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GAIZKA OLEA
Jueves, 30 de mayo 2019, 08:23
Llega el verano y, como Eva María (atención, esto es un spoiler que contiene la letra de la canción de Fórmula V y los menores de 50 estarán in albis), nos vamos buscando el sol en la playa. Y si lo pensamos, tenemos más playas ... que sol, así que conviene aprovechar cada instante despejado para tumbarse en la arena, darse un baño o disfrutar de un bonito atardecer. Arenales para la familia, para surfers, para fanáticos de series de televisión o películas, grandes y pequeñas... aquí va una selección para que cada cual encuentre un sitio para su toalla.
Si antaño pudo ser una sorpresa ya no lo es: las mejores playas del País Vasco están a cien kilómetros del mar. El cuidado en las infraestructuras, la calidad del agua y un entorno agradable, ideal para la práctica del deporte, el senderismo o el baño han convertido a las calas que rodean los embalses de Ullíbarri Gamboa en un lugar privilegiado, como denota que tres de las cinco banderas azules asignadas a Euskadi estén en Álava. Garaio Sur, Garaio Norte y Landa, a escasos kilómetros de Vitoria, atrajeron el año pasado a unos 250.000 usuarios, que se benefician de la red de senderos que permite caminar o andar en bicicleta cómodamente, por un espacio prácticamente llano y, si se tercia, darse un chapuzón.
Las otras dos banderas azules de Euskadi son dos playas getxotarras de diferente condición. Ereaga es una playa urbana, amplia y bordeada por un agradable paseo marítimo repleto de servicios (bares, restaurantes, hoteles, cines), que arranca en el moderno puerto deportivo y culmina en el encantador Puerto Viejo de Algorta. Arrigunaga es otra cosa: pues las construcciones están más distantes, con el molino de Aixerrota como emblema en lo alto. Las obras de contención realizadas hace más de dos décadas han transformado este espacio en un arenal más seguro y agradable.
Una playa familiar que se caracteriza por el peñón que la cierra por el este y por Atxuri, la peña con aire de espinazo de dragón que marca la división imaginaria entre Atxabiribil (Sopela) y Arrietara (Larrabasterra). Muchas familias, muchos grupos de adolescentes y muchos surfers se dan cita en un arenal agitado por el oleaje, aunque no tanto como la vecina Barinatxe (o Salvaje). La supresión de los edificios en el sector de Arrietara, el control del tráfico y unos servicios adecuados explican el éxito de estas playas. Uno de los mejores puntos para deleitarse con la puesta de sol.
La Concha de Bizkaia, un milagro que se ha librado del urbanismo salvaje. El largo paseo desde la estación del metro en Plentzia queda compensado por las excelentes condiciones de un arenal que comparten Plentzia y Gorliz, un espacio familiar en el que bañarse con la seguridad que proporciona el mínimo oleaje. Los surfers prueban suerte, pero este no es su territorio, sino el de los jóvenes que en los últimos años han descubierto una nueva zona de diversión gracias a los hinchables que se colocan cerca del antiguo sanatorio, hoy hospital, de la que dicen que es la zona con más horas de sol de Euskadi.
No podemos despedirnos de Astondo sin mencionar la playa de Muriola, o de la cantera, en Barrika, mundialmente famosa desde que se rodaran allí algunas escenas de 'Juego de Tronos'. Una cala diminuta que con mareas vivas casi desaparece, pero que los aficionados al nudismo conocen desde hace décadas. Bañarse en Muriola es un placer por sus aguas calmas y transparentes, aunque con bajamar resulte más complicado meterse en el agua porque afloran las rocas. La 'pasarela' central que tan bien conocen los asiduos ayuda a evitar los escollos.
Un escenario de pesadilla digno de 'Blade Runner' enmarca la playa de La Arena, compartida por Muskiz y Zierbena, pero el mundo industrial de Petronor se desvanece para los usuarios de este gran arenal orientado hacia mar abierto. Las pasarelas de madera recorren las dunas y conducen a los bañistas hacia las zonas de baño en un escenario de una sorprendente riqueza paisajística. Los locales situados en el extremo más cercano a Zierbena y en Pobeña aportan entretenimiento y servicios.
El imponente peñón de Ogoño, guardián de Elantxobe, protege un flanco de esta bellísima playa situada en el término municipal de Ibarrangelu. Un arenal prácticamente salvaje, en el que unos pocos edificios (bares y restaurantes) quiebran la naturaleza. Con el islote de Izaro a la vista, Laga es uno de los paraísos para los amantes del deporte, con espacio para surfers, piragüistas y parapentistas. En esta playa abierta de gran fondo hay sitio para todos, pero siempre con prudencia.
La playa de Ea es urbana, pequeña y deliciosa, ideal para ir con niños ya que apenas se registra oleaje. Situada en la desembocadura del arroyo, la cala se encuentra alejada de mar abierto en las proximidades del diminuto muelle, que con marea alta puede servir incluso de improvisada piscina en la que jugar con las fluctuaciones de las olas. Los paseos cercanos, el bosque y callejear por el pueblo, con su encantador puente de piedra entre casas pintadas de colores alegres completan un buen día de playa y unas fotografías de postal.
Otro escenario de 'Juego de Tronos' que, como la de Barrika, merece por su belleza la fama que atesora. Itzurun es además un tesoro porque se halla en plena zona de flysch, esas formaciones rocosas derivadas de la formación del mundo tal y como las conocemos, un libro que permite, a los que saben, leer nuestro pasado geológico. Pero es de suponer que los bañistas no están demasiado interesados en cuestiones científicas, por lo que disfrutan de un arenal situado a escasos metros del pueblo, abierto al mar y, como tal, de aguas agitadas presidido por otro escenario cinematográfico: la ermita de San Telmo en el que van a casarse los dos protagonistas de 'Ocho apellidos vascos'.
La playa más famosa de la tele, sólo porque Karlos Arguiñano la eligió como plató natural de sus programas de cocina durante el verano. Con vistas al ratón de Getaria y protegida por un estupendo paseo y por el campo de golf, el arenal de Zarautz tiene algo de 'belle époque', con sus casetas blanquiazules, pero es un mar adecuado para el surf, que tiene aquí uno de sus epicentros. En su extremo oriental, alejada del casco urbano, se practica el nudismo aunque el nuevo paseo que bordea el golf le resta intimidad.
Vale: renunciamos a ser imaginativos en el texto dedicado a la playa de San Sebastián, la playa por antonomasia, la madre de todas las playas. Es un caso digno del mal de Sthendal; tanta belleza duele. Puedes dedicar horas a buscar algún defecto y va a ser que no. Su arena amarilla, el paseo, la barandilla, el kiosko demodé, la isla de Santa Clara, el puerto, el perfil de barco del Club Náutico, el agua limpia y apacible, pintxos de escándalo a dos minutos, su palaciego ayuntamiento, los rudos tamarises, el Acuario... Puestos a ello, podríamos quejarnos de que hay demasiada gente en la arena y en el paseo, pero si vamos a protestar es porque también nosotros estamos allí. Carpe Diem. O sea, disfruta el momento.
Cantaba Iparraguirre durante su exilio que estaba como enloquecido en Hendaya, con los ojos abiertos, por no poder cruzar el Bidasoa para volver a casa. Es comprensible, pero seguro que el bardo dio algún paseo por su impecable playa, larga, ancha, batida por las olas, cerrada por el lado norte por los dos gemelos, dos rocas que según la leyenda fueron arrojadas por los gentiles, los pobladores anteriores a la implantación del cristianismo, para destruir la catedral de Bayona. Se quedaron cortos, pero como cuento está bien y afianza la impactante imagen de la playa.
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