Seis senderos por bosques y praderas de Navarra para perezosos

No te hagas el remolón y coge la pista principal del Parque Natural de Bertiz, a la altura de la carbonera, desde ahí empiezas este ratito, muy 'ito' de andadura. Sendero circular para conectar con el bosque, conocer de cerca flora y fauna del parque, siempre a rebosar de tonos verdes. De lo mejor allí: un tramo de bosque-galería alrededor de la cascada del Suspiro. Podrás toparte con restos de usos tradicionales como el carboneo o el pastoreo, con construcciones para almacenar castañas… Explicados gracias a paneles, para que no escape detalle. Y lo más importante, solo aquí –por lo que al Estado se refiere–, habitan las siete especies de pájaros carpinteros de la península ibérica.

Como la ruta es interpretativa, hace juego con los críos. Empieza en la pista principal del parque, cerca de la carbonera. Primero encontrarás plataneros y robles americanos. Después hayedos, algo extraño ya que en poca altitud, como es el caso, no suelen ser comunes, pero aquí están. Más tarde, el pequeño salto de agua ya mencionado. Para regresar, baja la ladera y cruza la regata, hay una pista que vuelve al origen.

Esto es ya para haraganes de manual, los reyes de la holgazanería. Un visto y no visto al que puedes llevar a los chiquitines de la familia. Paseo circular muy breve en cuanto a distancia, enorme en cuanto a paso del tiempo. Viajarás a otra época, cuando nuestros ancestros levantaban piedras con la idea de honrar a sus muertos. Vamos, que se trata de ir a ver dos dólmenes de tipo corredor, con la idea de que alucinen gracias a grandes rocas que solo podría levantar sin esfuerzo Obélix.

Empieza la minisenda en Portillo de Enériz, a solo 3,6 km de El Cerco de Artajona, junto al cementerio. Recorrerás 4 kilómetros en coche. Aprovechando una pista de tierra hasta el aparcamiento. Antes de emprender este titánico esfuerzo físico lee el panel informativo. Solo 40 metros después aparece el primer dolmen, 'Portillo de Enériz', uno de los monumentos prehistóricos más importantes de Navarra. Medita sobre las losas de piedra que lo forman, del gran túmulo elevado casi 3 metros sobre el que se levanta. Y disfruta de las vistas del pueblo, perfectas. Completado el momento que puede incluir reflexión sobre lo que somos y de dónde venimos, si te da por ponerte filosófico, regresa al camino para llegar, tras un pinar, al segundo objetivo, 'Mina de Farangortea', a 850 metros (agotado estarás, conociéndote). ¿Chirría algo? Ya, contemplar a la vez este vestigio funerario del pasado y los aerogeneradores del presente, salpicados aquí a allá. Pues sí, cosas de la evolución.

Árboles y praderas se ofrecen a tu paso; a la hora de volver servirá el Camino de Santiago. ¿Por qué el nombre bosque de Basajaunberro?, piensa un poco. ¡Acertaste!, por el señor del bosque, Basajaun. La relación de esta zona con la mitología vasca es amplia. Dicen, además, que por sus parajes se organizaron aquelarres, de hecho, está incluida dentro de la Ruta de la Brujería. Así que si ves a alguna sorgina, saluda de nuestra parte. Y aprovecha para contar a los niños leyendas sobre seres encantados.

Vamos a lo que nos importa, caminar esta propuesta circular. Salida: parking Colegiata (PK 47 N-135 a Francia). Hay una primera parte circular por pista forestal a través de un bosque de hayas y zonas donde contemplar robles singulares como El Lancero. Prados y más prados completan la propuesta. Y donde hay prados, hay ganado, así que verás pastar a unos cuantos bichos de diverso pelaje. Hasta llegar a la finca experimental del Gobierno de Navarra. En ese punto empieza la pista pavimentada que lleva al cruce con la carretera. Pasa al otro lado –mira a ambos lados antes–, y enlaza con el camino del apóstol en sentido inverso a como lo hacen los peregrinos, hacia Orreaga/Roncesvalles. Antes de llegar te harán compañía bosques de hayas, robles, pocas coníferas y algún que otro acebo.

Partimos del Monasterio de Irantzu (NA-7135, km 3,5), que, por supuesto, deberías ver. Junto al crucero de piedra. Por una senda lineal vecina de pastos, hayas, robles, caprichosas formas que el río ha labrado en la roca a los largo de los siglos, pozas y esculturas naturales regadas por aguas limpias como cristal. La pista sube entre peñas, las que encajonan el cañón del río Irantzu. Dirige los ojos hacia la izquierda para contemplar la Peña del Águila, hacia la derecha donde toparte con la Peña de Irantzu. ¿Distingues los efectos de la erosión fluvial en las laderas? ¿El nivel que alcanzó el agua allí hace miles de años?

Antes del primer kilómetro, el bosque pasa a ser hayedo y el firme que pisas mezcla hormigón con camino de piedras. Has de atravesar el río para acercarte a los robles y descubrir las primeras hayas de Urbasa. ¡Qué bonito todo! Continúa recto hasta un cruce junto a un roble centenario, y acaba en el paraje que llaman Esquina de Elke. Toca volver.

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Asaltamos (es un decir), la ribera del río Irati. Pretexto: conocer la ermita de San Román. ¿Y qué tiene de importancia este sitio, podrás preguntarte? Pues que fue el escenario en el que se firmó el tratado de paz entre beaumonteses y agramonteses en 1479, así que historia no le falta. La ruta circular sale de la calle San Miguel, junto al Ayuntamiento de Aoiz (NA-1370, km 51). Del puente medieval de Auzola, uno de los más bonitos de la provincia, fíjate en él. Va hasta el templo mencionado para meterse de lleno, más tarde, en el bosque de pinos. Hasta la Nevera de Aoiz, pozo que antaño acumulaba la nieve. Apelmazada, servía como hielo para conservar los alimentos.

Hazte la idea de que buscas el mirador sobre el río, y eso de buscar miradores siempre anima las marchas porque allí aguardan premios. En este caso, observar el antiguo aserradero de Ekai, grupo de edificaciones fabriles de comienzos del siglo XX. Un paisaje industrial que choca, pero atrae, mezclado con el natural. Para volver, sigue el mismo camino. Pero, 400 metros antes del puente medieval, cruza la pasarela y acércate a ver el molino; no solo machacaba el grano sino que concedía luz a la villa.

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Puedes calzarte las botas de senderismo o subir a la BTT, incluso es una opción apta para recorrer a caballo. Conocerás localidades de los valles de Ultzama y Odieta: Lizaso, Gorrontz, Olano y Guelbenzu. Desde ese último pueblo esperan preciosas vistas sobre el robledal de Orgi, de gran valor ecológico. Empieza en el parking área de Orgi (PK 20 NA-411, Lizaso). Sigue camino –es circular– entre prados hasta Lizaso. Cruza la localidad, la carretera y el río Arkil. Sube hasta Gorrontz y Olano. Allí la panorámica asombra. Divisas un bosque de 80 hectáreas, ¡milenario!, único testigo de robledales húmedos de la provincia.

Obedece la senda paralela a otro precioso bosque. Atraviesa un par de arroyos estacionales hasta Guelbenzu. Vistas magníficas de nuevo, sobre el valle. A la hora de bajar, rodea un prado con alambrada para acabar en camino que sigue junto al río Arkil, justo hasta dejar atrás dos granjas y acceder a la carretera. Tras 300 metros sale al encuentro un desvío hacia el parking del principio. Quienes conocen la zona aconsejan perderse (metafóricamente, ya sabes) por uno de los senderos interpretativos de Orgi.