Ruta en autocaravana: una semana para desconectar en el Cantábrico

Para aquellos novatos que gracias al coronavirus han visto en las autocaravanas su vía de escape, este plan puede resultarles de gran ayuda: unas vacaciones por los lugares más recónditos de la costa cantábrica. Una forma ideal para desconectar del agotador ritmo de la ciudad.

Lo primero que se necesita es un vehículo. A pesar de que este tipo de rutas se pueden realizar hasta con un descapotable, lo más recomendable –sobre todo para vivir la experiencia al completo– es alquilar una autocaravana. Las hay de diferentes tipos, aunque las más comunes son la capuchina, camperizada, integrales y perfiladas. Su precio de alquiler es uno de sus grandes inconvenientes: están a la orden de 1.000 euros a la semana en temporada alta –julio y agosto–. Con suerte, y gracias a alguna oferta de última hora, quizás bajen de las cuatro cifras.

Una vez se disponga del vehículo, el paso posterior es planificar el viaje. La variada oferta paisajista en España da muchas posibilidades para establecer diferentes tipos de rutas. Lo primero que debe hacer es acotar la zona en el mapa. En este caso, el plan que les proponemos es un recorrido por el Cantábrico durante una semana. Una salida desde Bilbao con un punto final en el cabo de Finisterre. No obstante, si se disponen de más días de vacaciones siempre se puede volver por El Bierzo, León y la vieja Castilla para poner la guinda al itinerario por el Cantábrico. A continuación, les propondremos algunos puntos especiales donde merece la pena acampar y disfrutar de los pueblos más recónditos del norte de España:

Nuestro viaje parte desde Bilbao. La primera parada será la localidad cántabra de Comillas. Este municipio destaca por sus calles empedradas, así como por sus edificios modernistas y casonas solariegas que presiden las plazas del pueblo. Uno de las mansiones reseñables es el de 'El Capricho', proyectado por Antonio Gaudí.

La hermosura del pueblo se traslada a sus playas, ideales para la práctica de deportes acuáticos. Y en el caso de preferir el monte al agua, siempre se puede dar un paseo por el parque natural de Oyambre. Un lugar donde se combinan diferentes ecosistemas como playas, marismas, dunas, acantilados, rías... Precisamente la corriente del río nos lleva a su desembocadura en San Vicente de la Barquera.

Este pueblo, antiguo refugio de pescadores, ofrece una de las vistas más espectaculares de los Picos de Europa. Posee una parte Vieja de la localidad envidiable: la iglesia de Santa María de los Ángeles, el castillo y los restos de la muralla fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1987. También los puentes son uno de los signos de identidad de San Vicente de la Barquera.

Bordeando el parque natural, y a 7 kilómetros del centro de San Vicente, está el camping de Oyambre. Un lugar ideal para hacer noche y retomar fuerzas para la siguiente etapa. Este alojamiento ofrece bungalows y parcelas para sus huéspedes. La opción más recomendable es la de alquilar un espacio de 70 metros cuadrados. Su precio es de 24,5 euros, aunque las hay de mayor tamaño con un coste de 30 euros la noche. En el precio viene incluida la estancia para dos adultos. El gasto en electricidad –10 amperios– es de seis euros.

Tras un primer día recorriendo los alrededores del parque natural de Oyambre, al día siguiente toca volver a la carretera. A 81 kilómetros del camping, ya en Asturias, se encuentra Lastres. Un municipio muy similar a San Vicente donde predomina la actividad pesquera y su casco antiguo está lleno de palacios y casas blasonadas.

Los seriéfilos recordaran esta localidad por su faro que se encuentra a 4 kilómetros del centro. Fue uno de los puntos donde se grabó la serie 'Doctor Mateo', que tantos turistas atrajo después. Su proximidad a Gijón –42 kilómetros– como a Cangas de Onís –31km– ofrece una variedad importante de planes. Para los amantes del mar, el camping de Costa Verde será el ideal. Está situado junto a la playa de La Griega y a un par de kilómetros del centro de Lastres. El precio de sus parcelas es de 15,80€, incluida la electricidad. El coste por adulto es de 6 euros y el de los niños de 4,5 euros.

