Salida escolar a la cumbre del Xoxote. E. C.
GPS | Paisajes con alma

Una nevera sin electricidad en Xoxote

Azpeitia (Gipuzkoa) ·

Viernes, 3 de enero 2025, 18:36

No ha llegado aún la nieve a Xoxote. ¿Llegará este invierno? Quizá. ¿La pondrá alguien en la nevera? Seguro que no. Porque desde hace casi doscientos años nadie se ocupa de acarrear, de amontonar y pisar la nieve en la nevera de Azketa. Sigue ahí, ... bien conservada bajo su cúpula, en la vaguada de Badiolegitxo, a un paso del collado de Azketa y de la balsa de Potzuandi, casi en la cima del monte Xoxote.

Publicidad

¿Donde está eso?, me van a preguntar. Váyanse en Gipuzkoa al valle del Urola y viajen entre Azpeitia y Azkoitia, o viceversa, y pongan la mirada hacia el cielo, al oeste. Se recorta contra él la silueta de una figura humana, blanca, brillantemente iluminada si es de noche; es una estatua de San Ignacio de Loiola que vigila desde arriba su santuario y basílica, hechas con la piedra caliza de esta montaña.

Allí está, un poco más alta y a su izquierda, la cima del Xoxote. Sólo un poco más abajo, en la vaguada de Badiolegitxo, se encuentra la nevera de Azketa. No tiene electricidad y está vacía porque no hay nieve en Xoxote y tampoco nadie la ha llenado.

La de Azketa es una de las más grandes de la veintena de neveras que hubo entre los siglos diecisiete y diecinueve por los montes de Gipuzkoa; tiene una curiosa cúpula troncocónica y bajo ella se protege un vaso circular construido en sillería con una capacidad de 280.000 litros. Una pequeña puerta da paso a la oscuridad interior. Allí se apilaban, hace ya unos siglos, varias capas de nieve bien pisada, alternadas con capas de paja. Se hacía así, tras el prensado, un preciado hielo que lo mismo se utilizaba para conservar alimentos que para los helados suculentos que disfrutaba la alta sociedad guipuzcoana.

Publicidad

Bajaban el hielo en burros o en carros tirados por bueyes, de noche para evitar el calor, bien apretado en comportas cubiertas de pieles de cabra. El hielo de Xoxote era sostenible porque como el de todas las neveras de las montañas vascas se hacía sin gastar electricidad ni petróleo, a lo sumo el aceite de las candilejas que los operarios utilizaban para alumbrarse. Aquellos, durante el invierno y mientras nevaba, debían aplicarse en apilar y pisar la nieve así que se alojaban -qué frío pasaban...- en una borda que aún se conserva al lado de la nevera.

También era costumbre vender el hielo por los pueblos, pero el de Xoxote servía principalmente a quienes se alojaban en los baños de Zestoa. Una parte del hielo viajaba incluso a los puertos de Zumaia y Ondarroa para utilizarse en el transporte del pescado.

Publicidad

El rincón de Azketa está impregnado por la belleza: la de la vieja cúpula que acompaña un aliso, la de la balsa de Potzuandi propicia a las leyendas, la de praderas de verde brillante salpicadas de calizas milenarias. Y muy cerca sobrevive todavía una marcada huella trazada por el hielo en el paisaje de esta montaña; es la calzada que seguía el transporte de la nieve helada hacia el valle por las laderas del monte Erlo. Serpentea en las calizas buscando una pendiente moderada para hacer posible el viaje y en sus rocas se reconocen las marcas dejadas por ruedas herradas de pesados carros o de leras cargadas de frío.

Ni electricidad, ni petróleo, solo nieve y trabajo bastaron para hacer hielo en la nevera de Xoxote.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad