Los hermanos pobres
De paseo. ·
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Dos deslumbrantes vallesglaciares accesibles para toda la familia ocultos bajo la fama de GavarnieGaizka Olea
Jueves, 26 de julio 2018, 17:51
Nada peor que tener un hermano famoso... salvo que tu intención sea pasar desapercibido. Aunque en algunas ocasiones, esa situación supone una ventaja. En el caso de destinos turísticos apetecibles ocultos por el relumbrón de un lugar vecino, el defecto es de hecho una virtud. ... Es el caso de los dos circos glaciares hermanos próximos a Gavarnie, los de Estaubé y Troumouse, en los que las cifras de visitantes son contadas frente a la avalancha de personas que recorren este espacio natural galardonado con el sello de Patrimonio de la Humanidad.
Cómo llegar Luz Saint Sauveur, el punto de partida ideal para las excursiones, se encuentra a 210 kilómetros de Irun, por Hendaya, Pau y Lourdes.
Webs turismo-occitania.es y luz.org/es (ambas en castellano).
Y no lo negaremos: Gavarnie merece cualquier reconocimiento que le den, porque es un espacio mágico, deslumbrante, que intimida y asombra desde que el caminante deja el coche a las afueras de la aldea y tras unos pocos pasos por sus calles (un parque temático de tiendas y restaurantes, cierto) se enfrenta con ese paredón semicircular del que brota la que dicen que es la cascada más alta de Europa. El que llega la ve de frente, colosal, imponente, con nieve en sus cumbres incluso a finales de junio, y llegará al hotel que constituye la puerta de entrada en poco más de una hora de apacible paseo, como publicaba EL CORREO el 15 de marzo pasado.
Todos los ojos se fijan en él, y repetimos que con razón, y sólo unos pocos se vuelven a mirar a sus dos 'hermanos feos', esos a los que parece que nadie puede casar o echar de casa. Si miras un mapa de los Pirineos, Gavarnie cierra por la izquierda un conjunto claro de tres semicírculos, con Estaubé en el centro y Troumouse a la derecha. Para decirlo con pocas palabras, son destinos impresionantes. Y si queremos añadir otra, imprescindibles; de fácil acceso, con una exigencia limitada y un final gratificante. Pero nadie los publicita, nadie habla de ellos, aunque los aficionados al ciclismo con buenas piernas los conocen muy bien porque rematan una buena jornada de ejercicio.
Empecemos por Estaubé. El mejor campamento base para 'atacar' los tres circos hermanos es Luz Saint Sauveur, a dos horas y media de la frontera de Irun, animado pueblo que los amantes de la mítica ciclista conocen bien, porque es el punto de arranque de la subida 'larga' al Tourmalet, porque alberga el puerto de Luz Ardiden y porque enlaza en unos pocos kilómetros con el coloso Aubisque. De Luz parte la carretera a Gavarnie que, tras superar la aldea de Gèdre, se desvía hacia la izquierda en dirección a Heas (21 kilómetros).
A 7 kilómetros de Gèdre, la carretera se divide: por la derecha te llevará a Estaubé, por la izquierda, a Troumouse. El acceso a Estaubé es sinuoso y un tanto estrecho y lleva al visitante a los pies de un embalse. La mejor ruta para alcanzar el fondo del valle es recorrer la pared del pantano y caminar por la orilla izquierda. Es posible hacerlo por la margen derecha, pero para ello hay que superar una colina en la que el sendero se pierde. Al caminante le aguarda poco más de hora y media de agradable paseo prácticamente liso por senderos de tierra.
La lámina de agua ofrece reflejos hermosos de las laderas colindantes pero la sorpresa es definitiva cuando tras superar un montículo surge el espectacular circo, con una cabaña al fondo y praderas infinitas en las que pastan decenas de vacas y sus terneros. Recuerda que dejar en paz a los animales es la mejor forma de no llevarse un disgusto; alejarse en lo posible de las reses y llevar a los perros atados no es sólo una norma mínima de cortesía: es prudencia.