A la salida de Lastres se multiplican las opciones a seguir. La siguiente parada es la localidad de Cudillero, pero a su paso se encuentran las grandes ciudades de Asturias: Gijón y Oviedo. A través de la ruta de la A-8 –la más corta de las disponibles de unos 90 kilómetros–, una parada casi obligatoria debe ser la ciudad de Gijón. Su playa de San Lorenzo es una de las más populares de España. De obligatoria visita es el barrio de Cimadevilla, la parte Vieja de la ciudad. Unos callejones entre cuestas conducen al cerro de Santa Catalina donde se erige el 'Elogio del Horizonte'. Una de las grandes obras del escultor vasco Eduardo Chillida.

Otra de las opciones antes de llegar a Cudillero es tomar la ruta más larga, la que atraviesa Oviedo. La capital asturiana es muy diferente a Gijón. Lejos de un urbanismo más moderno, el centro urbano se caracteriza por su estilo medieval y prerrománico. La ciudad combina los encantos de su catedral y el mercado de Fontán con su epicentro cultural, el renovado Teatro Campoamor –sede de los premios Princesa de Asturias–. A cuatro kilómetros de allí, en el monte Naranco, se encuentra una de las joyas prerrománicas de España: la iglesia de Santa María edificada en el siglo IX.

La etapa de este tercer día finaliza en Cudillero. Esta pequeña localidad pesquera es ideal para tomarse un descanso y disfrutar de sus peculiares casas colgantes con aleros y sus ventanales de vivos colores. Los edificios más emblemáticos son su iglesia parroquial del siglo XVI y la capilla del Humilladero. Calle abajo se encuentra el camping de L'Amuravela, un lugar que dispone de parque infantil y una gran piscina, lo que le hace un alojamiento ideal para acudir con niños. También para los deportistas que pueden disfrutar de actividades como el pádel, fútbol y la petanca.

Si por algo destaca el noreste de Galicia es por las rocas que adornan la playa de Las Catedrales en Ribadeo. Esta imagen es una de las más bellas del litoral gallego. Tal y como indica su nombre, las rocas de los acantilados forman una especie de columna similar a la de una catedral. Arcos, cuevas, bóvedas naturales... Insólito. La mejor forma de ver estas formaciones es con marea baja.

Es importante saber que para acceder a este paraje es necesario un permiso. La Xunta de Galicia ofrece pases a través de su página web para los meses de julio y agosto, coincidiendo con la temporada alta de turistas. Si es un punto a incluir en la hoja de ruta se debe sacar el permiso cuanto antes. No vaya a ser que se agoten para el día indicado. Además, las mareas de Ribadeo se pueden consultar en este enlace.

Junto a esta maravillosa playa está la localidad de Foz. Al igual que en la mayoría de pueblos del cantábrico, su historia se escribe a través de la pesca. Siglos después, sus habitantes viven más de los turistas que recorren sus nueve playas que de aquellos marineros que iban en busca de ballenas. La localidad gallega ofrece diferentes planes. A los más acuáticos, les sorprenderá sus arenales, y los amantes del senderismo optarán por visitar la fortaleza del Mariscal Pardo de Cela. Un asentamiento arqueológico ubicado en lo alto de la Frouxeirá.

Para descansar y reponer fuerzas que mejor que el camping de Ribadeo, junto a la playa de Las Catedrales, donde además de bungalows y camping para aparcar la autocaravana se puede disfrutar de una buena barbacoa mientras los niños juegan en los columpios o se dan un chapuzón en la piscina. ¡Tienen hasta un supermercado!

El final de la ruta llega a Finisterre. Al igual que muchos peregrinos que deciden seguir más allá de la catedral de Santiago, el camino llega al fin del mundo. Así denominaban los romanos al cabo de Finisterre. Su faro fue edificado en 1853 a 143 metros sobre el nivel del mar. Es una torre de piedra de 17 metros de base octogonal. La luz de su linterna llega a más de 30 millas náuticas. Es el lugar más visitado de Galicia, después de la Catedral de Santiago de Compostela.

Pero Finisterre no solo es su faro, también su pueblo está rodeado de encantos. Por ejemplo, el puerto. Además de contar con una hilera de bares y restaurantes para disfrutar de una vista maravillosa, es la ubicación del tradicional mercadillo que se celebra los viernes. Como buen pueblo marinero cuenta con su mercado local donde se rifan cada mañana los mejores pescados recién traídos del mar y sus estrechas calles, en muchas ocasiones, callejones que te atrapan entre sí.

