La planta olvidada que sirve tanto para un roto como para un descosido

Pájaros y flores

• Originaria del centro y del sur de Europa, y del norte de África, se extiende sobre todo por el litoral mediterráneo.

Conocida también como hierba nieta, se caracteriza por tener tallos leñosos en la parte baja; hojas pelosas en forma ovalada con dientes y nervios muy marcados; y flores púrpura claro -que florecen durante todo el año- que nacen de los nudos de las hojas en forma de cáliz con los estambres y el estilo sobresaliendo. Pero lo que más llama la atención de esta planta es su fuerte aroma que atrae a abejas y mariposas.

En su momento se les atribuía a las bebidas hechas con calaminta un carácter adivinatorio. Más allá de las leyendas, el uso de esta planta se remonta al siglo I, apareciendo incluso en los textos de Plinio y Dioscórides. Y es que sus propiedades son casi infinitas.

Esta planta sirve como antiinflamatorio gástrico e intestinal, antiespasmódico, analgésico, carminativo, para calmar el dolor de muelas, combatir la halitosis, estimular la circulación, sobrellevar el catarro… e incluso para los dolores menstruales. Tanto es así que en Piloña (Asturias) se dice: «Si supieran las mujeres lo buena que es la nielda (su nombre allí), pastarían en el prado como las vacas la hierba».

La calaminta se puede usar como condimento en sopas y estofados; para sazonar caracoles, carne y verduras; para cocer castañas y patatas; para aliñar las aceitunas; para aromatizar los platos; para añadirla a las tortillas… o se puede consumir simplemente infusionando sus hojas. El empleo de la hierba nieta es más común de lo que se cree. De hecho, en las regiones del Mediterráneo donde se elaboran licores como la ratafía o el herbero se incluye en la receta este ingrediente tan poderoso.