Paseando alpacas cántabras

Alpacas de la tierruca (Cantabria) ·
En Llanos podrás disfrutar de dos horas en compañía de una familia un tanto peculiar

Iraitz Casillas

Domingo, 17 de marzo 2024, 18:30 | Actualizado 18:43h.

Puede resultar difícil de creer, pero en la vecina Cantabria pueden pasear y acariciar alpacas. Están leyendo bien. En un pequeño pueblo llamado Llanos se esconde una gran familia de animales que no corresponde a la fauna cántabra, pero que es imposible rechazar.

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Durante un ... recorrido de dos horas conocerán de la mano de Pili y Paco, los cuidadores, la granja 'Alpacas de la Tierruca'. Lo primero que harán será explicar a los visitantes las características del animal. Originarias de Perú, este mamífero produce una de las fibras más deseadas en la industria textil. Y exactamente a ese fin están destinadas estas alpacas cántabras. «Queríamos un animal del que poder encariñarnos sin pensar en que al final sería sacrificado», puntualiza Pili.

En este caso de la raza 'Huacaya' -que se diferencia de los 'Suri' por su pelaje esponjoso-, son animales domésticos de fácil mantenimiento que se adaptan al clima del lugar. Son curiosos y aprecian la compañía, aunque los machos tienden a ser conflictivos, como ya comprobareis al conocer a Llanos y Melchor.

En coche

A 94 kilómetros de Bilbao y a 156 de Vitoria.
Reservar a través de alpacasdelatierruca.es

Una vez descubierto de qué animal se trata -no confundirlas con sus parientes las llamas-, es hora de presentarse ante Quefir, Quevedo, Melchor, Llanos y Rolex: los hombres de la casa. El día en que visité la granja Llanos estaba castigado por mal comportamiento -algo muy usual-, pero Pili le permitió pasear con nosotros. Aunque no es el único rebelde; Melchor es el karateca del grupo. Es dado a dar patadas, pero con la estatura que tienen estos animales son indoloras. Los hay más cariñosos, como Quefir que me permitió abrazarle durante el paseo. No como Quevedo que me hizo unas cuantas cobras. Y Rolex... va a su bola, es un alma libre.

Durante el recorrido por la zona no solo podrán pasearlos, sino también darles zanahorias y acariciar su suave pelaje -no podrán parar de hacerlo-. Además, podrán admirarlos de cerca y ver sus rasgos tan característicos, incluyendo sus distintos peinados. Por ejemplo, Rolex se tira un aire a Prince con su pelo rizado, mientras Quevedo con la cabeza afeitada y el pelaje marrón parece un camello.

Llanos el rebelde, Melchor el karateca, Quefir el cariñoso, Quevedo el desapegado y Rolex el alma libre

Del pelaje al hilo

Tras disfrutar de los machos, toca atarles cerca y visitar a las hembras y a las crías más pequeñas. Aconsejo que no se acerquen a las damas acompañados de ellos, ya que no querrán terminar bañados en escupitajos. Al entrar en el recinto tendrán la oportunidad de darles zanahorias a ellas también. Pero eso no es todo. Paco demostrará lo dóciles que son poniéndo en los brazos de los visitantes a uno de los más chiquitines.

Los machos, las hembras, las crías más pequeñas... para conocer a esta familia por completo falta visitar la guardería. A los cinco meses de nacer los pequeños son separados de sus madres, pero como estar solos les pone nerviosos, Pili y Paco juntan a todos en un recinto. Al llegar no había ningún animal en el lugar pero tras oír la llamada de la hora de comer llegaron todos en estampida. En este punto final del recorrido podrán darles de comer pienso de sus manos y también servirlo en sus recipientes.

Mientras, las alpacas másjóvenes se encuentran con las hembras.

Y por último pero no menos importante -aunque Pili considere que puede aburrir a las visitas-, la cuidadora explicará cómo es el proceso del pelaje al hilo. Entre abril y mayo toca salón de belleza: las esquilan, les liman las uñas y les revisan los dientes. «Lejos de agradecérlo, nos miran con resentimiento», bromea Pili. El pelaje se lava, se seca, se separa, se carda, y se hila con la rueca obteniendo así una fibra textil suave, ignífuga y termoreguladora.

Además, durante la visita estarán acompañados de un perro muy simpático y de alguna gallina que otra. Después de esta excursión llegarán a casa queriendo adoptar una alpaca, os lo aseguro.