La Plaza Mayor, con sus balconadas de madera. Adobe Stock
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El pueblo donde un cerdo pasea libre

La Alberca | Salamanca ·

La localidad charra detenida en el tiempo con casas de piedra y madera, mantiene la rifa de un marrano en enero

Domingo, 26 de noviembre 2023, 00:26

Lo cuidamos entre todos. Es la tradición». Pasear por La Alberca, municipio charro a la sombra de la Sierra de Francia a 80 kilómetros de Salamanca y a 52 de Béjar, provoca al turista momentos en los que es difícil no quedarse con la boca ... abierta. Como si uno fuera el personaje de Gabino Diego en 'El Rey pasmado', la película de Imanol Uribe sobre la corte de Felipe IV. Recorrer sus calles empedradas, muchas de ellas tan estrechas que en verano el sol no llega a tocar el suelo, admirar sus peculiares casas con vigas y listones de madera en las que la segunda planta sobresale de la fachada y casi toca el edificio de enfrente, y escuchar el silencio de una población en la que apenas vive un millar de personas, ya es de por sí una experiencia.

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  • Distancia La Alberca se encuentra a 80 kilómetros de Salamanca, en el Parque de las Batuecas.

Pero si, además, la visita a este enclave se registra en los siete meses que van del 13 de junio -festividad de San Antonio de Padua- al 17 de enero -fiesta de San Antón- podrá toparse por el entramado urbano con un cerdo, el llamado marrano de San Antón que se rifará antes de la matanza a principios del próximo año. Es la «tradición», insisten sus habitantes. De hecho, lo cuidan y alimentan entre todos después de que en verano se celebre la ceremonia en la que se le bendice y se le coloca una campanilla para que todo el mundo le oiga y sepa por donde anda. Incluso por la noche se le cobija en alguna dependencia por lo que pudiera pasar al abrigo de la oscuridad.

Este año el ejemplar a sortear, y cuya recaudación irá a parar a una ONG, tiene su historia. Porque el animal protagonista de los actos de junio se «echó al monte», dicho así por los propios vecinos, porque era «mitad jabalí» y unos perros que participaban en una cacería acabaron con su vida. El 'suceso' hizo a los locales temer por la pérdida de esta tradición, aunque los moradores de la comarca están acostumbrados a hacer frente a males mayores. Así que el alcalde ha optado por sustituir el bicho por otro cerdo ibérico. Asegura que siempre ha habido un sustituto. Por lo que pudiera pasar.

Más allá de la anécdota, La Alberca es uno de esos pueblos con encanto que en alguna ocasión todos deberíamos visitar. Su fama se extiende, incluso, allende los mares. La localidad salmantina apareció el pasado verano en una de esas listas que organiza la revista National Geographic, que calificaba este enclave como el más bonito de España. De él decía que «a cobijo del Parque Nacional de Las Batuecas, el santuario mariano Virgen de la Peña vigila, desde lo alto de un pico, el pueblo». Porque esa imagen de virgen morena es otro de los reclamos del municipio.

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Si se tiene tiempo, ahora que está cerca el puente de la Constitución, y no se teme al viento helador que suele azotar la zona, otro recorrido que merece la pena está a apenas ocho kilómetros. Se trata de Mogarraz, con una estética muy similar a la anterior pero con una particularidad: desde 2012 sus casas están decoradas con los rostros de quienes allí vivieron. En total hay diseminados por esta localidad de no más de doscientos vecinos más de 800 retratos. Y en la fachada de su iglesia, las imágenes de aquellos que tuvieron que emigrar para ganarse el pan.

Y como en todo viaje siempre se guarda un momento para degustar las viandas de la zona, al margen del embutido y el hornazo -una empanada mucho más contundente que la gallega-, vamos a decantarnos por otro plato más sorprendente y fruto de la presencia de judíos conversos hace siglos: el limón serrano. Una ensalada hecha a base de limón, naranja, huevos fritos y productos del cerdo, aunque la receta varía en función del municipio. De pequeño al que firma estas líneas le enseñaron que se le echaba chorizo, pero hay versiones con jamón, con lomo, y quien a todo ello le añade bonito. Su degustación también es muy variopinta. En algunas localidades se tomaba para desayunar y en otras se restringe a determinadas festividades religiosas.

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