Para acampar y disfrutar de las últimas noches qué mejor que alejarse del gentío que abunda en Finisterre. El camping Ruta Finisterres es una gran opción por su ubicación cercana a la localidad y por su situación geográfica. Situado junto a la playa de Estorde, ofrece una multitud de servicios como la práctica de actividades deportivas marítimas, senderismo, bares y restaurantes y transporte para acudir a cualquier punto de la provincia.

Tras una semana de grandes aventuras toca emprender el camino de vuelta, aunque para aquellos que dispongan de más días de vacaciones siempre se puede alargar la ruta recorriendo los lugares más recónditos de León y Castilla.

Ponferrada es un destino de parada obligada para el camino de vuelta. La gran metrópolis de El Bierzo es uno de los grandes atractivos de la provincia de León. Su ciudad de origen medieval no olvida la minería y el carbón que llenaron de riqueza la comarca. Una gran oportunidad para visitar el museo del ferrocarril por tan solo 2,7 euros. Locomotoras y vagones, así como otros objetos, provenientes de diferentes museos y colecciones privadas.

Los grandes atractivos de Ponferrada son sus castillos. Tanto el medieval como el renacentista. Aunque el primero de ellos esté inmerso en un proceso de rehabilitación, sí se puede ver el más moderno de los dos, el renacentista. El turista aprecia la muralla del templo, las torres, los patios y el palacio.

Para acampar, una de las mejores opciones es el camping El Bierzo. Situado en Villamartín de la Abadía –a 12 kilómetros de Ponferrada–, cuenta con grandes zonas verdes y ajardinadas que harán más agradable la estancia. A disposición del cliente hay bares y restaurantes disponibles.

El punto neurálgico de León es la plaza de San Martín, la confluencia de muchas calles estrechas y sembradas de bares, y el turista se suele quedar en ella. Pero existen otros muchos puntos que merece la pena patear. La plaza del Grano, sin ir más lejos. O de Santa María del Camino, que es como se llama la iglesia que hay allí.

Más de una vez los vecinos han tenido que decirle al Ayuntamiento que ese empedrado antiguo no se toca, por muy molesto que resulte para los pies de ahora, porque le da un carácter al lugar que no se puede conseguir de ninguna otra manera. La plaza es amplia, con soportales en alguno de los lados y con una vinoteca-restaurante, El Grifo, en la que la carta de 'bebibles' no desmerece el entorno. Un paseo posterior permite ver trozos de la muralla y hasta subirse a ella.

Otros puntos a visitar son la Casa Botines, diseñada por Gaudí y San Isidoro, que hay que visitar al menos una vez en la vida. Así como la catedral de Santa María y sus alucinantes vidrieras. La iglesia y el parador de San Marcos entran en el mismo listado de imprescindibles, como el palacio del Conde Luna en el centro histórico. Por los caminos, todas las pequeñas iglesias con historia y los bares de tapas que se quieran.

El área de descanso estará más lejos de lo habitual del punto turístico. El camping Reino de León está ubicado en Villamejil, a unos 50 kilómetros de la capital. Situado a orillas del Río Tuerto, el alojamiento dispone de una playa fluvial bañada por las aguas del río. Una oportunidad única para darse un buen baño.

Del viejo reino de León al de Castilla. Llega la última etapa del viaje –ahora sí– con una última dosis de historia. Burgos y su catedral son uno de los emblemas de Castilla. En su templo descansan los restos mortales del Cid, héroe de la Reconquista. La catedral, de estilo gótico, es una de las más importantes de España y se puede visitar por tan solo siete euros.

La Escalera Dorada, la Capilla del Condestable, el cimborrio del crucero, el Santísimo Cristo de Burgos, la tumba del Cid Campeador y su esposa Jimena y el clásico Papamoscas son los grandes atractivos que uno puede encontrar en la catedral.

Otro de los puntos claves de la ciudad es el paseo del Espolón. Las estatuas de los cuatro reyes se entremezclan con los árboles plataneros. El casco antiguo es el otro gran centro neurálgico. Sus fachadas multicolor es una de las señas de identidad de la ciudad.

El sitio ideal para pasar la última noche es el camping Puerta de la Demanda. Además de contar con servicios infantiles para los más pequeños, junto con una piscina y una pista de pádel, está ubicado cerca de los yacimientos de Atapuerca que se pueden visitar por 6 euros.

Llega el final del viaje. Una semana, que pueden ser diez días, de desconexión total gracias a una ruta muy completa por los parajes más destacados del cantábrico que seguro que producen imágenes grabadas a fuego lento en la memoria.