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Imagina que tienes el típico día tonto, esa jornada libre sin destino específico, y te apetece emplearla en algo más que en caminar por las calles de siempre. Hablamos de una mañana y una tarde en la que subir al coche, conducir hacia alguna alternativa inspiradora de las que te presentamos y mezclar plan senderista con plan cultural, por ejemplo.
Seguro que hay ganas de cambiar de aires, de rostros y de ciudad… mejor aún, de cambiar la ciudad por el pueblo, la urbe por el campo. Aquí van unas cuantas opciones, cuatro en concreto, para hacer a solas, en pareja, con amistades o acompañado por la familia (lo del perro ya depende de ti). El modo final lo eliges tú, nosotros solo escribimos sobre el abanico de posibilidades
En Álava y en Bizkaia, tampoco se trata de meter kilómetros a lo loco dentro del automóvil y acabar agotado antes de tiempo. Esto va de aprovechar los minutos, un bien escaso al que prestamos muy poca atención por suponerlo casi infinito.
El Parque Natural de Izki y la Vía Verde del Vasco Navarro son los hitos de esta jornada en la que duplicar color esmeralda y ensanchar pulmones respirando aire puro. La idea es madrugar para acercarse primero a la Casa del Parque Natural de Corres. Un viaje bien informado suele ser sinónimo de éxito seguro. Podrás preguntar qué ruta de las 15 disponibles se adapta mejor a tu forma física y costumbres.
El espacio protegido regala alternativas para todos, aunque una muy llevadera es la Senda de Bujanda, solo 3,5 kilómetros (más otros tantos de regreso) que conectan linealmente con los espacios más interesantes del parque. Traducido, perfecto para familias o poco andarines que tampoco pretenden una inmersión profundísima en la naturaleza, o para cualquiera que desee seguir fresco todavía por la tarde. El camino parte del edificio que acabas de visitar, así que no hay pérdida.
Después de tomarte tu tiempo para comer en una zona de esparcimiento poco más allá de Corres, si sale buen día y buscas ahorrar, o de acercarte a algún restaurante de Maeztu o Santa Cruz de Campezo, parte hacia Antoñana. Espera en un alto, amurallada, como muestra de villa medieval, a orillas del río Ega. Luce el título de Monumento Nacional de Euskadi y su historia arranca con el rey Sancho de Navarra 'El Sabio', en 1182. Dicen de él que es uno de los pueblos más bonitos de Araba, incluso de Euskadi. Afronta su calle principal para comprobarlo, ella une las que fueron antaño las dos puertas de acceso.
Al lado de la carretera aguarda el Centro de Interpretación de la Vía Verde del Vasco Navarro, adornado por viejos vagones. Emocionará la historia del 'Trenico', que dejó de traquetear por las vías hace ya más de cincuenta años. Hermanaba con su pausado avance la localidad navarra de Estella con la guipuzcoana de Bergara, empleando para hacerlo un largo recorrido que emprendían los pacientes viajeros, claro que en aquellos tiempos parecería lo suficientemente rápido, de ahí que lo eligieran sin miedo al lento tic-tac del reloj.
Parte de ese trayecto puedes conocerlo desde aquí en bicicleta o a pie, mencionamos las dos ruedas para cambiar de transporte, aunque la fuerza la ejerzan de nuevo las piernas (para algo las tienes, hay que moverlas). Puedes enfrentar por ejemplo, el tramo desde Antoñana hasta Maeztu, un total de 15 kilómetros añadiendo la ida y la vuelta más que superables.
Que prefieres evitar tanto ejercicio, pues ve a Santa Cruz de Campezo tras la visita a Antoñana. Ornado por un precioso entorno natural, muestra la gótica iglesia dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, del siglo XIV. También ofrece conjunto amurallado declarado Monumento Nacional de Euskadi y casas-torre o blasonadas.
Acudimos prestos en pos de la historia y, para ello, primero nos vamos de templos, en dirección al monasterio y la colegiata de Ziortza (Zenarruza), en Ziortza-Bolibar. Empezamos con el Monumento Nacional de Euskadi, gótico para más señas. Curioso debido a que el terreno sobre el que se asienta obligó a levantarlo como una especie de castillo con su patio de armas y dos puertas de acceso (a la del este, por cierto, se llega por senda medieval empedrada, el único pedazo con piedra del camino de Santiago en la provincia, con vía crucis del XVI). Situémonos. Al norte la iglesia, al oeste la hospedería, al sur y el este las casas de canónigos antes, de la comunidad monástica ahora. Vertebrado por edificios del siglo XVIII, iglesia del XV y hospedería del XX, un poco de todo. Como recordatorio de su financiación, dovela con el escudo de los Mújica-Butrón.
