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Las playas del norte que enamoran a la cámara

Las playas del norte que enamoran a la cámara

Bañadas por el Cantábrico, hijas del Atlántico, los arenales más preciados del norte peninsular ofrecen descanso y relajación dentro de paisajes inolvidables

Jueves, 27 de junio 2024, 19:31

Las hay cortas, largas, recogidas o abiertas al mar que les da forma. Rocosas y verdes, empinadas y llanas. Cobijadas entre acantilados y sufrientes ante los embates del viento. También esbeltas, barrigonas, anchas y estrechas. Rodeadas de verde o de color oro, incluso casi blancas como la nieve.

Las playas que adoran el Cantábrico y el Atlántico, en el norte peninsular ocupan espacios que tomaron prestados al fondo marino, conquistados para la tierra. Zonas que cada día lame el mar, incansable en su ir y venir... arriba y abajo, arriba y abajo. Se extienden desde nuestras fronteras, desde un País Vasco acostumbrado al océano, hasta Galicia, que también sabe mucho de humedades. Cantabria y Asturias aumentan las posibilidades de zambullirse en un verano que no sería los mismo sin bañito en el agua, sin toalla sobre la arena, sin aroma a crema solar impregnado el cuerpo.

Acudimos a reconocer algunas de las propuestas posibles, para elegir dónde plantar la sombrilla y construir castillos de arena físicos y mentales, mientras el helado se derrite en nuestras manos y soñamos con la dulzura del azúcar y de los días de asueto.

Zumaia (Gipuzkoa)

Playa de Itzurun

Romatet

Que sí, esta es la de 'Juego de tronos', no vuelvas a preguntarlo. Por tanto, paisaje espectacular, no creerás que las series se ruedan en cualquier sitio. Algunos dicen que esta playa les recuerda a un hojaldre repleto de capas, otros que a los dientes de un monstruo recién salido del océano tras siglos sin emerger. El caso es que sus enormes acantilados verticales muestran paredes de piedra caliza con hasta 150 metros de caída, amenazan con raspar incluso de lejos. Hablamos del resultado de un fenómeno geológico, el flysch, presente a lo largo de siglos y siglos, miles de años de erosión marina. Un libro abierto a quienes saben leerlo con pistas sobre las distintas etapas del planeta. Por eso hasta ella no solo llegan bañistas, sino también estudiosos.

Su arena dorada fina hace juego con esas paredes, cerca del casco urbano de Zumaia. De largo suma casi 3 kilómetros, 270 metros en concreto. Las olas rugen, se nota su carácter cantábrico, recio, fuerte, poderoso. No es raro ver surfistas, piragüistas y amantes del bodyboard. Pero cuidado con las mareas, ya se sabe que son traicioneras. Si vas a subir a la tabla, la parte oeste requiere nivel avanzado debido a sus fondos de arena y roca. En cuanto a los servicios disponibles, encontrarás aseos y socorrista.

Ibarrangelu (Bizkaia)

Playa de Laga

Iván García Castaño

Parece obligatorio colocar a esta playa entre las más bonitas de Bizkaia. Si preguntaras a los vizcaínos, muchos votarían sin dudarlo por ella, debido a su situación dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai y por las opciones que ofrece a las familias. Por el paisaje y el relax que supone contemplarlo. Dunar, vigila el mundo junto al cabo de Ogoño a lo largo de sus 574 metros de longitud entre arena fina y dorada, abierta al mar.

Aquí, no ver surfistas sería raro. Acuden en tropel al encuentro de sus olas cortas e intensas, con picos de izquierda y de derecha. Los expertos en la materia aseguran que necesitas un 'swell' medio de dirección oeste para empezar a funcionar. Y que puede aguantar hasta dos metros. ¿Prefieres otros asuntos más allá de tostarse al sol mientras los parapentes vuelan sobre tu cabeza?: apúntate a vela o a piragüismo. Recuerda también que cuentas con merendero, aseos públicos, fuentes y socorristas entre los servicios que hacen tu vida estival más cómoda.

El Tejo, Valdáliga (Cantabria)

Playa de Oyambre

Adobe Stock

Si te gusta caminar, puedes hacerlo a lo largo de los más de 2 kilómetros que ocupa junto a la desembocadura de la Ría de la Rabia, en la costa occidental de Cantabria. Exactamente a 4 kilómetros de Comillas y a 6 de San Vicente de la Barquera, por si cansa estar todo el rato sobre la arena y prefieres aprovechar para hacer un poco de turismo en ambas localidades.

