La planta de pequeñas flores cuyas raíces sirven para hacer jabón

Conocida comúnmente como carapitera o borbonera, debe su nombre científico al hecho de que las flores masculinas y femeninas crezcan en plantas diferentes (dioica significa 'dos casas'). Para diferenciarlas solo hay que tener la paciencia y vista de contar sus estambres. Las hembras tienen cinco, y en los ejemplares macho se contabilizan una decena.

La belleza de la silene está en su sencillez. De un rosa vivo, las flores son pequeñas y se agrupan en racimos. Si bien sus cinco pétalos pueden tener tamaños distintos entre sí, coinciden en presentar una hendidura profunda que les otorga una forma que recuerda a un corazón. Cada una de ellas sale de una especie de bulbo en forma de globo, que esconde las semillas y que crece en el extremo de un tallo peloso y suave. En total, la planta puede alcanzar hasta los 90 centímetros.

Dejando a un lado su indudable valor estético, que las hace ejemplares aptos para dar color a cualquier jardín, las Silene Dioica han tenido dos usos curiosos a lo largo de la historia. Por un lado, antiguamente se las asociaba con las serpientes, ya que se creía que sus semillas, previamente machacadas, servían para curar su mordedura. Mucho más comprobado está el otro uso que aún hoy se le da a la raíz de esta planta y del que da una pista uno de los nombres por los que se la conoce: jabonera. Y es que si se hierve a fuego lento esa parte del ejemplar, se obtiene una suerte de jabón que sirve para lavar la ropa. De hecho, se trata de un producto orgánico de limpieza que hoy en día puede comprarse en diversas webs.