Puerto endiablado hacia paisajes infinitos
Arredondo (Cantabria) ·
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Arredondo (Cantabria) ·
Pero qué paisajes. Pero vaya cuestas. Pero cuánta soledad. En la Cantabria interior hay un viaje que es posible por dos caminos y de ellos yo prefiero el más tortuoso, ya se imaginan por qué. Si viajamos entre los recónditos valles del Pas y del ... Miera, desde las localidades de Arredondo a San Roque de Riomiera hay que resolver una disyuntiva: enfrascarse por el sinuoso puerto de los Machucos y gozar de la aventura o marchar por el buen pavimento del puerto de Alisas hasta la localidad ferrona de la Cavada. Ambos pintorescos, ambos espectacularmente visuales, cada uno con sus miradores, cada cual con su patrón pero ambos compartiendo algunos de sus paisajes y montañas, ambos puertos mirando al mar como último horizonte. Si deciden entregarse a estos parajes les recomiendo decantarse, como yo, por Los Machucos.
La 17ª etapa de la Vuelta a España en el año 2017 terminó allá arriba, en lo alto del puerto, de Categoría Especial con sus 6,8 kilómetros al 9,2% y rampas de hasta el 25% que, por cierto, no aparece ni en los mapas. Las cuestas sí, pero no es eso lo único penoso; lo es que quien conduzca por esta ruta deberá ir pensando dónde ha tenido por última vez un sitio para cruzarse con otro vehículo, no sea que deba retroceder si viene alguien de frente. Sí, no solo las pendientes, de subida y de bajada, también la estrechura del pavimento podrían echar atrás a quien al volante no le apasione curvear mientras mira paisajes y abismos.
Para ir a los Machucos hay que hacer parada en Arredondo. A la que llamaron Capital del Mundo por la gran cantidad de indianos oriundos de esta comarca que corrían por los cinco continentes. Uno de ellos, Antonio Gutiérrez Solana, emigrado a México, donde casó con una rica de buena herencia, pagó la construcción de la portentosa iglesia parroquial, terminada en 1860 en factura neoclásica y con una impresionante y exenta torre cilíndrica. Torre que se hizo por un capricho del indiano para demostrar poder, pretendiendo incluso que se viera desde la capital, Santander.
En Arredondo parada; más allá, arrumbando a poniente, toca desviarse a Bustablado, último lugar posible para la fonda. Arrinconado, un indicador manda para los Machucos. La ruta comienza a trepar desde el primer instante acompañada por una serie de señales para los ciclistas donde advierten de pendientes y kilometrajes. ¡Cansa solo mirarlos!
Una revuelta tras otra descubrimos majadas y praderas mientras cruzamos algunas manchas de hayedos y luego dejamos a la izquierda el desvío al cabañal de Buzulucueva, un paraíso ganadero. Cuesta arriba, la pendiente no cesa y ataca implacable los mayores repechos de subida. Entre las últimas cabañas, y ya sumidos en un fragoroso lapiaz de ásperas y espectaculares calizas, la ruta zigzaguea como puede y se encarama en el rellano del alto de los Machucos o Collao Espina, elevado 921 metros sobre el mar que contempla a lo lejos.
En su cumbre se encuentra el monumento a la vaca pasiega y una gran explanada de asfalto, escenario, a primeros de septiembre, de una opulenta comilona popular en la Fiesta del Camino de los Machucos. Por encima, la bellísima caliza del macizo de Porracolina pinta montañas; más lejos, sobre un horizonte agreste, siempre el mar. ¿Bajar? Al valle del Miera queda un descenso de quitar el hipo hasta Calseca, pueblo del municipio aún de Ruesga, y después a la capital del valle del Miera, San Roque de Riomiera.
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