantas son «un hito a nivel mundial, el mejor según la Unesco», en palabras de Andrés Pascual, «que merecería un día entero de visita». Pero en esta ruta los visitantes se detienen más que nada a comer platos típicos que aparecen en las páginas de la novela: las patatas con chorizo, la menestra, los fardelejos, con buen vino, claro.
Y después hay un nuevo encuentro con la fe, o al menos con las construcciones de la fe. Es cuando el escritor vuelve al paisaje de su infancia, a Nájera. Allí está el monasterio de Santa María la Real, mandado levantar por el rey Don García Sánchez III 'el de Nájera' y su esposa Doña Estefanía de Foix en el año 1052, desde 1079 incorporó a la orden benedictina de Cluny y, desamortización mediante en el siglo XIX, desde 1895 es hogar de franciscanos. Es panteón real y lugar de enterramiento de muchos nobles.
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En julio los amigos de la historia de la localidad celebran su espectáculo medieval Reino de Nájera, un viaje en el tiempo hacia un pasado muy lejano siguiendo las Crónicas Najerenses. Este año será la edición número 51 y aunque hoy en día se realiza en la plaza, exterior del monasterio, Pascual se recuerda participando de crío en las representaciones en el claustro. «Son una chulada, todos los vecinos volcados en la fiesta, merece la pena verlo».
También merece la pena volver los ojos al río Ebro, que aunque no ha sido aun punto de visita a lo largo de la ruta está más que presente en cada paso que se da. Hay muchos buenos miradores en Rioja Alta, aquí van algunos: el de San Pelayo en Gimileo, sobre el gran meandro llamado Curva de Briones desde el torreón del castillo del pueblo, por el camino que discurre junto a los meandros y entre viñas entre San Vicente de la Sonsierra y el puente de Briñas.
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Todas estas etapas se pueden hacer por libre, siguiendo el itinerario de 'La Rioja, paisaje mágico' –experiencias.lariojaturismo.com– o, de manera especial, guiados por el escritor gracias a la ruta 'La Rioja de Andrés Pascual'. La excursión tendrá lugar el próximo 15 de junio, cuesta 162 euros por persona y para reservar hay que llamar al 609272522 o escribir a maria@riojainstyle.com. Es una jornada de lujo: los participantes quedan en el Cubo del Revellín, en Logroño, y allí montan en un microbús de lujo (solo irán 15 personas) y no tienen que preocuparse de las entradas, las catas de vino ni el almuerzo. En San Vicente de la Sonsierra, se accede a la Cofradía de la Vera Cruz, a mediodía se llega a Santa María de la Piscina y un poco más tarde, en Haro, toca vivita y cata en bodega. A las 13.30, Museo Vivanco con almuerzo tradicional riojano con vino tinto crianza rioja; a las 16.30, Santa María la Real de Nájera y, para terminar, una copa de Hacienda López de Haro en un balcón con vistas al Ebro. A las 18.30, vuelta a Logroño.
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