Aseguran que es una de las playas mejor conservadas de la región, sobre todo por su premio gordo: el campo de dunas que sirve de frontera entre ella y la ría. Así que prepárate para disfrutar las vistas sobre las ondeantes acumulaciones de grano que suavizan el paisaje emulando las curvas de un cuerpo femenino. Blanca es la arena, fina además. Poco el desnivel de la playa, para que, cuando reposes, aquello parezca una hamaca, no una ladera en la que clavar las uñas para no acabar escurrido hacia el agua por efecto de la gravedad. Podrás tomar el sol y leer con gusto, abandonarte a la siesta, al 'no hacer', ese deporte tan poco practicado, necesario si quieres afrontar el día a día con cierta cordura.

Oyambre comparte idéntica nomenclatura con el Parque Natural nacido a base de marismas y sistemas dunares, de entornos húmedos y secos. Como se trata de animar a buscar destinos, invitamos a conocerlo desde la ría de San Vicente hasta la de La Rabia. Aguarda tranquilo, poblado por delicados ecosistemas que necesitan de él para seguir adelante, igual que tú necesitas de estos momentos de ocio. No es difícil distinguir en el cielo pájaros adorados por ornitológos y aficionados a vigilar aves, esos voyeur de plumíferos que casi lloran si sus prismáticos reconocen a los más buscados.

Comunes, no por eso menos interesantes, son las garzas, grullas y anátidas que pueblan este vecindario al que sumarse por unas horas… así que haz el favor de ser respetuoso con el entorno que te acoge, como buen invitado. La playa cuenta con servicios de aparcamiento, duchas, acceso para minusválidos, puesto de socorro y zona de picnic.


Somo, Ribamontán al Mar (Cantabria)

Playa de Somo

Kevin George

Muchos aficionados al surf cabalgan sus olas, ha sido reconocida como uno de los lugares más afamados desde el inicio de este deporte en España. Nos encontramos en la costa de Trasmiera. Ya sabes, de la comarca que, junto al agua, parte de Somo, frente a la bahía santanderina, a Santoña. Dividida en dos sectores: hasta el cabo de Ajo, punto más septentrional de la costa, repleto de acantilados con escasos arenales; y desde el cabo Quejo hasta la ría de Treto, con preciosas y extensas playas salvajes como Langre y Antuerta, alejadas de los núcleos de población y de difícil acceso; semiurbanas como Somo, Loredo, Ajo, Isla, Noja y Berria, bellas y muy visitadas; y urbanas como la de San Martín en Santoña. Lo especificamos por si apetece conocer otra.

La que nos ocupa puede definirse como arenal hermano de otros dos, las playas de El Puntal y de Loredo. Unidas suman casi 4 kilómetros de longitud y fuerte oleaje, al encontrarse orientadas a mar abierto. Con grano dorado y fino, suma pendiente, pero el desnivel es suave. Y fachada litoral con acantilado, dunas donde se practica nudismo y humedal. Vamos, que chula parece. Para llegar hay que elegir el coche o acceder en lancha con la empresa Los Reginas, desde Santander (Tf. 942216753). Así, de paso, te das una vuelta en barco, por añadir un extra a la salida que hará de tu jornada una experiencia mejor. Y si te queda tiempo, vuelve a la capital cántabra para disfrutar un rato de ella.

Villaviciosa (Asturias)

Playa de Rodiles

Adobe Stock

Algo más de un kilómetro es lo que se extiende este bonito arenal dorado en la parte oriental de la provincia. Para curiosos, en cuanto al ancho hablamos de 1.000 metros que engordan o adelgazan según las mareas. Nos encontramos, por tanto, en una de las playas asturianas más grandes y, por ello, en una de las más concurridas. Muy buscada también por aficionados a los deportes acuáticos, por allí pasan, asimismo, amantes del surf. La razón: luce apertura, fuerte oleaje y una famosa ola izquierda.

A pesar de encontrarse en un entorno semiurbano, forma parte de la Reserva Natural de la Ría de Villaviciosa. Por eso dispone, junto a ella, de extensas zonas arboladas con pinos y con eucaliptos.

Aprovecha el paseo marítimo de madera que discurre por el margen de la ría si formas parte de la legión de gente que aguantan poco en el agua y menos en la arena. Para llegar hasta allí cuentas con transporte público. Hay aparcamiento y camping en sus inmediaciones. Si el sol molesta, también ofrece una amplia zona de sombra arbolada con mesas y bancos donde huir de Lorenzo cuando se pone intenso. Y para caminar, hallarás senderos accesibles. En cuanto a sus servicios, tienes un poco de todo: aseos, acceso para personas con discapacidad, área de picnic y bandera azul, detalle importante.

