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Elisa Belauntzaran
Jueves, 20 de febrero 2020, 00:52
El estruendo de los cencerros de unas yeguas rompía la monotonía de Aralar. Los equinos pastaban a sus anchas, ajenos a la llegada de cualquier visitante que invadía sus terrenos. Algo que se escapó a nuestra razón hizo que emprendieran una animada carrera que provocó ... un precioso espectáculo de sonido, fuerza e hizo retumbar la tierra de la que se levantó una buena capa de polvo. Un escalofrío que recorrió nuestros cuerpo acompañó la escena que mostraba ese lado salvaje de los habitantes de los pastos de Aralar que lucen un destacable brillo, señal de su buena salud.
Pastos de calidad que hace millones de años estaban cubiertos por agua marina. Evidementemente en esa época no existía la verde hierba que colorea los llanos, cuestas y montes de la sierra. Un extenso mar cubría sus 208 kilómetros durante la división de la escala temporal geológica Aptiense Inferior, hace unos 120 millones de años, y en la que según los estudiosos se produjo una intensa actividad volcánica. Entonces Aralar pasó de encontrarse bajo el mar a alcanzar cotas superiores a los mil metros de altitud y en sus montes, cuevas, bosques se encuentran fósiles, en su mayoría son marinos, como los extintos ammonites, corales, conchas de bivalvos, dientes de tiburón...
Grandes tesoros que permanecen en cada rincón de la sierra que tanto gusta visitar a mendizales y guarda todavía hoy muchos secretos e incluso tesoros por descubrir. Verdes y amarillos contrastan a la perfección con los grises de las rocas calizas que ofrecen una hermosa estampa de las Malloak, el conjunto de picos de la zona navarra de la sierra. Hirumugarrieta o Intzako Torrea (1.427 m), es uno de los mejores balcones para disfrutar del lejano cordal pirenaico.
Su nombre indica tres mugas o términos, ya que en esta cima coinciden los límites del término municipal de Amezketa (Gipuzkoa) y los valles navarros de Larraun y Araitz. El escritor y montañero Juan Mari Ansa le atribuye también el nombre de Soilazbizkargaña. Según Ansa hubo un amojonamiento anterior sobre la Malloa delimitando los límites entre Gipuzkoa y Nafarroa.
«La revisión de la documentación realizada durante los siguientes siglos hablan de la cima con Sollaz, Soilaz, Soilabizkar y Soilabizkargaña. A raíz de la edificación de una pequeña torre geodésica en 1861, la cima paso a ser conocida como Intzako Dorrea, Torreaenea o Gaintzako Dorrea». Además Ansa plantea la posibilidad de que los límites entre Gipuzkoa y Nafarroa, que hoy en día bordean ligeramente la cima de la montaña por el Sur, alcanzaron en el pasado la cúspide de Soilaz, por lo que en ese caso si se constituiría como una divisoria de tres términos.
Hirumugarrieta es, con sus 1.427 metros de altitud, la cima más elevada de la sierra de Aralar, lo que la convierte en una de las más ascendidas y conocidas junto con a Larrunarri (1.346 metros). Una de las vías más transitadas hasta ella parte del parking de Guardetxe (1.035), siguiendo la carretera de Lekunberri a San Miguel de Aralar. Dejando atrás la puerta verde y siguiendo la pista forestal que nos adentra por un hermoso hayedo se llega a pista que sigue a los rasos de Intzazelai o Pagomari (1.155) hacia Igaratza.
El camino sigue pasando por la cima de Errenaga (1.288). Siguiendo la lomada por la discreta elevación de Pagota (1.271) se desciende al collado Trikuarri (1.243) donde existe un dolmen en la misma muga entre provincias. Por el Norte se alcanza la cima situada justo enfrente.
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