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El mejor 'road trip' para conocer Cataluña

El mejor 'road trip' para conocer Cataluña

El 'Grand Tour Cataluña' facilita a los visitantes planificar destinos y actividades. Afrontamos la etapa desde la Seu d'Urgella hasta Figueres atendiendo a sus sugerencias

Jueves, 13 de junio 2024, 19:12

Cataluña es grande y, por muy golosa que resulte, conocerla de una sola atacada provocaría empacho. Por eso han tenido una buena idea: dividir el pastel en varias etapas y llamar a la suma de porciones 'Grand Tour Cataluña'. Hablamos de un total de 1.496 kilómetros de 'road trip' repletos de actividad. De visitas en las que prevalecen cultura y arquitectura, naturaleza y aventura y, por supuesto, rica gastronomía. Inspiradas en los viajes formativos que los jóvenes aristócratas ingleses emprendían a partir en el siglo XVII con el educativo fin de descubrir lugares sagrados de la cultura clásica y el utilitario de conocer a la alta sociedad europea. Entonces y hoy, los contactos... ya se sabe.

Para abrir apetito, nos enfrentamos al tramo que abarca desde la Seu d'Urgell hasta Figueres, desde Lleida hasta Girona, por aquello de pasar de la cordura de Picasso al genio loco de Dalí. En total: 357 kilómetros divididos en 5 tramos. Entre historias de cátaros, montañas mágicas y biblias de piedra. Bosques que llamaron la atención de poetas, villas medievales y volcanes para contemplar desde un globo. Cada cual fabrica el programa a su ritmo, la página web https://grandtour.catalunya.com lo pone fácil. Despliega diversas opciones turísticas y especificaciones prácticas, una carta en la que elegir el propio menú al gusto. Arrancamos la degustación.

Día 1

Al filo de la frontera

Parque del Valira en La Seu d'Urgell. Victor Santacruz

Habrás casi aterrizado, literal o metafóricamente, así que dedica lo que quede de jornada a conocer la capital del Pirineo catalán. La Seu d'Urgell no puede entenderse sin apelar a su condición de obispado, de ahí el absoluto protagonismo de la catedral de Santa María. Absoluto por su importancia y por contundencia física, sus piedras marcan el panorama. Única íntegramente románica de Cataluña, luce su título de emblema arquitectónico del XII. Puedes acceder por libre, pero una visita guiada ayudará a entenderla mejor (turismeseu.com).

Atrapan la atención los capiteles del claustro decorados con gran variedad de motivos (monos incluidos), igual que atrapaban la de los fieles siglos atrás, cuando leían las figuras como un cómic sobre el mensaje cristiano (imaginamos sus rostros al descubrir los desconocidos animales, ¿mágicos?, ¿temibles?… qué pensarían).

Los pies pisan tierras de Lleida, justo antes de llegar a Andorra. Si dispones de la jornada completa, una carretera panorámica enlaza la localidad con Gósol. Culebrea a la sombra de los pinos que hacen de frontera occidental al Parque Natural Cadí-Moixeró. Hasta allí subió el pintor Pablo Picasso, con las posaderas sobre una mula y caballete en mano una primavera de 1906.

Ruta para conocer el catarismo en Gosol.

Cuentan que en menos de tres meses bosquejó más de cien obras que marcarían su entrada estelar al cubismo. Algún paseo daría, el entorno lo merece. Tal vez por el perímetro de una de las montañas más emblemáticas de la comunidad, Pedraforca, a lo largo de 17 kilómetros con 790 metros de desnivel durante los que observar sus cuatro vertientes. Por caminos que los cátaros utilizaron para huir de la Inquisición desde Occitania, en la Edad Media.

Ya de tarde-noche, recuerda asomarte (o mejor aún, cenar y dormir) en el Parador de la Seu d'Urgell (paradores.es). Cobija un claustro llegado a nosotros desde el siglo XVIII, de estilo clasicista. Los platos que sirven en su restaurante merecen, sin dudarlo, el encuentro.

Día 2

Las mejores vistas

Senderismo en el Parque Natural del Cadí. Turisme de la Cerdanya.

Desayuna bien porque la jornada pinta intensa. Tocar casi los montes con las manos y no salir a su encuentro sería un pecado, la verdad. Un ascenso asumible parte desde Estana. Se trata de la ruta Prat de Cadí, en la vertiente norte de la Sierra del Cadí, que puede completarse por cuenta propia o con guía (guiesdarrel.com). La foto finish de la caminata hace olvidar su pendiente. Tampoco es excesiva la gesta: desnivel de 370 metros y 7,7 kilómetros de marcha. Eso sí, con unas cuantas rocas por el camino. Promete acceder a uno de los rincones más espectaculares de la Cerdanya y del Parque Natural del Cadí-Moixeró. Y lo cumple. Improbable no disfrutar las vistas durante el trayecto, imposible no extasiarse arriba frente al extenso prado, a 1.826 metros de altitud, especialmente si queda nieve en los riscos. La imagen es magnífica.

