Entramado urbano S. García
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Cuando la frontera sur llegaba hasta los Pirineos

Alquézar (Huesca) ·

Alquézar aúna un pasado de leyenda con una naturaleza indómita de pozas y barrancos

Domingo, 4 de agosto 2024, 23:14

Dicen en la oficina de turismo de Alquézar que la localidad apenas tiene dos centenares de habitantes, y eso contando los veinte de Radiquero y otros seis en San Pelegrín. Cuesta creerlo a tenor del apretado lienzo de casas que uno observa desde el aparcamiento ... que sobrevuela el pueblo, dominado a su vez por esa colegiata que parece encaramarse al cielo más con vocación defensiva que piadosa. Edificios levantados con sillares, armados y sólidos, junto a calles adoquinadas donde la ausencia de gente la compensan los ecos y las sombras, y el viento arranca silbidos que le hacen a uno girarse como si temiera haber despertado con sus pasos a los espíritus. No en vano estamos en Huesca, esa provincia de carácter y fisonomía montaraz donde la España vaciada adquiere toda su razón de ser, no importa que los veranos atraigan a cientos de turistas en busca de senderos y cañones de agua cascabelera. Un dato: en los 475 km2 sobre los que se extiende el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, hay quince municipios y un solo cajero automático (el del hotel Santa María de Alquézar).

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  • Distancia Cuatro horas separan Vitoria de Alquézar (50 minutos más desde Bilbao), la ruta más rápida por Pamplona y Huesca.

Pero que eso no nos despiste. Situado en la comarca Somontano de Barbastro y a los pies del Pirineo Aragonés, Alquézar -del árabe 'al-qasr'- es uno de los pueblos más bonitos de España y su historia se remonta al siglo IX, cuando urgía defender estas tierras de los cristianos del Sobrarbe. Ahora la paz inunda estos pagos y brinda planes verdaderamente sorprendentes, el principal las impactantes pasarelas del río Vero, un circuito de montaña de tres kilómetros que discurre por el frondoso barranco de la Fuente, entre paredes calizas; la cueva de Picamartillo, esculpida por la erosión del agua; y la antigua central hidroeléctrica. Acantilados y abrigos que modelan un paisaje sobrecogedor y espectacular. No es la única ruta: están la de Bascol, Quizáns y Chimiachas, que incluyen pinturas rupestres; o la circular de Asque, con puentes, miradores y un antiguo molino.

La colegiata de Santa María se levanta sobre un roquedal con vistas privilegiadas a las Pasarelas del Vero S. García

Eso de puertas afuera, porque lo que es intramuros Alquézar es un auténtico parque temático en miniatura. Destaca la colegiata de Santa María, levantada entre barrancos y sobre los restos de la antigua fortaleza musulmana de Jalaf-Ibn-Rasid, el rey moro que, según la leyenda, resistió asedios y libró ataques furibundos para acabar sucumbiendo a manos de una vecina de Buera. El tirano tenía fama de someter a las jóvenes más hermosas y ella quiso tomarse cumplida venganza por su propia mano, lo que consiguió clavándole una peineta en el corazón. La atalaya está ahora rodeada por una doble muralla punteada de torreones, entre ellos el del campanario. En su corazón se levanta un claustro ajardinado y rodeado por una galería de arcos que muestran media docena de capiteles con motivos del Génesis. Cuando la bruma se cierne sobre la montaña, la colegiata asoma, fantasmal, mientras la sobrevuelan quebrantahuesos, alimoches, halcones o los buitres leonados que anidan en los riscos de alrededor. Cualquiera diría que su paciencia no tiene límites, sirviéndose de las corrientes térmicas para escrutar el pueblo.

Aquí no hay distancias y apenas cinco minutos nos separan de la Plaza Mayor, un espacio aporticado bajo cuyos soportales buscaron refugio en otro tiempo los artesanos y comerciantes, consecuencia de los derechos con que Carlos V privilegió a la villa. También destaca la iglesia de San Miguel, un edificio robusto y sobrio que en su interior guarda un retablo mayor de estilo barroco, lo único que conserva de su decoración original. Todo lo demás, incluidos los objetos litúrgicos, fueron destruidos en la Guerra Civil.

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Y si con tanto trajín le han entrado ganas de llenar la andorga, no se preocupe porque si algo abunda en Alquézar -aparte de agroturismos y hoteles con encanto- son los restaurantes: Pardina, Las Mellas, Cueva Reina, Casa Jabonero... lugares ideales donde devorar caracoles, butifarras, migas a la pastora, crespillos de borraja y, cómo no, un ternasco espectacular que, regado con Somontano, entra como un tiro.

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