Quién no ha soñado alguna vez con alojarse en una cabaña sobre el mar, tendido en la hamaca en medio de una preciosa playa de la Polinesia o de Maldivas. O con disfrutar de un atardecer en las Islas Fiyi mientras las olas bailan bajo ... tus pies. Soñar es gratis, cumplir los sueños no. Viajar hasta el otro lado del mundo puede convertirse en un imposible, pero ¿y si pudieras materializar tus deseos mucho más cerca, a pocas horas en coche, junto a Biarritz? Cambia océano Pacífico e Índico por un lago imbuido de tranquilidad cerca del Cantábrico y sustituye Asia y Oceanía por Europa, Francia en concreto. En el Château Brindos de Anglet pensaron que sería interesante aprovechar su lago privado para ofrecer lodges flotantes sostenibles y energéticamente autónomos… y acertaron.
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El lugar tiene su leyenda. Cuentan que hace mucho una anciana habitaba la orilla y que, apoyada en su bastón nudoso, iba de un lado a otro murmurando conjuros. Algunos la tomaron por bruja y la temían. Hasta que una noche de luna llena en la que el lago centelleaba un pescador contempló cómo, a media noche, extendía sus dedos hacia los nenúfares y de cada uno surgía una mujer bella como el día, con alas de mariposa. Desde entonces, dicen, el prodigio se repite cada 14 de septiembre.
Quizá quieras comprobarlo, acudir a ese rincón mágico en el que las cabañas llevan el nombre de las hadas que protegen la paz del entorno: Maeva, Maïa, Flora, Aveline... Imagina la escena: traslado en barca eléctrica las veces que quieras para regresar a tierra firme. Tú decides si pasar la experiencia aislado –te llevan la comida si lo prefieres– o disfrutar del resto de servicios en este hotel de 5 estrellas. Seguro que la piscina climatizada te tienta, que no puedes resistirte al SPA con cabinas flotantes entre naturaleza.
El lugar rebosa sosiego y templanza, invita a leer en la terraza de 25 metros cuadrados o a tumbarse al sol mientras sientes el leve movimiento del agua. Sin estrecheces: las cabañas miden entre 30 y 49 metros cuadrados, dependiendo de si cuentan con un solo dormitorio o dos o de si tienen salón. El espacio es un derroche de lujo y confort con una decoración lujosa que asegura desconectar del mundo. Para que respires libre y disfrutes de la vegetación, de los peces que escuchas saltar en el agua y las vistas sobre el palacio de inspiración hispanomorisca cubierto de enredaderas. Repleto de espejos, como si las hadas contagiaran al interior sus destellos.
Fue sir Reginald Wright, apasionado del arte y del paisaje vascos, quien construyó en los años 30 del siglo pasado este castillo al servicio del hedonismo. Bailes en la preciosa terraza que mira al lago hicieron felices a sus huéspedes. Restaurar parte del mobiliario original, conservar el salón inglés cubierto de madera y fusionarlo con la elegante modernidad de la zona de bar y restaurante supone un acierto.
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Los servicios hosteleros brillan con el fulgor de los castillos de cuento hasta culminar en el maravilloso espacio que es la Chocolatería. Inspira tomar el desayuno con vistas panorámicas –también el restaurante las tiene–, degustar una taza del emblemático chocolate de la casa Cazenave mientras los ojos se enredan entre originales detalles dentro de un universo adornado con telas y vajillas firmadas por Jean-Vier, objetos de bambú dorado de Santano y lámparas en cascada egipcias que ornan las amplias habitaciones de este sueño sugerido por las ninfas.
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