Las campas son un espléndido merendero, el arroyo de rocas blancas como el mármol se presta a cientos de fotos y la vista es relajante... salvo que las marmotas empiecen a silbar para alertar de la presencia de intrusos. Estaubé es perfecta para ir con niños y para tomar un contacto inolvidable con la mejor naturaleza.
Para la tarde, o para otro día, dejamos la visita al circo de Troumouse, el más amplio de los Pirineos, con sus 11 kilómetros de circunferencia y su forma de herradura. Este recorrido tiene alguna complicación añadida. Desde Luz Saint Sauveur nos dirigiremos a Heas y tras superar la aldea nos toparemos con un gran aparcamiento, donde arranca la ascensión para quienes tengan piernas y pulmones. Allí mismo esta instalado el peaje (5 euros) que permite subir hasta el refugio y, fuera de los meses de verano, hasta el mismo circo. Si vas en julio y agosto, tendrás que dejar el coche en el parking del refugio y caminar cuatro kilómetros, más de una hora, a pie, por una carretera trazada en un llamativo zigzag. Con calor puede resultar duro, pero no es matador.
El recorrido ofrece ya vistas impresionantes de los paredones exteriores del circo de Troumouse y si vas atento podrás localizar rebaños de sarrios que descienden casi hasta el refugio para pastar, pero el impacto es definitivo cuando llegas al aparcamiento superior. Troumouse abruma por sus dimensiones, por las praderas, por las vistas de un espacio situado a más de 2.100 metros de altura, y por el lago que descansa al fondo del circo glacial, que no verás si no caminas por su superficie ondulada. Es un lugar estremecedor por sus dimensiones, por el silencio, roto sólo por las esquilas de ovejas y vacas.
Domina el terreno la estatua de una virgen, recuerdo de episodios pasados cuando los franceses robaron a sus vecinos españoles del oscense valle de Pineta una estatua de María. Sentado en el mullido pasto de Troumouse, uno se pregunta qué tipo de hombres eran aquellos que mantenían tratos (amistosos a veces, menos amables otros) cuando entre ellos se alza un muro de apariencia infranqueable de picos que llevan a pensar en montañeros avezados, en escaladores quizá, provistos de buen calzado, piolets, prendas de marcas reconocidas, y no con alpargatas, pellizas y bastones...
El mito de que somos enanos subidos a lomos de gigantes cobra más sentido que nunca al pensar en aquellos pastores, que no conformes con trepar desde el fondo del valle hasta los circos para alimentar a sus rebaños, vencían a las montañas a través de collados que sólo ellos veían: desde Gavarnie a Bujaruelo, desde Troumouse hasta Pineta.
Este espacio del Pirineo francés, al que se llega cómodamente por autopista desde la muga en Irun hasta Pau o Tarbes y buenas carreteras hasta Lourdes y Luz (mejores y más cómodas que las que llevan a Ordesa o Benasque, por ejemplo), merece una visita. Ya.
El lago de Gaube merece por sí sólo una visita y si te sientes con fuerzas, es el arranque de un paseo exigente, por caminos de piedras desiguales y a ratos muy pendiente que te llevará hasta la base del Vignemale, una de las cumbres señeras de los Pirineos. Son cinco o seis horas de caminata (ida y vuelta), dura, pero con recompensa. A Gaube se accede desde el Pont d'Espagne, en Cauterets. Desde su gran aparcamiento salen los senderos y el telecabina que enlaza con un telesilla y te deja a 15 minutos del Lago. Es un lugar de una belleza excepcional y conviene recorrerlo, al menos hasta las cascadas situadas a 20 minutos del lago. Deja para el regreso el paseo por el entramado de cataratas que dan fama a Pont d'Espagne, el lugar en el que confluyen los arroyos desbocados que bajan desde las alturas y rompen con furia desmesurada cerca del aparcamiento. Dedica también unas horas a recorrer la elegante ciudad balnearia de Cauterets, con sus buenos edicicios, la vetusta estación del ferrocarril, construida en madera y ya en desuso, y el monumental edificio que acogía el casino. Y si eres adicto a la repostería, compra berlingots, pequeños dulces elaborados con azúcar, sirope y aromatizantes naturales.
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