Los mejores planes culturales para este fin de semana en Bizkaia

En un espectáculo de dos horas hay que sintetizar y la historia se cuenta «como el sueño de un niño», apelando a la esencia de los personajes. La mirada de Bieito –que dirige y firma la versión y el espacio escénico, una instalación de fondo blanco en la que van apareciendo objetos– construye la función apoyándose en un sólido reparto. Nueve actores vascos –Joseba Apaolaza, Lucía Astigarraga, Ylenia Baglietto, Ainhoa Etxebarrria, Miren Gaztañaga, Iñaki Maruri, Koldo Olabarri, Lander Otaola y Eneko Sagardoy– comparten escenario con José María Pou, que interpreta a Falstaff, uno de los personajes shakesperianos con mejores parlamentos. El veterano actor aconseja ver la función «como si entraras en un museo y recorrieras distintas salas. En cada una vas a experimentar una emoción diferente que te va a sacudir, y no intentes racionalizarlo». Una experiencia que no dejará a nadie indiferente.

Conozco a gente que no ha podido olvidar 'Las guerras de nuestros antepasados' aunque ya han pasado más de 30 años de su estreno. Ver –y oír– a José Sacristán metido en la piel de Pacífico Pérez, el personaje creado por Miguel Delibes que cumple condena en un sanatorio penitenciario, fue una experiencia poderosa de las que alimentan el amor por el teatro. Mientras preparaba esa representación el actor tuvo «el privilegio» de conocer a Delibes «e incluso presumí de ser su amigo», recuerda. Esa antigua complicidad late en 'Señora de rojo sobre fondo gris', el monólogo que ha agotado entradas una vez más para su función de esta semana en Santurtzi. Por suerte, estará en Bilbao –en el Campos Elíseos– del 31 de marzo al 3 de abril y aún quedan entradas disponibles. Un consejo: no pierdan el tiempo, que siempre llena con antelación.

La adaptación realizada por José Sámano, el propio Sacristán e Inés Camiña es fiel a la confesión íntima del duelo y a una declaración de amor más allá de la muerte. Nicolás, el pintor que ha perdido la inspiración y las ganas de vivir tras la muerte de su esposa, expresa el dolor de Delibes por la ausencia de Ángeles Castro, su compañera de vida, fallecida a los 48 años. De la cercanía con el autor y de su propia experiencia de un vacío al que nadie escapa nace esta interpretación de José Sacristán, una cita imprescindible.

La figura de García Lorca, siempre un imán para el teatro, queda retratada en 'Aborígenes' a partir de sus propios textos, con dramaturgia y dirección de Felipe Loza. El tema central es su encuentro en la Residencia de Estudiantes con Dalí y Buñuel, tres artistas que «entre bromas y veras cambiaron el paradigma cultural de su época». Con fragmentos de 'El Público' y 'Poeta en Nueva York' junto a clásicos como 'Bodas de sangre, la Compañía Joven de Pabellón 6 –de la que forma parte María Cerezuela, flamante Goya a la mejor actriz revelación por 'Maixabel'– presenta un espectáculo «tan variado como la obra de Federico». ¿Cómo contradijo su destino social de burguesito acomodado para tomar conciencia de la injusticia y convertirse en un activista social de la República, un poeta del pueblo? ¿Por qué cambió el hondo folclore andaluz por el vómito urbano universal? Las respuestas a estas preguntas se encuentran en sus obras y en un montaje espectacular, de los que no se olvidan.

'Réquiem por un campesino español' es un clásico, de los de lectura obligatoria en la escuela, que hasta ahora nunca se había llevado al teatro. La compañía aragonesa Teatro Che y Moche, con 22 años de trayectoria, adapta la novela de Ramón J. Sender con solo dos actores que representan a todo un pueblo. Joaquín Murillo interpreta a Mosén Millán, que mientras prepara la misa en memoria de Paco el del molino recuerda la vida de aquel niño al que bautizó, las trastadas que hacía de monaguillo, su historia de amor, su toma de conciencia política y social y su fusilamiento en los primeros meses de la Guerra Civil. Lo evoca con cariño y también con remordimientos.

