GPS | En ruta

La fonda más antigua de España

Teruel ·

Construida en el siglo XVI junto a las murallas, sus habitaciones rústicas comulgan con el espíritu mudéjar de la ciudad

Jueves, 1 de junio 2023, 16:33

Hay destinos que conservan la capacidad de sorprender, más allá de guías turísticas y reclamos varios; lugares donde las pupilas se rinden al rabillo del ojo. Ocurre por ejemplo en Teruel, donde uno va en busca de la máxima expresión del mudéjar, tan deslumbrante al ... sur del río Ebro, latiendo entre ladrillos, arquerías y azulejos. Las torres del Salvador y San Martín, de la catedral, la Colegiata de Santa María o la iglesia de San Pedro, un templo fortaleza de una sola nave rodeada de capillas deslumbrantes... El maridaje perfecto entre el gótico y los reinos de taifas almohades. Son las etapas habituales de un circuito que por lo general empieza en la fuente del Torico y continúa por las tumbas de alabastro donde reposan los amantes Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla; o por el puente que salva el tajo descomunal al que se asoma la ciudad -unos 35.000 habitantes, los mismos que Miranda de Ebro- sobre una vega de huertas. Y entre tanto derroche arquitectónico, rincones agazapados y humildes pero merecedores de un tratado.

Publicidad

Dicen de la Fonda del Tozal que es la más antigua de España, que su construcción se remonta cinco siglos atrás. Cualquiera diría que aguanta erguida gracias al apoyo que le prestan los edificios de alrededor, ese dédalo de callejas que ilustra como pocas la España vacía (o vaciada por otros). En la planta baja, donde antes estaban las caballerizas, hay un bar que acogía conciertos de jazz hasta que llegó la Ley Antitabaco, mientras del techo colgaban herraduras, aperos de labranza y porrones. Hay hasta un cuadro de un partido de cesta punta que uno no sabe muy bien qué pinta allí, pero que hace juego con la máquina de pinball y un futbolín.

A las habitaciones se sube por una estrecha escalera de madera que cruje a gritos. El sol entra de refilón en un patio que tiene más de bazar a la intemperie y donde el tendedero luce vacío y desangelado. Las habitaciones parecen sacadas de una novela de caballerías: una jofaina en la esquina, un lienzo de pintura irreconocible, el suelo de terrazo. El techo encalado está surcado de traviesas en una de las cuales alguien ha grabado a cuchillo 'Vincent'.

Me dice Rafael Tolosa, su propietario, que he tenido suerte, porque ahora todas las habitaciones están equipadas con baño, pero que en los 70, cuando todavía entraban carretas por el portalón, uno tenía que bajar a la calle para aliviar sus necesidades. Los muebles, recios y cuajados de herrajes, parecen sacados del desván de la memoria. Un par de grabados con marcos dorados me observan desde la pared como guardando el equilibrio; sendos angelotes en pelota picada que lanzan guiños inquietantes y que se reflejan en el espejo del ropero, que ha perdido el bruñido en los bordes y se deshace como un mal sueño. Afuera, el calor es sofocante.

Publicidad

En ruta

  • Distancia 473 km separan Bilbao de Teruel. Desde Zaragoza, la ruta discurre por la autovía Mudéjar (A-23)

He venido a guarecerme de la solana que se derrama inmisericorde por la ciudad, sumida aún en un silencio de siesta. Los geranios del balcón estallan en florecillas de un rojo pletórico y esparcen un aroma amargo. Dice Rafael que en la Guerra Civil la posada fue primero refugio de nacionales, luego de republicanos, de nuevo de los nacionales... Imagino a mi abuelo Santi, que se chupó tres años de guerra y uno y medio de mili, arrebujado en la misma cuadra que ha sobrevivido dos plantas por debajo, tratando de combatir aquel frío inhumano del que me habló tantas veces, mientras las bombas explotaban a su alrededor y tableteaban las ametralladoras. «40 euros la noche», me ha dicho el dueño (viajaba sólo, la habitación es para cuatro y la reserva en Booking sale por 85). No he podido resistirme.

Al detalle

Las cuatro torres mudéjares son Patrimonio de la Humanidad desde 1986. Machacada durante la Guerra Civil y reconstruida después, Teruel atesora además el mausoleo de los Amantes y restos de una judería junto a la iglesia de San Pedro. Albarracín, Alcañiz y Valderrobres son otros reclamos de la provincia, con sólo 9 habitantes por kilómetro cuadrado y temperaturas que llegan a ser tan bajas que a menudo se la conoce como la Laponia española.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad