Un rebaño pasta en un prado del Goierri a la vista del Txindoki, la montaña icónica de la comarca.

Pistas para perderse en las Tierras Altas del Goierri guipuzcoano

La vida pastoril, el mundo rural y los primeros escarceos de la industrialización aparecen en la comarca guipuzcoana, cuya red de senderos conduce a espacios de naturaleza deslumbrante

Jueves, 23 de septiembre 2021

No es fácil. Que no es fácil decidir a partir de qué hilo comenzar a tirar para contar las maravillas del Goierri, entendámonos. Porque el corazón de Gipuzkoa –que resulta que está tan bien puesto en el mapa que está a tiro de piedra ... de Bizkaia y de Álava, muy cómodo para realizar pequeñas incursiones con las que ir conociendo el territorio– late al ritmo de muchas historias, parajes y hasta, yendo a lo más concreto y tangible, delicias gastronómicas. Si se quiere tener como hilo conductor la buena mesa, es posible montarse un gran plan o dos. Si se prefiere admirar paisaje, también. ¿Restos mineros? ¿Viejas grandes estructuras, ingenios de la ingeniería? ¿Tradición y cultura? ¿Lugares con un puntito místico? ¿Arquitectura medieval?

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De todo hay en los 18 municipios que conforman esta comarca verde, muy verde, que por su orografía recibe el nombre de las Basque Highlands. Las tierras altas vascas son, desde 2015, Destino Europeo de Excelencia (EDEN son sus siglas en inglés, por European Destinations of Excellence), y eso se debe a que explotar económicamente pensando en la dimensión turística esta parte de Euskadi, se guía por un desarrollo sostenible que asegura disfrutar de sus rincones sin llevarse ningún susto posmoderno.

El mercado de Ordizia.

Y como no es fácil decidirse, que decida la actualidad. Que es también, todo hay que decirlo, la tradición. Hace unos días, a comienzos de mes, se celebraba el famoso Concurso de Queso de Ordizia. El resultado, dos pastores del Goierri llevándose los dos primeros galardones. De Segura llegaba el elaborado por Eneko Goiburu, que se hizo con el Oro; de la misma Ordizia, el de Joseba Insausti, Plata. Luego ya se sumó un queso de Mutriku, pero el llamado 'Territorio Idiazabal' manda. La mitad del ejemplar ganador se vendió por sus buenos 9.400 euros.

Conste que catar lo que los pastores de la comarca saben hacer con la leche de las ovejas de las Basque Highlands sale bastante más apañado. Y encima se puede ir uno a casa con la sensación de haber aprendido algo sobre uno de los emblemas de la gastronomía vasca. Solo hay que pasarse por el Centro de Interpretación y Degustación del Queso Idiazabal, en la localidad del mismo nombre; allí, además de aprenderse la teoría, se realizan actividades tan prácticas como la cata de varios quesos. Y con maridaje con otros productos tradicionales de la zona como el txakoli y la sidra.

Una mujer explica a dos niños detalles relativos a la alimentación en el centro D'Elikatuz.

Luego solo hace falta ir tirando de este hilo y profundizar en la elaboración de este lácteo en las queserías Aranburu, Baztarrika, Gaztainaditxulo, Otatza, Basozabal/Garoa u Ondarre, que salpican la comarca; o dar un paseo montañés para ver las txabolas de los pastores o apuntarse a una visita a sidrería –en Altzaga, Ataun, Legorreta, Ordizia, Zerain– o hacer coincidir el viaje con el mercado de Ordizia, que se celebra cada miércoles desde el año 1512 y, con su aire de templo de columnas, presume de ser el más antiguo del País Vasco.

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Hasta allí se acercan los productores de los caseríos para ofrecer lo que cultivan en sus huertos y desde hace tiempo los chefs locales 'celebran' su llegada organizando visitas guiadas al mercado, proponiendo recetas con los productos de cada temporada y cocinándolos después en clases de showcooking. Tampoco es mala idea adentrarse en un museo dedicado a la comida, D'Elikatuz, el Centro de Interpretación de la Alimentación y la Gastronomía; suelen preparar actividades relacionadas con la cosa del comer.

