Gaztarri, la piedra que hace queso en Elgea
Barrundia (Álava) ·
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Era una expedición peculiar. Una veintena de personas, desde los diez a los ochenta y tantos años, embarcando en media docena de todoterrenos para ir en busca de unas piedras donde la forma circular es señal y eje del viaje. En busca de piedras moleras ... y de una piedra de hacer queso. Escenario para el objetivo: Sierra de Elgea-Urkilla, sobre la Llanada alavesa. Punto de partida: biblioteca y casa del pueblo de Ozaeta, ayuntamiento de Barrundia. Sobre el llano de campos de cereal preside el horizonte la sierra, inconfundible su perfil jalonado de generadores eólicos.
Llueve fuerte y la ventisca azota con tal violencia que los paraguas son inútiles. Nadie se arredra, en marcha. El convoy serpentea entre robles la pista de las eólicas. Arriba, pasado el collado, una primera parada. Javi Castro es el guía, el investigador experto en piedras moleras que ha localizado centenares de ellas por toda la geografía vasca. El paraguas sigue siendo inútil pero el ventoso chaparrón no impide la búsqueda. Castro nos lleva con precisión al lugar y ahí está, bien localizada entre las árgomas, la rueda de arenisca que todos nos apresuramos a fotografiar. Preciosa, redonda, bien tallada. Qué curioso que entre montañas de material calizo afloren estos paquetes de areniscas, justo los materiales que sirvieron a los canteros para trabajar las muelas de molino. Más que canteros eran «sacadores» por su habilidad para arrancar el fragmento preciso y tallar después aquellos gigantes donuts de piedra.
Marchamos luego pista arriba; Castro dice donde hay que detenerse y da indicaciones: tiene que estar por ahí, en un radio de un centenar de metros. Y ahí vamos, en busca de una piedra que hacía queso. El topónimo no plantea dudas: 'Gaztarri'. Pero no es el único, hay otro similar en el Pirineo que es 'Gaztarrigaina', situado entre el Orhi y el Otsogorrigaina. Habrá que ir a buscar allí también. Es bonito pensar que hay una piedra que hace queso, de momento la única conocida. La de la sierra de Elgea se esconde entre la vegetación. Descubierta por Bitoriano Gandiaga, la habían anotado en el Anuario de Eusko Folklore en los años 80 unos investigadores que la visitaron al sur de la cima de Artia-Gaboño, a 1127 metros de altitud.
La piedra es un gran bloque tumbado, en uno de sus costados enseña una concavidad perfecta, redondeada, del tamaño de un queso, y en su costado inferior tiene un orificio que atraviesa la pared, el justo para evacuar el suero de la leche en el prensado. Julio está emocionado y no pierde el tiempo y se pone a limpiar el musgo de la 'gaztarri'. A Julio Uriarte le han dado hoy un permiso especial para venirse a la sierra. Ha sido pastor y a sus casi 90 años no le dejan en casa echarse al monte, pero hoy es un día especial. Tantos años recorriendo estas montañas y no conocía la piedra. Tan emocionado como el resto de expedicionarios escuchando el relato de Javi Castro: que si la arenisca tiene «granos» especiales para la molienda, que si hay no sé cuántas piedras en esta sierra. Y nos avisa: en septiembre repetimos expedición, para ver las piedras extraordinarias de Mugarriluze y Arbe, las canteras, la chabola cupular, el menhir y la cruz tallada.
Las rocas de la sierra de Urkilla y Elgea expresan toda una narrativa histórica. Redondas para moler trigo y maiz, agujereadas para hacer queso, marcadas con cruces para ser emblemas simbólicos, piedras funerarias.
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