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lucía alcolea
Sábado, 24 de julio 2021, 17:22
«Este es mi pueblo y es el más bonito de España». El guía Ramón Gelabert comienza así la visita por Comillas en el salón de plenos del antiguo ayuntamiento. Le rodean nueve turistas con chubasquero y pañuelo al cuello. Nada de gafas de sol ... y pantalón corto. Es miércoles y hace fresco en Cantabria, como los cuatro últimos días. El tiempo es mejorable en la villa modernista, la vistas no. Hay muchas formas de enseñar Comillas y la de Ramón es de las mejores, primero porque lo hace en dos horas y media. Segundo porque durante el recorrido desvela algunos secretos o detalles sobre el municipio que son desconocidos incluso para los comillanos. El guía pertenece a la empresa 'Trip Cantabria' -también ofrece visitas guiadas en Santillana del Mar o Santander- y la experiencia es gratis. «Bueno, cada uno aporta lo que considera al final», explica. La voluntad ronda los diez euros.
Esta vez participan tres familias de Barcelona, Madrid y Toledo. Huyen del calor. Ramón les habla de por qué Comillas se convierte en el epicentro del modernismo, de Gaudí, del marqués Antonio López, las visitas del rey Alfonso XII y la construcción del Palacio de Sobrellano, la casa Ocejo, Lluis Doménech i Montaner, Cristóbal Cascante, Joaquín del Piélago... El salón de plenos se mantiene igual que en siglo XIX. Les cuenta que Comillas fue el primer pueblo en tener luz eléctrica de España y un dato curioso: que al jardín de la Casa Ocejo (donde se hospedaba el rey) le llamaban el fumadero, porque allí fumaba sus habanos Luisa Brú, la mujer del marqués.
Comillas tiene de todo, su toque señorial y su playa, «monumentos y jardines». Lo dicen Fran Ibáñez y Puri Vaquero, dos de los participantes, de Barcelona. Ya habían visto las obras de Gaudí en León y la capital condal y ayer (por el martes) visitaron el Capricho. Quieren ir a Oyambre. Pero de momento, «vamos a conocer Comillas de verdad», afirma el guía, con entusiasmo y vocablos modernos que introduce para hablar del pasado. Ya en la plaza del Corro, sale a relucir la película de Primos «y luego os enseñaré dónde se dan el lote Inma Cuesta y Quim Gutiérrez», los protagonistas del filme. En la visita también hay una Imma Morales, pero con dos emes, de Barcelona, que está de vacaciones con sus hijas, Marta y Joana Carbó. Llevan en Cantabria desde el sábado, primero en la Vega de Pas, «la parte de montaña».
Ahora toca la costa. La de Comillas, que no es cualquier costa, «porque normalmente cuando vas de un pueblo a la playa hay que bajar, pero aquí se sube». Mientras Ramón habla de las tres colinas de Comillas, la cardosa, la coteruca y la de Sobrellano. Ya se han parado en la plaza de los Tres Caños y ahora están frente al Palacio y la Capilla Panteón. «Si os fijáis, el casco viejo de la villa está en la faldas de estas tres montañas», relata el guía.
El Palacio de Sobrellano se erige ante los turistas. Ramón muestra a su grupo de visitantes la espalda del edificio. Avanzan hacia la parte oriental del Capricho de Gaudí «desde el exterior, aunque se ofrece la posibilidad de visitar el interior al final del recorrido pagando 17 euros». Relata la historia de Máximo Díaz de Quijano y su amistad con el arquitecto modernista. Y antes de volver a Sobrellano, llega lo mejor de la visita: el descubrimiento de los antiguos jardines del Palacio, «un esbozo del Parque Güell», que no se enseña en las visitas guiadas al uso. «Un túnel de vegetación», describe el guía. Después visitan la Universidad Pontificia, el cementerio, la playa, la estatua y terminan donde empezaron pero habiendo visto un paraíso.
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