El sacristán que le acompaña, al que da vida Saúl Blasco, se convierte a la vista del público en diferentes personajes, entre ellos el propio Paco. Con el texto adaptado por Alfonso Plou, y bajo la dirección de Marian Pueo, los dos intérpretes se apoyan en un espacio escénico y sonoro de fuerte carga simbólica. Se ha cuidado cada detalle: el sonido de las campanas en el bautizo, la boda y la muerte, el gran retablo que se va transformando y nos muestra rincones del pueblo con proyecciones visuales. Una historia universal y con acento aragonés que se estrenó en Zaragoza hace un año. Fue especialmente emotiva la representación en Chalamera, el pequeño pueblo de Huesca donde nació Sender hace 120 años.

Llega a Barakaldo 'Principiantes', la adaptación teatral de uno de los relatos más conocidos de Raymond Carver, publicado en 1981. Cuatro personajes, un matrimonio veterano y una pareja joven en todos los sentidos, charlan sobre el amor y comparten experiencias en una larga sobremesa, regada con abundante alcohol. Dirigido por Andrés Lima, el espectáculo recupera también otros pasajes de la obra de Carver para lograr una inmersión en su universo literario. Cuando la obra se representó en el Arriaga brilló con luz propia la interpretación de Javier Gutiérrez, bien acompañado por Mónica Regueiro, Daniel Pérez Prada y Vicky Luengo. Solo por eso ya merece la pena verla.

La compañía Hika lleva a Amorebieta su versión de 'La Tarara', la obra con la que Josi Alvarado ganó el I Premio SGAE de Teatro Ana Diosdado en 2019. La historia original, ambientada en Alicante, se traslada al barrio bilbaíno de San Francisco manteniendo su vocación de thriller y su carga poética. Allí crece Rosa, una niña violinista a la que acompaña La Tarara, una mujer prostituta, en un recorrido por sus recuerdos «que revolotean sobre un secreto apenas presentido».

Agurtzane Intxaurraga asume la dramaturgia y la dirección del montaje, «un canto a la diferencia» que revela «la historia no contada de tantos niños». Eneritz Artetxe, Kepa Errasti, Tania Fornieles, Jurdana Ochoa, Jose Cruz Gurrutxaga y Adrián García de los Ojos forman el elenco en la versión en euskera que se verá en el Zornotza Aretoa.

Tanttaka presenta en 'Mi hijo solo camina un poco más lento' a una familia que prepara una fiesta para Branko el día que cumple 25 años. El joven padece una enfermedad degenerativa que le va restando movilidad y su madre, Mía, se desvela por cuidarle sobre todo a él, pero también a sus padres, a su hija y a su marido, como hacen tantas mujeres imprescindibles. Fernando Bernués dirige esta obra del dramaturgo croata Ivor Martinic que define como «un Chéjov contemporáneo». Aborda «con humor, sencillez y una sinceridad brutal» temas que nos importan a todos como la memoria, la familia, la aceptación del diferente y el paso del tiempo.

El texto, que ha recibido numerosos premios en su recorrido por distintos países, llega esta semana a Ermua en castellano con un sólido reparto: Miren Arrieta, Ane Gabarain/Klara Badiola, Mireia Gabilondo, Asier Hernández, Ander Iruretagoiena, Xabi «Jabato» López, María Redondo, Martxelo Rubio, Jose Ramon Soroiz y Dorleta Urretabizkaia.

María Goiricelaya escribe y dirige una ficción basada en las actas judiciales del 'caso Alsasua', desde la noche de la agresión a dos guardias civiles y sus parejas en el bar Koxka hasta la sentencia, que fue recurrida ante el Tribunal de Estrasburgo aunque la demanda no se ha admitido a trámite. La obra, que recibió buenas críticas tras su estreno en el Arriaga, cuenta con cuatro actores que van cambiando de papeles y muestran «diferentes sentires y dolores». También se recrean escenas familiares y algunas conversaciones en prisión.