Tras conocerlo, toca irse de museo en el mismo municipio. Al de Simón Bolívar, dedicado al 'Libertador' de varias naciones americanas, y a la historia de Bizkaia durante la Edad Media. No es que él naciera allí, pero el caserío Errementarikua sí funcionó como hogar para sus antepasados. En el hall-recibidor hablan del aventurero, en la primera planta proponen un recorrido acerca de los modos de vida y del paisaje medieval, la iglesia en el medievo, las actividades económicas, las ferrerías y la fundación de la villa (www.simonbolivarmuseoa.com).
Tras la comida, a la tarde ve hasta Markina-Xemein. Usarás el pueblo de base para seguir andando hasta Ondarroa a través de una parte del GR38, concretamente a través de 15,5 kilómetros que acompañan la ribera del río Artibai. Pasarás por Berriatua, donde puedes pararte a ver Etxe Pintxu o la torre Aranzibia. Ya en el destino bañado por el Cantábrico, husmea tranquilamente su casco viejo de sabor medieval y salado, marinero hasta el tuétano, entre calles estrechas que suben y bajan. Contempla la Torre de Likona (XV), una de las construcciones fronterizas más antiguas de Euskadi. La iglesia Andra Mari (XV), de variados ventanales y rosetón en la fachada. El antiguo Ayuntamiento con fachada toscana muy distinta al resto de edificios. O pasea por la playa de Arrigorri hasta la vecina playa de Saturraran, en Mutriku.
Que no apetece la marcha, quédate en Markina-Xemein y busca la ermita de San Miguel de Arretxinaga, construida en el siglo XVIII, para observarla un buen rato y dejarse llevar por su aspecto. De planta hexagonal y tejado piramidal con seis lados, se hizo a base de piedra sin labrar. La sorpresa que encandila siempre al público: las tres grandes rocas con más de 40 millones de años que descubrirás en su interior, sujetas entre sí, lo que genera una especie de espectacular capilla que tus ojos admirarán con verdadero asombro. En el centro, la figura del Arcángel San Miguel. Por cierto, dicen que los mozos y mozas que deseen casarse antes de un año han de pasar tres veces por debajo (avisamos por si tienes prisa por hacerlo o por si, al contrario, quieres evitar el futuro matrimonio).
En este caso, buscamos el bloque… el familiar o de amistad también, aunque nos referimos a la piedra, vamos, que verás piedra natural y piedra modelada por los humanos. La idea es partir por la mañana hacia Portilla para enfrentar una ruta leve de 5 kilómetros obedeciendo el sendero SL-A 34. Con un objetivo claro e inspirador: alcanzar su castillo. Recuperado en parte con pasarelas, repleto de paneles que informan sobre su historia.
Creen quienes entienden de esto que fue construido en la primera mitad del siglo XI, dudan si lo mandó levantar el rey Sancho Garcés III el Mayor o su hijo García Sánchez III. El caso es que pretendía manifestar sin lugar a dudas su autoridad sobre suelo alavés, mientras expandían el reino de Pamplona por el condado de Castilla. Que quieres emplear los pies, la Ruta de los Castillos une el de Portilla, Ocio y Berganzo gracias a unos 15 kilómetros. Que prefieres ir más relajado, date una vuelta por la fortaleza y ve a comer a Berantevilla, por ejemplo.
Cambio de tercio por la tarde, hacia uno de los rincones más bellos de Álava que nunca cansa. Nos referimos al Jardín Botánico de Santa Catalina (consultar horarios antes de ir 688 897 048), ese espacio mágico en el que podrás soñar con hadas y duendes, con enanos y mundos repletos de hermosas flores. Construido entre las ruinas del antiguo monasterio de Santa Catalina, suma cerca de 1.000 especies diferentes llegadas desde los cinco continentes, un poco de todo para mirar, para oler y para sentir. Entre aljibes y restos del palacio, entradas al foso y coro de iglesia. Un conjunto espectacular que calma a quien lo mira, que invita a no hablar y a la meditación, al disfrute del silencio, del paseo que ayuda a pensar y a dejar atrás las prisas y los agobios, las carreras y la falta de aire para respirar.
