
Empeñarse en una ruta de senderismo por Asturias es siempre un placer. Acompañan paisaje e historia, y se puede culminar con un merecido premio gastronómico. ... Por supuesto, existen muchas por las que perderse sin prisa, aquí nos ocupamos de algunas para abrir boca. Quienes se animen pueden consultar los mapas de las caminatas y descargar los ppx en la página web www.turismoasturias.es. Así que no hay miedos ni excusas para emprenderlas ahora que estrenamos primavera.
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Ribadesella
Durante siglos, el mar ha labrado en las rocas figuras caprichosas, acompañarán esta senda que transcurre junto al mar. También gaviotas y cormoranes, ratoneros y cernícalos. Verá el caminante todas esas esculturas trabajadas durante años: un gran tómbolo de roca en un entrante del acantilado, arcos de piedra gigantes, puentes que hermanan partes del litoral... Como pasa con las nubes, cada cual podrá jugar a descubrir figuras. Y la mejor panorámica de los Bufones de Pría y su acantilado en el área recreativa de Cuerres.
La senda parte del área recreativa de Cuerres, muy cerca de la playa de Guadamía, frontera natural con Llanes, para acabar en la del Infierno. Es sencilla, pero como siempre, hay que ir con cuidado. Y no obedece a una ruta propiamente dicha, transcurre por caminos y prados, pero basta con seguir la línea de costa. Posa la mirada, al principio, en los bufones que aparecen tras los primeros 300 metros. Pasado un kilómetro, salen al paso los preciosos acantilados de Castro Arenas y Del Tomasón, en la zona de Tuzarrizo. Poco después, cumplidos 2 kilómetros desde el inicio, no tomes la desviación de la izquierda hacia Cuerres, sigue recto.
El islote de Palo Verde aparecerá en el 3,3, junto a los acantilados de idéntico nombre. A 150 metros de allí un camino lleva a los pueblos, volvemos a ignorarlo y continuamos. Cuando casi cumplas los 5 kilómetros estarás en los famosos acantilados del Infierno. Quedará solo medio kilómetro para elegir, en el camino que se bifurca, el ramal izquierdo que va hacia atrás, el derecho a Ribadesella.
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Dificultad baja. Altitud: 73 m. Desnivel: 56 m. 1:45 h. solo ida. Ida y vuelta.
Ponga
Hablamos de un gran hayedo que se puede transitar por una pista de 16 kilómetros hasta llegar a la vega del Arcenorio, una amplia explanada decorada con cabañas de pastores y ganado. La capilla del Arcenorio y zonas del hayedo muestran vistas de Picos de Europa. Gencianas amarillas saludan en la vega. En mitad del camino convendrá desviarse al Roblón de Bustiello, enorme albar, y en la Guaranga, a dos kilómetros del Arcenorio, conocer las trincheras de la guerra civil.
Para empezar a andar, el turista ha de ir a San Xuan de Beleño por la carretera AS-261 desde Cangas de Onís. A la salida del pueblo, a la izquierda, existe una desviación, la carretera a Viegu, PO-2. Algo más arriba, en el alto del Cabañón, otra desviación, a la derecha, abandona la carretera. Allí hallará el mirador de Les Bedules, donde aparcar y comenzar a mover los pies por la pista que se adentra en el bosque, al principio rodeada de pastos. Estarás en el Camín de los Arrieros, que sigue hasta Collado Granceno.
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Pasado kilómetro y medio, cruza otro camino a mano izquierda que debes obviar. Superados 3 kilómetros, accederás a Collado Granceno (1.190 m). Maravillan las vistas del bosque de Peloño. Hay que seguir recto para colarse en él. Tras 5,7 kilómetros, debes aprovechar el desvío a la izquierda, siguiendo las indicaciones de los paneles, para contemplar el Roblón de Bustiello.
Da la vuelta por el mismo camino tomado inicialmente, o sigue por la pista más allá para ir a la collada Guaranga, donde comienza la senda que lleva al valle de Arcenorio. En el kilómetro 12,5 obedecemos la pista, surgirá la collada Guaranga, límite norte del bosque. Paso estrecho, pueden verse allí viejos nidos de ametralladoras de la guerra civil, desde donde, además, admirar el pico Sen de los Mulos. Ya casi firmado el final, al cumplir 16,7 kilómetros, se accede al valle de Arcenorio, bajo la Peña Ten. Por cierto, atentos a la ermita situada en la vega.
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Distancia: 11.3 km. Dificultad media. Altitud: 334 m. Desnivel: 457 m. 8:30 h. Ida y vuelta.
Aller
Esta es la senda más corta, perfecta para quienes se asustan si andan mucho. Solo un kilómetro separa el pueblo de Murias de una de las cascadas más buscadas de Asturias, en la ladera del valle dibujado por el río Negro. Acumulación de arbolado, despejado solo por algunos prados y el pueblo de Murias, casas y huertos conviven en paz sobre la ladera. Castaños y robles ponen techo a esta elección, también bosque de ribera. En el sotobosque prevalece la arandanera negra, alimento para muchas aves. Varias escaleras superan subidas y bajadas antes de llegar al salto de agua níveo sobre piedra oscura, adornada por pequeños saltos laterales que amplían su melena acuosa.
El aparcamiento de Murias marca el punto inicial el recorrido con senda señalizada por postes y accesible a la mayoría de visitantes. A 300 metros cruzaremos la carretera. Un cartel informativo informa sobre la senda. Cien metros después, la ruta desciende y se introduce en el bosque hasta el río Negro. Crúzalo. Al otro lado del puente, tras medio kilómetro desde el inicio de la senda, gira a la izquierda para iniciar el ascenso.
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Pisado el primer kilómetro, sigue la pista que discurre paralela al cauce. Superada otra pasarela, accederás a la cascada de Xurbeo. El regreso se hace por la misma pista.
Distancia: 1.3 km. Dificultad baja. Altitud: 605 m. Desnivel: 46 m. 1:15 h. Ida y vuelta.
Nava
El premio aquí es el paisaje de la llanura hacia Nava, Siero y Sariego; el correr del río; el aroma a naturaleza húmeda, a musgo y bosque. Pero también hay historia, mucha, la del palacio y torre medieval de los Álvarez de las Asturias donde, cuenta la tradición, nació la mujer del Cid Campeador, Jimena. Y geología, gracias a la garganta del Pendón, comparada con un Cares en pequeño. Circular, helechos tropicales como la píjara, que quedaron aislados por la era glaciar y han sobrevivido hasta nuestro siglos, ornan la ruta. Los ciervos trepan por las laderas. ¡Aviso importante!: a lo largo de esta propuesta encontarás la Aconitum vulparia, llamada comúnmente acónito amarillo o matalobos. Se trata de una planta tóxica que produce graves alteraciones nerviosas y cardiacas, y su veneno puede pasar a través de la piel incluso solo por llevarla en la mano, así que mejor no tocar ninguna formación vegetal.
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La N-634 dirección Nava lleva al inicio, habrá que desviarse a la derecha 2 kilómetros antes de la población, obedeciendo la indicación de Fuentesanta. Arranca en la embotelladora de agua mineral Fuensanta, cruza el puente sobre el río Pra. Un cartel avisa de la presencia de la ruta. Elige el camino de la derecha, la bifurcación a los pocos metros. Gira en ella a la derecha hacia Tabléu. A otros 2 kilómetros disfruta las vistas sobre la Sierra del Sueve y los montes del concejo de Nava, la imagen de pueblos como Palacio de la Ferrería. Después de un kilómetro y medio más, en la zona de Tabléu, observarás brañas.
Habrás cubierto 4,4 kilómetros al acceder a Mayáu Pastor, donde descubrir las cabañas utilizadas por los pastores. Medio kilómetro más adelante aguarda la zona de mayor elevación que regala impresionante panorámica de las Foces del río Pendón. Toca descender por el antiguo camino de 'Les Vueltes'. Cruza diversos puentes, incluido el puente Pendón. Desde el kilómetro 6 pisarás un sendero paralelo al cauce, labrado en la roca. Estarás en el redoble de tambores de la ruta, dentro de las foces, con el bosque de robles y de hayas centenarias presente.
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Kilómetro y medio después, aproximadamente, accederás a la zona conocida como Les Mecedores. Allí descubrirás una preciosa cascada. Medio kilómetro más adelante aparece el collado Los Fornos. Después, iremos bajando hacia el cruce inicial, fin de la ruta, entre castaños centenarios. Un kilómetro más y llegarás al cruce donde iniciamos la ruta. Solo queda descender hasta el parking.
Distancia: 8.5 km. Dificultad baja. Altitud: 633 m. Desnivel: 455 m. 3:30 h. Circular.
Somiedo
Roca, madera e incluso escobas sirven para edificar las cabañas de teito, usadas como establos para el ganado o vivienda para vaqueiros de alzada, pastores trashumantes que en verano se desplazaban a las brañas altas con los rebaños. Desde Villar de Vildas, el bosque que rodea los pastos mengua según crece la altura. Tras superar La Pornacal, escasea cada vez más, convirtiéndose en testimonial bosque de ribera hasta la gran cascada al otro lado del valle. Luego, en el paisaje de Braña Vieja, en la llamada Braña de los Cuartos, vencen los pastos. Desde allí la panorámica sobre el valle ascendido es sublime.
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La ruta parte de Villar de Vildas, nombrado 'Pueblo ejemplar' en 2004, en el valle del Pigüeña. Tras 400 metros de paso a paso, el caminante lo abandona por una pista de hormigón que transcurre a la izquierda del río Pigüeña. Al cumplir el primer kilómetro se hallan las primeras brañas, como la de Vildéu. Espacio poblacional rico en pastos y agua, lo habitaban vaqueiros de alzada. Fueron diseñadas para aprovechar al máximo los recursos naturales y solían ser de uso comunal, pues en primavera eran ocupadas de manera conjunta por los ganaderos.
Alcanzado el kilómetro 3,6, nos encontramos con la braña de La Pornacal, la más grande y mejor conservada dentro de Somiedo. Suman en total 370 cabañas censadas en esta zona, y esta acoge 33. El río Pigüeña la parte en dos. Dos kilómetros después, aparecen un puente que cruza el río y la cascada de Corralón. Y 400 metros más allá, un cruce de caminos donde hay que escoger seguir recto hacia otro conjunto de teitos conocido como la braña de los Cuartos. También llamada braña Viecha (braña Vieja), podrá encontrarla el andarín al final de la senda. Es más antigua que la de La Pornacal. Aprovecha, pues, para descansar, observa bien la construcción y el paisaje, y regresa hacia Villar de Vildas.
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Distancia: 13.1 km. Dificultad baja. Altitud: 1.223 m. Desnivel: 547 m. 4 h. Ida y vuelta.
Vadés
Si buscas paz, esta es tu opción. La sentirás en los siete miradores sobre el Cantábrico y contemplando las playas de rocas. Con vistas siempre frente al agua y a limpios fondos marinos, encontrarás fincas agrícolas, pinares, robledales, bosque de ribera y acantilados. Panorámica hacia el cabo Vidio y Luarca. También arrendajos y gavilanes sobre tu cabeza.
Comenzarás a caminar en el pueblo de Bustu, busca las escuelas. A unos 500 metros de ellas ha de arrancar. Unos 300 metros después, aparece el primer cruce señalizado. Hacia la derecha va a la playa de Bozo, pero antes de eso sigue recto por la senda. Disfruta la panorámica sobre los acantilados de Valdés y las playas de Cueva, las Imeas y los Cantones. Regresa atrás, al cruce, y ve a la izquierda, entre pinos y eucaliptos. A unos 2,3 kilómetros desde el inicio encontrarás un cruce. Gira a la izquierda y sigue unos metros para contemplar la playa del Bozo. Regresa de nuevo por el mismo camino hasta el cruce.
Una vez allí, sigue 3,3 kilómetros la rama de la derecha y, a pocos metros, escoge la izquierda y ve recto entre praderas y bordes de acantilados. Caminado un kilómetro desde el punto anterior, reinan las playas del Bozo y vistas del Cabo Busto encima de impresionantes paredes rocosas. Llegado el kilómetro 4,8, cerca del final, te hallarás, ahora ya sí, en el Cabo Busto, adornado por el faro y su mirador. Si miras abajo descubrirás la pequeña playa de idéntico nombre y la del Serrón.
Solo un kilómetro más adelante, el sendero bordea los acantilados hasta acceder a la punta Arenoso. Verás el islote Castiellu el Serrón enfrente; a la derecha la playa de Barchinas. Desde ahí, el sendero se aleja de la costa camino de Bustu. Encontrarás un par de cruces que marcan el momento para girar a la izquierda y continuar recto. A la altura del kilómetro 7, obedece la derecha y sigue ignorando desviaciones. A 300 metros gira a la izquierda, estarás casi en el centro del pueblo.
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Distancia: 7,9 km. Dificultad baja. Altitud: 81 m. Desnivel: 83 m. 2 h. 30 min. Circular.
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