Su objetivo es aportar «una mirada sanadora» y generar debate en torno al papel de la justicia, que se pone en el centro de la función. 'Altsasu' se enmarca en un proyecto de nuevas dramaturgias que aspira a «restañar heridas y desvelar las cicatrices» dentro de una comunidad, con la participación de autores españoles y colombianos.

Aforos completos. ¿Hay mejor noticia? Tras casi dos años de anormalidad en el patio de butacas, tener la posibilidad de llenar cada asiento, aunque sea preciso asistir a los espectáculos con mascarilla, es lo más parecido a la felicidad. Y para festejarlo, qué mejor que Bernstein y ese prodigio de ritmo y color que son las 'Danzas sinfónicas' de 'West Side Story', aún en la estela del estreno de la película de Steven Spielberg.

Euskadiko Orkestra abre las puertas a la casi normalidad con dos de las grandes obras del compositor, director de orquesta y comunicador genial que era Bernstein. Para comenzar, las citadas 'Danzas sinfónicas'. Para concluir el concierto, una extraña Sinfonía, la Nº 2, que lleva el título de 'La edad de la ansiedad'. ¿Por qué extraña? Porque se trata en realidad de una sinfonía que más parece un concierto para piano. Bernstein inició una mezcla de géneros que en su momento sorprendió a la crítica pero que a estas alturas ya apenas extraña a nadie.

Esta sinfonía fue escrita en 1949, entre EE UU e Israel, y revisada en 1965. Parte de un poema del mismo título de Auden y, como sucede en todo el catálogo de Bernstein, combina lenguajes y estilos. Pese a que la obra no se presenta como un concierto propiamente dicho, no pocos grandes pianistas la han incluido en su repertorio y la han grabado. En su estreno fue el propio Bernstein quien se sentó al teclado, mientras en el podio estaba Koussevitzky. Una de las mejores grabaciones corre a cargo de Krystian Zimerman. La pianista invitada por la Euskadiko Orkestra es la rusa Yulianna Avdeeva.

Entre las dos piezas de Bernstein, el Concierto para Orquesta de T. Zhou, un joven compositor estadounidense de origen chino, que respondió a un proyecto del director Louis Langrée en el que se planteaba hacer un ciclo con obras de ese género, poco frecuentado desde Bartók.

Y aunque la Orquesta Sinfónica de Bilbao no tiene programa en los próximos días porque está ocupada en los dos títulos de ópera de la ABAO que se ponen en escena a partir del jueves 17, su temporada de cámara continúa. Con misterio, eso sí, porque se anuncia un programa con obras de Haendel, Vivaldi y Telemann, con el Ensemble Barroco de la formación dirigido por el concertino Pedro Gandía, pero no se especifican las obras. Será el lunes 21, a las 19.30 horas en el Euskalduna.

La ABAO propone esta semana un tándem que servirá para sacudir al respetable. El doblete de 'La voz humana' y 'Una tragedia florentina' es una novedad en la temporada lírica de Bilbao y la dirección escénica de Paco Azorín tampoco pasará desapercibida. Son óperas de Poulenc y Zemlinsky que abrirán horizontes, porque hay vida más allá de Verdi y Puccini. Cada una dura menos de una hora y contará con un director de orquesta, Pedro Halffter, que conoce bien el repertorio más expresionista de cuño centroeuropeo. Las angustias y el desmoronamiento moral, la claustrofobia y el frenesí palpitan en la música y texto de estas obras. Los libretos llevan el sello de Jean Cocteau y Oscar Wilde, con vuelo literario y mucho ritmo.