Observarás las terrazas creadas por los agustinos que dedicaban tiempo al mimo de las vides y el cuidado del práctico huerto. Dentro de un espacio declarado Parque Estelar Starlight, porque cuando llega la noche, las estrellas lucen allí con otro ímpetu, pueden verse acurrucas unas junto a otras, titilantes en su titubeo, como si pasaran un poco de frío o tuvieran delante a un enamorado que las hiciera temblar. Resumiendo, un entorno ideal donde se funden naturaleza e historia y del que todo el mundo sale con una media luna dibujada en el rostro... dedica un momento a mirar los rostros de aquellos con quienes te cruzas si no crees lo que decimos.
Que se te queda corto el plan: acércate a practicar conocimientos de arqueología al yacimiento de Iruña Veleia, situado en plena Llanada Alavesa como parte de Iruña de Oca. Declarado Conjunto Monumental, por cierto. Sus 80 hectáreas abarcan 1.500 años de historia y dan mucho en qué pensar sobre la Edad del Bronce, la Edad del Hierro y su importancia ya en el siglo I. Antaño contó con una potente muralla de 1,5 kilómetros de perímetro, más de 8 metros de altura y entre 4,5 y 5,5 metros de grosor. Frente a tus ojos hallarás restos de los cimientos de 16 torres y la puerta sur de la ciudad.
Primera parada mañanera y andarina, Zeberio. Para emplearse en una ruta a pie balizada, la que regala el PR BI 11, en la que distraerse con caseríos, molinos y ferrerías. Tú eliges la longitud, desde 1,5 kilómetros, por si vas con infantes muy peques, hasta la cita completa de 17. Alternativa para las primeras horas del día, la del Museo etnográfico de Orozko. Allí aprenderás más sobre diversos oficios como los de pastores, leñadores y carboneros, sobre tradiciones y cultura vasca. Dentro de la Casa Palacio Legorburu (XVIII), de la Casa Kareaga. Tienen opciones lúdico-turísticas para críos entre su oferta, audiovisuales e interactivas, avisamos por si te hacen falta (www.orozkomuseoa.eus/). Está en la plaza principal, junto a algún bar donde tomar un pintxo.
Por la tarde la idea es seguir hacia Dima, conocer la casa Antzasti, vivienda tradicional vasca convertida en museo antropológico (https://www.antzasti.eus/). Traducido, continuarás empapándote del alma vasca, de nuestras costumbres ancestrales y antepasados, de una forma muy entretenida, a partir de su cotidianidad, de sus trajes, sus muebles… También del cambio en los roles de la mujer, las diferencias entre el mundo rural y urbano del siglo XIX al XX. Frente a una sala de caserío hay un comedor de ciudad, frente a un dormitorio de campo, otro presente en el medio urbano, frente a una cocina de fuego bajo, otra de chapa.... dos mundos en uno. En el edificio, construcción típica arratiana, en el pasado la planta baja se dedicaba a la cuadra y los aperos. La presencia de las bestias servía como calefactor para dar calor a la planta siguiente, donde localizaban la vivienda. La trasera cumplía funciones de pajar y la última era la ganbara, allí guardaban y secaban la cosecha como en tantos otros hogares.
Recorrido el lugar, puedes acabar la jornada en Otxandio, entre los parques naturales de Urkiola y de Gorbeia. Dicen de ella que es una de las localidades más monumentales de Bizkaia. Enamora su plaza mayor de alto valor arquitectónico, con el edificio consistorial, monumento nacional que luce tres escudos en la fachada y un reloj solar. No es lo único que brilla como el astro por allí, lo hace también la iglesia de Santa Mariñe del siglo XVI con su torre, la casa de cultura del siglo XIX, la fuente de Vulcano dedicada al dios del fuego, que reconoce la importancia de la herrería, el frontón, las casas blasonadas de la calle Uribarrena, el antiguo hospital construido en 1722 con dinero de un indiano nacido en el pueblo... Entre los tesoros naturales, también los hay, destaca el sendero de los hayedos y las calzadas.
Ya sabes que si no te da tiempo a verlo todo, siempre puedes volver otro día. Estas ofertas seguirán allí, dispuestas a ser admiradas, recorridas, reconocidas. Vale la pena recorrer la propia tierra antes de partir a otras más lejanas. Cuentas con unas horas para cumplir esta misión... ¡a disfrutar!
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José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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