Cudillero (Asturias)

Playa del Silencio

Muchovisor Fotografia

También llamada Gavieiro, su nombre invita a la calma, a dejar pasar las horas como pasa el oleaje mientras mece el mar. Mide solo 300 metros de largo y 30 de ancho, pero es un tesorito de la Asturias occidental, probablemente una de las playas más bellas de esa zona... y lo dicen sus moradores, no solo nosotros. Perla entre los arenales, aguarda recogida en una concha que protegen acantilados e islotes, encargados de frenar la fuerza del océano.

Deberás caminar medio kilómetro para conquistarla, bajando unas cuantas escaleras. Eso sí, no busques arena; aquí impera el canto rodado propio de este paraje casi virgen. De hecho, tu destino aguarda dentro del Paisaje Protegido de la Costa Occidental, para extasiarse con la panorámica. De todas formas, no creas que allí estarás solo, a todo el mundo le gusta disfrutar de la belleza, pocos lugares escondidos quedan ya por descubrir. Ni esperes ningún tipo de servicio... lleva agua, bocadillos y todo lo que necesites para esas horas de 'tumbing'.

Islas Cíes (Pontevedra)

Playa de Rodas

Tono Balaguer

Ocupa el primer lugar entre las playas gallegas más visitadas. Incluso el periódico 'The Guardian' la destacó como 'La mejor playa del mundo', aunque eso fue ya hace años, en 2007. Enamoran su perfecta arena blanca, sus aguas limpias color turquesa que han ayudado a obtener la bandera azul lucida. También gustan las dunas y bosques que la adornan.

Nutre el entorno la belleza heredada del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia, al que solo se puede acceder, por cierto, en barco. Así que toca navegar desde el puerto de Vigo para disfrutar del paraíso. Se hace rogar, sí, pero compensan las vistas desde el navío y la miniexcursión acuática.

Imagina la fotografía. Aguas cristalinas a tus pies. Colinas repletas de copiosa vegetación a ambos lados. Un templo natural de vida silvestre donde las aves marinas descansan arropadas por la misma paz que tú disfrutarás. Caminos serpenteantes a través de la isla para admirar la flora local y las panorámicas. Posibilidad de apuntarse a algún curso de buceo, de nadar, andar, dejarte llevar por el arrullo de la brisa. De sentirse en un edén estival del que no querrían salir ni Eva ni Adán.

Porto do Son (A Coruña)

Playa de Baroña

Roberto Regatos

La escogemos por curiosa, ¿cuántos arenales cuentan, justo al lado, con las ruinas de un castro? Fue en el siglo I antes de Cristo cuando los celtas descubrieron el rocoso tramo costero entre las rías de Muros y Noia, y les gustó. Por eso decidieron instalarse entre pinares y helechos, en una península que podría ser defendida sin excesivos problemas desde todos los flancos, ventaja innegable en tiempos convulsos.

Una senda plagada de roca entra en el bosque para dividirse algo más tarde y enfilar, a la derecha, hacia el castro, donde aguardan más de 30 estructuras circulares u ovaladas que se utilizaban como vivienda; a la izquierda, hacia la playa de tus amores. El poblado se alcanza, por si apetece conocerlo (deberías), tras cruzar el itsmo arenoso en el que aparecen las fortificaciones, los vestigios de aquel pasado.

Virgen y aislada, lo siguiente que debe quedar claro sobre esta playa es que, entre biquinis y bañadores, también se practica el nudismo. En cuanto a la extensión, mide 500 metros de largo y 60 de ancho, y está cubierta de arena blanca y dorada. Los acantilados la salvan de los vientos, aunque, a pesar de ello, siga soplando y se note.

Cuentan los acostumbrados a broncearse allí que el tono del tueste es especial, por el yodo que liberan las algas marinas. Prueba y te cercioras. Volviendo a la parte histórica, con el pueblo celta primigenio acabaron los romanos, y a ellos los han sustituido nudistas, turistas y surfistas. Para llegar, a 4 kilómetros de Porto do Son aparece el restaurante O'Castro, donde aparcar y emprender el camino. Y hay, en el pueblo, un Centro de Interpretación del Castro de Baroña, para aprender más sobre el antiguo asentamiento fortificado de la Edad de Hierro, ya que estás allí.

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