La Orquesta Sinfónica de Bilbao hará gala de versatilidad; nada tiene que ver la partitura de Poulenc con la de Zemlinsky. La primera sirve de discreto telón de fondo a la conversación desesperada de una mujer al teléfono, que no acepta el abandono de su pareja, mientras que la segunda es opulenta y hasta embriagadora en un contexto de perversión y deseo. Lo que no falta en ninguna es intensidad dramática. Y en ambas actúa la soprano alemana Nicola Beller Carbone. Un reto que revalidará su condición de artista total, máxime en un montaje que no escatima tensión en los momentos límite.

El bajo-barítono Carsten Wittmoser y el tenor Giorgio Berrugi serán sus compañeros de escena en 'Una tragedia florentina', un flash-back que supondrá un salto al siglo XVI. Protagonizarán un triángulo amoroso de resultados especialmente morbosos. En el texto original de Wilde la muerte del amante, a manos del marido, actúa como un afrodisíaco para la mujer. Bajo el enfoque de Paco Azorín la trama se complica todavía más. Hay que ver el montaje para dejarse sorprender. Es una revisión de una coproducción entre el Liceo de Barcelona y los Teatros del Canal. En última instancia el director de escena quiere transmitir un mensaje de mujer empoderada o emancipada. El espectáculo promete.

Amaia Elizaran actúa en dos localidades distintas este fin de semana –el viernes en Sopela y el sábado en Durango– con un solo de danza en el que, sin embargo, hay otra persona muy presente en escena. Y es que a la bailarina la acompaña, en esta 'Arima', el músico Liam Ó Maonlaí con sonidos de piano, arpa celta, bodhrán y su propia voz. El objetivo es crear la atmósfera ideal para mostrar el recorrido (vital) en busca de lo que es esencial.

Muxikebarri, en Getxo, ofrece por primera vez un ballet clásico este domingo y no lo hace con cualquier cosa. Es la revisitación de un gran personaje histórico francés, María Antonieta, que hizo hace tres años el coreógrafo Thierry Malandain para el Ballet de Biarritz por encargo de la Ópera de Versalles. Con música de Haydn y Gluck, los 22 bailarines de esta obra, perfectamente vestidos como si habitaran la Corte de Luis XVI, tienen que mostrar el ascenso y caída de una reina, aquella que llegó a ser la más odiada de su tiempo (y de los que siguieron, menuda proeza).

Gabriela Kraviez convierte los bordados de los textiles domésticos en una obra pictórica y muy personal.

No hay conflictos locales que resulten incomprensibles para el resto del mundo. No somos distintos. Las circunstancias varían, pero la condición humana es la misma y la cultura nos une. Los patrones decorativos de los tejidos domésticos vascos hablan de nuestra historia social, pero también del mundo occidental, de la representación dentro de sus espacios íntimos o, en el plano artístico, de la estrecha relación entre el ámbito textil y el pictórico. La exposición 'Still Obsessive Lady' habla de todo eso.

La muestra de la mexicana Gabriela Kraviez es un cúmulo de sugerencias. Los diseños realizados para la producción industrial de trapos de cocina, servilletas y manteles, se convierten en motivos para pintar con lápices, tintas y acrílicos. La artista se apropia y amplia los pequeños elementos para convertirlos en punto de partida de una obra personal. El ornamento se transforma en arte. Los trazos geométricos que adornaban cenefas proporcionan la forma, aunque sin la rectitud acostumbrada de la pieza original, como si se tratara de una forma de acentuar la presencia de la autora.

La presencia de la mujer es el nexo de conexión. Ella es la mano de obra que dio lugar aquella manufactura y Kraviez, de alguna manera, recoge el testigo y convierte la acción anónima en trabajo personal, subvierte las jerarquías entre la artesanía y a pintura. Ella introduce la voluntad donde antes sólo había la sumisión de una plantilla y la posibilidad de libre expresión frente a aquellas que nunca tuvieron esa oportunidad, que callaron y confeccionaron para el comercio que respondía a las demandas del hogar. Desde ese punto de vista, 'Still Obsessive Lady' se despliega como un ajuar lleno de piezas, diversas y exquisitas.