El túnel de San Adrián.

Todo lo que tiene que ver con el buen yantar se debe, claro está, a una naturaleza muy viva, a un entorno natural privilegiado. Y el lazo entre ambas facetas del Goierri es tan estrecho que existe hasta un sendero que aúna ambas. El nombre no engaña: la Ruta del Queso o, menos exquisito, GR-283. Atraviesa los Parques Naturales de Aralar y Aizkorri-Aratz –entre los que se enclava la comarca– en un recorrido de 100 kilómetros perfectamente señalizado. En total, seis etapas de inmersión en la realidad del Goierri.

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Otra vía para tomarle el pulso es la Vía Verde que va de Mutiloa a Ormaiztegi, poco más de cuatro kilómetros ideales para hacer en familia, con un juego de orientación para niños incluido y con parada en el coto minero de Aizpea (Zerain). En Segura y Zegama, hay otros seis recorridos de orientación permanentes de diferentes dificultades.

Calles de aire medieval en Segura.

Por el Goierri pasa también el Camino de Santiago del interior, que atraviesa enclaves como el túnel de San Adrián, uno de los puntos más bonitos del Parque Natural de Aizkorri-Aratz . En sus 70 metros de largo hay espacio para una ermita y para el eco de siglos de peregrinaje y de idas y venidas de correos reales por su calzada medieval, que contectaba la Llanada Alavesa y las rutas hacia Castilla y Aragón con la costa a través de Arantzazu y Oñati. Y fuera, para unas vistas de las que dejan sin palabras. Edurne Pasaban empezó por aquí su carrera de alpinista.

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Si la incursión en tierras del Goierri va justa de tiempo, y como primer acercamiento, se puede dejar la caminata para otra ocasión y conformarse con una visita a los Centro de Interpretación de los dos parques naturales, que están en Zegama y en Ataun. Y aquí, en la localidad natal de Aita Barandiaran, se encuentra el museo dedicado a esta figura central de la cultura euskaldun y a su tema de estudio, la mitología.

El palacio de Zerain.

Aunque optar por este y no por otros museos tampoco es fácil. En las Basque Highlands hay para todos los gustos, de todas las épocas que se han vivido. A ver: en Igartza (Beasain), el conjunto de palacio, molino, ferrería, puente y crucero, todo un viaje al pasado en un pispás. En Segura, más de lo mismo, con el Centro de Interpretación Medieval ubicado en una villa del año 1256 –y atención a la construcción típica en las calles del núcleo antiguo–.

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En Ormaiztegi, el Museo Zumalakarregi, en honor al general carlista y su hermano Miguel, político liberal; en el repaso al siglo XIX vasco que se da en el local, cabe incluir ir a echarle un ojo al viaducto de la línea de tren Madrid-Irun, una estructura de 35 metros de altura y más de 280 de largo que no es de Eiffel, pero lo parece. En Zerain se trata más de una visita completa al pueblo, porque hay un colosal palacio, un museo etnográfico, una antigua serrería hidráulica, una cárcel (en una taberna) y una tienda de artesanía. Y no hay que olvidar el ya mencionado Complejo Minero de Aizpea, donde el gancho cultural es una antigua explotación minera y sus galerías.

No todo lo que ofrece el Goierri está señalizado, quietecito, dispuesto y a la espera de los turistas. Hay una parte de la posible visita de la que hay que estar pendiente porque va variando a lo largo del año. Es la que tiene que ver con las expresiones culturales de las tradiciones locales. El deporte rural, el juego de bolos en Segura y en Zerain y el campeonato de baile suelto de Euskal Herria (en Segura el mes que viene) son parte del patrimonio tanto como los edificios y los paisajes. Tanto de esta como de todo lo demás habrá información de sobra en la próxima edición de Expovacaciones, que se desarrollará del 1 al 3 de octubre en el stand de Euskadi del BEC (Barakaldo).

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