Un paseo con sabor a hojaldre por la costa occidental de Cantabria

En bici

• Distancia 36 km.

• Altitud máxima 100 metros.

• Desnivel 600 m+.

• Tiempo total 2 horas.

Partimos de la villa marinera de San Vicente de la Barquera, donde podemos aparcar y tomar un buen desayuno antes. Y seguimos la N-634 en dirección a Asturias. Pese a ser una carretera general, tiene bastante menos tráfico que hace unos años gracias a la autopista, que circula prácticamente en paralelo. Nos dirigimos hacia Pesués. El primer tramo es cuesta arriba, pero el esfuerzo se ve recompensado por las vistas de la zona: es un mirador perfecto para ver la parte antigua de la villa, la iglesia de Santa María de Los Ángeles y el humedal de Brazo Mayor. Conviene tomar el desvío hacia el mirador de Santillán para disfrutar del paisaje y hacer la foto de rigor.

Una vez conseguida la instantánea, proseguimos por la nacional, que es bastante llana con leves ondulaciones, hasta el desvío que va al pueblo de Prellezo. Si vamos con tiempo, merece la pena salirse por él, llegar al municipio y luego tomar las indicaciones hacia la playa de El Berellín, una arenal precioso, no demasiado conocido y casi salvaje. Desde él tenemos una panorámica perfecta de los acantilados de la zona, afortunadamente poco explotados y habitados. Una vez hecha la parada, volvemos a la N-634 y llegamos a Pesués. Allí, cogemos la CA-380 en dirección a Pechón.

Esta carretera bordea la ría de Tina Menor por su lado izquierdo y tiene unas vistas increíbles. Una vez llegado al pueblo, seguimos las indicaciones a la playa de Amió. Nada más verla descubrirán porqué se dice de ella que es doble. No se lo piensen: descálcense y mójense los pies antes de dar la vuelta. Si queremos un tentempié, en Pechón hay varios restaurantes, aunque yo recomiendo parar ya de regreso en la Cafetería Royal de Los Tánagos y tomar unas buenas corbatas.