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Adictos a la belleza, esto va por vosotros. Enemigos del ruido, sumaos al plan. Amantes de la naturaleza, obligatorio acudir. Curiosos, seguid leyendo. Oiartzun regala un lujo para los sentidos, especialmente para la vista, por el colorido y formas a descubrir, y para el olfato, ... gracias al mar de aromas ofrecido por Lur Garden.
Seguro que apetece pasear por un espacio que recrea composiciones de los monjes japoneses en sus templos de manera más ecléctica, por un Jardín de Musgos escondido en la zona más húmeda de esta antigua pradera de dos hectáreas. O atravesar el Túnel de las Calabazas, un espacio íntimo bajo una pérgola del que cuelgan esas bayas de cáscara dura tan reconocibles, a modo de huevos celestiales. «Aquí todo tiene forma de huevo, es un jardín inspirado en formas ovoidales, inserto en una terraza aluvial con sinuosidad. La organización sigue el concepto de huevo frito, a diferentes escalas y modo fractal», comentan desde Lur Paisajistak, sus creadores.
Cuándo Hasta octubre
«Nos apoderamos del paisaje de los bosques. La magia del lugar garantiza una experiencia única». Puedes participar en las visitas de su diseñador, Iñigo Segurola (3 h.) o hacerlo por tu cuenta, mapa en mano, (1,5 h.). «Trabajamos y ensayamos esquemas de plantación. La colección botánica es amplia, destaca el grupo de plantas vivaces con prueba de cultivo de nuevas especies», aseguran. Pero vamos por partes.
El Jardín Rojo muestra vegetación en ese tono. «Es un color difícil de integrar en el paisaje, destacan matices granates». El de Hojas Grandes recuerda la vegetación tropical entre estanques de acero. «Somos fanáticos de bananeras, guneras, tetrapanax, rodgersias… con absoluto protagonismo de las orejas de elefante», enumeran.
En el de la Extravagancia otro estanque y combinaciones curiosas acaparan la atención. La calma impera en el Jardín Espejo, donde naturaleza y cielo ven su rostro en el agua. Del Parterre Amarillo, que también reflejado, dicen que es, posiblemente, el más vibrante de los espacios. Lo engordan vivaces y reinan rudbeckias, gauras, knifofias, lirios de un día... Dentro de los Humedales simulan entornos acuáticos, hay un ejemplar de Taxodium mucronatum y estanques donde flotan nenúfares, lotos y lirios de agua, croan ranas y vuelan libélulas.
«La Pradera es típica del paisaje en mosaico vasco, evoluciona a lo largo del año. Se han dibujado caminos de hierba que siluetan amebas también de hierba alta entre la que encontrar Lythrum salicaria o Daucus carota», agregan. El Jardín Jurásico se inspira en la prehistoria, «con plantas que no habían dado el paso evolutivo multiplicándose por esporas, variedades de helechos, equisetos y coníferas».
Se agrupan sobre huevos, de nuevo, esta vez de piedra. En el Jardín Blanco, entre losas de arenisca de Igeldo, crecen gramíneas y vivaces. Quedan el de Hortensias Blancas, homenaje a esta planta poco considerada en nuevos modelos de plantación, estrella en el norte sin embargo; y el de Hortensias de Color, donde la variedad explota.
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