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Esta vez solo ha habido un ganador. La localidad burgalesa de Puentedey se ha incorporado a la lista de los Pueblos más Bonitos de España 2022 entre 21 candidatos. La suerte, ayudada por su obvia belleza, ha sonreído a este municipio de Las Merindades, ubicado concretamente en la de Valdeporres. Bonito, bonito… es. La estampa que dibuja su arco de piedra natural sobre el río Nela no deja resquicio a la duda. Muy mal se te tiene que dar la fotografía para que esa imagen no luzca.
Sus apenas 50 habitantes se sienten orgullosos de la nueva medalla, aunque no les hacía falta conseguirla para tener claro que viven en un entorno impresionante. Situado a unos 80 kilómetros de la capital, 90 millones de años tardó el obstinado fluir del agua en horadar ese puente. La corriente se abrió paso a través del bloque pétreo para dar su abrazo al Ebro. Unos 15 metros de alto elevan el muro adjudicado a Dios por algunos, de ahí el nombre de la villa, Puente Dei.
Arriba, casas solariegas y populares arropan a la románica iglesia de San Pelayo. Forman vecindario con el palacio de los Brizuela (XV-XVI), que pone techo al famoso arco y añade otro título al lugar: Bien de Interés Cultural en la categoría de castillos. Se suman a estos adornos un horno de pan, el antiguo molino y un potro para herrar, incluso el curioso museo del juego de bolos. El mirador de San Andrés, suspendido en el aire, ofrece otra perspectiva a la zona. A la hora de comer, busca sin dudarlo verduras, lechazo y, por supuesto, morcilla y queso de Burgos. De postre, bollos preñaos. Para bajarlos, cerca tienes varios paseos y visitas a lugares tan hermosos, o casi, como este.
No nos cansaremos de recomendar este coqueto paraje. El complejo kárstico de Ojo Guareña se defiende a sí mismo como el conjunto de cuevas más extenso de la Península Ibérica y uno de los diez más grandes del mundo. Su interés morfológico, hidrológico, científico y didáctico es indudable. También el cultural. Dentro de sus cavidades han hallado santuarios prehistóricos y 63 especies de invertebrados cavernícolas, cuatro exclusivas del lugar. Para informarte sobre él puedes visitar la Casa del Parque de Ojo Guareña, en la cercana Quintanilla del Rebollar. Allí te dirán cómo llegar hasta la Cueva Ermita de San Bernabé, con sus pinturas murales que relatan los martirios y milagros del santo, y a la Cueva Palomera. Desde el centro de interpretación y el aparcamiento de Ojo Guareña parte, además, una red de senderos.
El PR BU 36 cubre menos de un kilómetro (ida y vuelta). Más que fácil, gracias a él conocerás el arroyo de la Mea y su salto de agua de 30 metros. Aguarda al final de un estrecho cañón, entre Puentedey, desde donde partir, y Quintanilla de Valdebodres. Dentro de una zona invadida por el bosque de quejigos, arces, majuelos, fresnos y chopos.
Otra ruta sencilla, aunque más larga, es la del PR BU 40. Cubre 12,11 kilómetros. De su mano conocerás Cornejo y Hornillalatorre. Sale de Quintanilla de Valdebodres y solo debes obedecer las marcas blancas y amarillas para llegar al barranco de la Hoz y al desfiladero del Trema, lugar en el que observar las cuevas formadas por el agua al sumirse bajo tierra.
Extensión: 10,52 kilómetros. Nombre: PR BU 32. Recorrido: Circular. Debes llegar hasta el aparcamiento del Alto de la Concha para dirigirte en busca del puente natural conocido por el nombre de El Ventanón y maravillarte ante sus 30 metros de ancho y 20 de alto. Corte de piedra calizo, ofrece vistas al valle del Guareña. De nuevo, sigue las marcas amarillas y blancas entre encinas. Alcanzado el objetivo, aprovecha las vistas sobre diversos pueblos, los Montes del Somo y La Engaña. Por el camino recuerda que las cuevas se extienden durante casi 100 kilómetros, vigilados de cerca por buitres leonados, alimoches y águilas reales.
Aquí el esfuerzo será medio, unas 4 horas para superar 15,5 kilómetros a través del PR BU 33 a través de un sistema de barrancos entre Villamartín y Quintanilla Valdebodres. Si sales de la primera localidad, para variar, avanzarás por la parte baja de los cortados del Paño y La Muela hasta La Puerta (1.052 m.). El nombre de esta última da pista de para qué sirve, pues penetra en los Canales del Dulla. Desciende por la parte superior del barranco de la Mea hasta Quintanilla Valdebodres. Como es circular, subirás más tarde por el barranco de la Mata hasta el portillo de acceso al pueblo de origen. Si te parece poco andar, enlaza este tramo a la ruta de El Ventanón, de la que ya te hemos hablado.
Volvemos a ponértelo fácil por el PR BU 31, pues afrontamos un sendero de poco más de 9 kilómetros sencillitos de conquistar. Sal desde el Alto de La Concha, conocerás el valle de Sotoscueva, Cueva, Quisicedo, Villabáscones, Quintanilla y Vallejo. Por la mitad de la marcha hay tumbas antropomorfas. Para volver puedes descender hasta el sumidero del Guareña, cerca de la ermita de San Bernabé.
Cortísima, poco más de medio kilómetro (0,7), es esta propuesta. La recomendamos porque desde allí la panorámica sobre los Montes de Somo y del valle de Sotoscueva vale la pena. Sale del Alto de la Concha y transcurre por un bosque de encinas. Se trata del PR BU 35 y es posible alargarlo sumando la ruta de El Ventanón.
En este caso tiras para otra zona, al sur de Puentedey. Se trata de 4 kilómetros a cubrir desde Oña. Cruza el río Oca por el puente en coche y sigue en dirección norte, deberás salir del pueblo por la carretera principal. En el área recreativa de Soscastillo hay un cartel informativo. Empieza pasando el puente de madera y toma la margen izquierda. Al llegar a la altura de la carretera, cruza por debajo. Tras desviarte a la derecha, superada otra pasarela, el desfiladero impone su verticalidad. Cuando te topes con la carretera secundaria, es hora de desandar tus pasos.
También más al sur, al comienzo del valle de Manzanedo y de cara al Ebro, junto a la carretera que sube a San Martín del Rojo, esperan las ruinas de este templo gobernado antaño por la Orden del Císter, los conocidos como 'monjes blancos' debido a su indumentaria. Sus moradores pasaron antes por otras ubicaciones que no les convencían. Para mudarse añadieron a la cesta de la compra, en cuanto a tierras se refiere, varias de este valle, hasta que en 1204 lograron trasladarse a Rioseco.
Al ser la ubicación actual parte del patrimonio de los Velasco, señores de Medina de Pomar, se quedaron junto a un arroyo que nace en Fuente Humorera hasta que, con la excusa de una inundación, abandonaron el monasterio primitivo y se acomodaron en este rincón desde 1236. En sus mejores momentos el lugar debió contar con una comunidad de cien personas: 25 monjes y el resto conversos, novicios y criados. Dependencias de religiosos, hospedería y hospital formaban parte del conjunto, que disponía además de una explotación agrícola modélica.
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