Cumplida la misión, toca conducir dirección a Bellver de Cerdanya, a 17,7 kilómetros. Allí escribió Gustavo Adolfo Bécquer la leyenda de 'La Cruz del Diablo'. ¿Recuerdas las primeras frases?, a ver si somos capaces de recitarlas: «El crepúsculo comenzaba a extender sus ligeras alas de vapor sobre las pintorescas orillas del Segre, cuando después de una fatigosa jornada llegamos a Bellver, término de nuestro viaje».

La Cerdanya suma en total diecisiete municipios situados por encima de los mil metros. Desde el emplazamiento que nos ocupa controlaban antaño el paso entre los condados de Conflent y Urgell. Para comer vale la pena parar en Ca la Núria (www.restaurantcalanuria.cat). La decoración de este precioso restaurante predispone a la calma, a disfrutar platos que acercan la comarca a la mesa, como el tradicional 'trinxat', a base de col, patatas y panceta, que verás en muchas cartas a lo largo del recorrido.

Ten del Ciment.

Cambio a la comarca del Berguedà, para dar el 'sí quiero' a Castellar de n'Hug, famoso por la existencia del Tren del Ciment, que unía la fábrica de cemento Asland con Guardiola de Berguedà y su entorno natural. Por su románico y los cruasanes gigantes. En esas tierras decidió nacer el río Llobregat, que da de beber al Mediterráneo. Una senda corta lleva hasta la escena del parto, antes de conducir hacia Ripoll, donde aguarda el siguiente destino.

Turistas ante la portada de Santa María de Ripoll. Mireya López

Leer la Biblia en piedra parece menos manejable que hacerlo en papel, pero esa es la nueva propuesta. Acceder al Monasterio de Santa María de Ripoll significa entrar en un símbolo de la Cataluña medieval, abrir las pétreas páginas de su historia y también las de la religión (www.monestirderipoll.cat). Fundado en el año 879, nadie escapa a la fascinación que produce su portada monumental, repleta de personajes esculpidos en piedra que funcionan como palabras. Traspasado el arco, aprenderás mucho sobre el conde Guifré el Pelós, el abad Oliba, los condes Ramón Berenguer III y IV o sobre el obispo Josep Morgades, raíces de Catalunya y de la Iglesia catalana. Puedes quedarte a dormir en La Trobada (latrobadahotelboutique.com), para tomar fuerzas de cara al siguiente día.

Día 3

Despertar los sentidos

El encatador pueglo de Beget. Jose Miguel Sangar

Hoy esperan opciones para todos los gustos, en la naturaleza o cómodamente sentados, gracias al Ripollès Gourmet Day (puravall.com). Se puede, por ejemplo, descubrir plantas y flores silvestres, identificar los beneficios o los peligros que acarrean y degustar las comestibles tras un paseo. O asistir a otras catas distintas. Vall de Ribes ofrece delicias como quesos y mieles, carnes y embutidos, incluso degustación de ratafía, licor dulce muy apreciado en la zona, hecho a partir de la maceración de distintos frutos que es casi obligatorio probar cuando viajas por estos lares.

Ya metidos en la despensa, si adoras comer carne, un destino excelente lo concreta la Fonda Rigà, en Tregurà (www.fondariga.com). Las vistas desde sus ventanales compiten en excelencia con sus platos, fusión de cocina tradicional y modernidad. Suma propuestas como potro, cabritillo o cordero, en raciones generosas y especializados en brasa de carbón. Para bajar lo servido, partimos a andar un poco, hasta Beget, quien reivindica ser uno de los pueblos más hermosos de Cataluña (visitcamprodon.cat). Ve a comprobarlo.

Mantiene la esencia tradicional de calles y construcciones, adornado además de belleza natural. Al poner los pies sobre sus pedregosas calles, el visitante se siente rodeado por un vergel, imbuido de una tranquilidad que allí no solo se respira, se conquista. Dos puentes medievales modelan este cuadro vivo en el que se alza sin complejos la iglesia románica de Sant Cristòfol. Sencilla por fuera, radiante por dentro, los ojos no esperan el espectáculo interior. Colorista, magnífico. Bomba expresiva, obnubila los sentidos.

Castellfollit de la Roca se encuentra ubicado en un risco a 50 metros del río Fluvià. Stanislav Simon

Más adelante, otra foto de postal la ofrece Castellfollit de la Roca, a solo 28,4 kilómetros. El pueblo observa su rostro reflejado en el río Fluvià, desde un espectacular risco basáltico de 50 metros de alto y casi un kilómetro de largo. Puerta de entrada al Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, el barrio viejo cabalga enhiesto sobre dos coladas de lava solidificadas. Dirígete después hasta Santa Pau, para hacer noche en Cal Sastre (www.calsastre.com). Su toque rural distinguido anima al descanso. La decoración de la casa recuerda el pasado textil de la familia; la del restaurante muestra fotos de caras conocidas que pasaron por allí, como las de Piqué o Guardiola.

Día 4

A vista de pájaro

Globo aerostático sobrevuela el volcán de Santa Margarida, en La Garrotxa. Laureá

Incitamos a madrugar, a lavarse la cara temprano para asistir a una de las mejores experiencias de esta ruta: volar en globo sobre La Garrotxa. El Parque Natural de esta zona volcánica cede el impactante paisaje; el aerostático, su mejor transporte para contemplarlo. Allí esperan los volcanes dormidos más interesantes de toda Europa (www.voldecoloms.cat/es).

Al llegar a la base de operaciones emociona el contraste entre la oscuridad que acoge a los pasajeros y el fuego que eleva a los globos. Disfrutar del amanecer ya arriba, sobre un mar de nubes blancas con panorámica de 360 grados provoca lagrimeo. En días despejados se alcanza a ver las montañas de Montserrat a un lado, el Mar Mediterráneo al otro, los Pirineos al fondo y los cráteres abigarrados de vegetación a los pies. Aunque no quieras descender a tierra, el copioso desayuno payés incluido ayuda. Lleva pan con tomate, embutido, fesols de Santa Pau con butifarra, postres de la Cooperativa la Fageda, vino y ratafía.

Calle de Santa Pau. Duque Molguero

Más tarde, una visita por el pueblo de Santa Pau permitirá conocer el núcleo medieval de calles adoquinadas y casas de piedra (visitsantapau.com/). Iglesia gótica y castillo dan sombra al entorno de atractiva panorámica. Su Plaza Mayor, repleta de arcos, llama a dejar pasar las horas sin que el continuo tic-tac del reloj perturbe.

Si has conseguido digerir el pantagruélico desayuno y apetece almorzar, el restaurante La Moixina forma parte del colectivo de Cocina Volcánica que promueve productos típicos de La Garrotxa (lamoixina.com/es). Por cierto, para profundizar sobre las elevaciones que moldean la zona basta ir a Espai Cràter, en Olot (espaicrater.com/es/). La exposición interactiva aguarda dentro de un curioso emplazamiento, el volcán Puig del Roser.

Continuamos hacia pleno Empordà, muy cerca ya de Figueres, a Avinyonet de Puigventós, con la idea de derretirse de gusto alojados en el Hotel Mas Bosch 1526 (hotelmasbosch1526.com/). Masía fortificada del siglo XVI, proporciona las comodidades de un hotel-boutique, incluidos piscina y spa, con el encanto de la naturaleza como envoltorio. Cada recoveco enamora por sus reminiscencias históricas y sus detalles arquitectónicos.

Día 5

El genio de Dalí

Barcas en el Lago de Banyoles. Adobe Stock

Si te gustan los lagos, el de Banyoles clama al cielo por tu visita. Si adoras los puentes románicos, la medieval Besalú espera sobre el del río Fluvià, ornada por su núcleo histórico y por el 'call jueu', barrio sefardita que te deja sin habla. Tómate un rato allí.

Para inclinados al arte, la cuna de uno de los pintores surrealistas más reconocidos y criticados conecta al visitante con su obra y con su vida. El Teatro-Museo Dalí de Figueres expone la primera (www.salvador-dali.org/); la Casa Natal de Salvador Dalí narra la segunda (www.casanataldali.cat/es/). Habla de su genialidad y del afán desmedido por el dinero, del personaje que devoró al hombre, a lo largo de un trayecto visual y sonoro, a través de diversas estancias que ayudan a comprender su carácter poliédrico.

Museo de Salvador Dalí en Figueres. Adobe Stock

Cambio de tercio a veinte minutos. En Mollet de Peralada se empieza a intuir la cercanía del mar. La brisa sopla con ecos marineros en este rincón de Girona donde aguarda La Vinyeta (www.lavinyeta.es). Aunque pienses solo en vino –se trata de una bodega–, ofrece varias experiencias. Una de las más demandadas: picnic entre viñedos, capazo y mantel incluido. A la sombra de las vides, que amarran su raíz a la tierra con la misma urgencia con la que maman los bebés. Mientras ves rendirse al sol, agotado tras la jornada, y su caída firma el adiós a esta aventura. Prólogo del 'Grand Tour Cataluña'.

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