¿Te imaginas navegando por el Oria?
Zegama (Gipuzkoa) ·
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Zegama (Gipuzkoa) ·
No tenga nadie demasiadas esperanzas de encontrarlo, menos en esta época tórrida cuando las fuentes se resumen a su mínima expresión. Porque el río Oria nace siendo apenas un hilillo de agua en un rincón perdido, próximo al puerto de Otzaurte y al pie de ... las peñas de Akaitz, más o menos donde sobrevive un resto de las estructuras de hormigón de una vieja cantera.
Por allí afloran los pequeños arroyos Latsaen y Otzaurte, que se hacen uno en el de Zupitxoeta, que más abajo recibe ya el nombre de Oria. Los primeros manantiales surgen entre zarzas y hierbas cerradas, y el Oria solo será más aparente cuando discurra en los hayedos bajo las calizas del monte Aratz. En Otzaurte, el mismo puerto es divisoria de aguas; al norte marchan las del Oria al Cantábrico, al sur, hacia el Mediterráneo, lo hacen las del Altzania, que también nace allí mismo. Y, según dicen, también los tejados de la antigua venta repartieron sus aguas para los dos mares.
¿Se imagina alguien las posibilidades de tomar allí un barco para arrumbar hacia cualquiera de estas costas en busca del mar? Pues eso hicieron en el siglo XIX algunos pensadores de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, los que antes llamaban 'Caballeritos de Azkoitia'. Pensaron que el Oria podía ser navegable, y también el Altzania y, más aún, que los dos mares podrían conectarse a través de los dos cauces con un sistema de canales y exclusas. Varias ideas avanzaron esta posibilidad pero fue en 1807 cuando el matemático José Mariano Vallejo avanzó sus cálculos y para su 'Tratado de Aguas' se fue a buscar las cabeceras de los dos ríos, descubriendo emocionado la cercanía de sus fuentes. Marcando los árboles para poder continuar después su trabajo, llegó a grabar en la corteza de un haya del puerto esta inscripción: iFeliz hallazgo! Vallejo, Robres, Resusta, Junio 19 de I829; tan contento había quedado del resultado.
El Altzania se echa a correr por debajo de la célebre cueva de San Adrian y ahora enfila el barranco de Beunda para ir a sumar sus aguas al Arakil y este al Arga y todos, por el Ebro, al Mediterráneo. Pero antaño un canal, que por cierto ya no existe, lo desviaba sumándolo al Oria. Y entre esas ideas de navegar por estos ríos y unir así los dos mares sabremos que una de las razones para pensarlo fue sin duda que este es el más largo y el más caudaloso de los ríos de Gipuzkoa, el más importante por tanto.
Vallejo determinó incluso el trazado completo del canal y también de la derivación de una línea de ferrocarril que conectaría aquel con la capital de Madrid. Más tarde, en 1852, el Ayuntamiento de Tolosa pediría un estudio en el que el ingeniero Manuel Peironcelli resolvía el trazado de otro canal navegable para llevar el cauce del Oria entre Tolosa y San Sebastián.
Todo se quedó en los papeles porque nunca se abordó ninguna de estas obras y menos mal; ahora el Oria sigue escurridizo, naciendo en esos manantiales que asoman bajo la peña de Akaitz, discurre por la región más industrializada de Gipuzkoa habiendo conocido a lo largo de su historia la agresión de fundiciones, de papeleras, de colorantes y vertidos múltiples que también lo convirtieron en el más contaminado del territorio. Nos quedan limpias sus fuentes, que deberán seguir así.
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