![El monasterio de Leyre, donde los muros que cantan](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201904/17/media/cortadas/leire-kgjC-U7012033150720lH-624x385@El%20Correo.jpg)
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La catedral de Santa María y los puentes de San Pedro y de la Magdalena en Pamplona, la iglesia sanjuanista en Zizur Menor, el monasterio de Irantzu en Abarzuza, el palacio de los Reyes de Navarra y la iglesia del Santo Sepulcro en Estella-Lizarra, el monasterio de Iratxe en Ayegui, la Torre de Arellano (en Arellano), el puente de Puente la Reina, el cerco de Artajona, el hórreo de Iracheta, la iglesia fortaleza de Ujué, la catedral de Tudela... Esos son solo algunos de los más de medio centenar de resistentes personajes del románico que aun se levantan y esperan a los visitantes en tierras navarras, y entre todos ellos destaca sin duda el monasterio de Leyre, del que dicen que es –y no lo tiene fácil en la puja– el principal monumento de la época y del estilo en Navarra, y más allá de sus fronteras, uno de los conjuntos altomedievales más atractivos de España.
Dónde El monasterio se encuentra a 54 kilómetros de Pamplona por la autovía A21, en dirección Jaca.
Web monasteriodeleyre.com.
Aquí se están los pilares del viejo Reyno y el panteón de sus primeros reyes. Y si la visita merece la pena en cualquier época, por las construcciones, las memorias y los cantos gregorianos de sus residentes, tampoco hay que descartarla estos días, los de Semana Santa, ya que los monjes la celebran con una programación especial en la que resuenan más que nunca sus voces y el sonido del órgano. No es que no sea lo habitual, en Leyre se han empeñado en mantener vivo el canto y organizar en torno a él todo un espacio cultural, musical, que atrae a mucha gente a lo largo del año.
Durante la Semana Santa se suman a la celebración litúrgica habitual –todos los días cantan los monjes– y el órgano sacro de los domingos y festivos –cuyo organista titular es José Luis Echechipía–, y las pequeñas audiciones señaladas en el calendario, la misa de las 18.00 horas de hoy mismo, la celebración cantada de la Pasión del Señor con el coro de monjes y la coral Liguori y el concierto sacro 'Meditación musical para un Viernes Santo' de la misma coral mañana (la primera a las 17.00 y el segundo a las 18.30), la Vigilia Pascual con órgano sacro el sábado a las diez de la noche, en la que se podrán escuchar la Tocata y fuga en re menor de Bach y el Aleluya de Händel; el mini-concierto a las 11.15 y la misa de Pascua a las 11.30, más las audiciones de órgano de la tarde del domingo (a las 18.45) y también algunos momentos musicales del lunes de Pascua.
Pensando en los más pequeños, a los de Leyre se les ha ocurrido organizar además una actividad de huevos de Pascua en el Patio Medieval después de la misa de mañana del domingo. En ese mismo patio, hoy el de la hospedería, hubo en su día un claustro del que, tras más de un siglo de abandono, quedó un único capitel de columna para acreditar sus formas. Pero darse un paseo por la Historia sigue siendo posible gracias a todo lo demás.
Desde la plaza de los ábsides se pueden ver los tres ábsides exteriores de la iglesia y la torre, que contrastan por lo macizo de los primeros y lo elevado y estrecho de la segunda. Más contraste crean el monasterio nuevo (del XVII) a un lado de la plaza y al otro, el medieval de los siglos IX y XI. En la cripta de este, como primer paso hacia todo lo que esconde el lugar, pueden verse las columnas decoradas de forma sencilla; este es el punto más antiguo del complejo monástico. Más allá está el túnel de San Virila, el santo que da nombre a una fuente que mana en la Sierra de Leyre y a la que puede llegarse en apenas media hora de caminata, la que debió de hacer el propio Virila aquel día que, cuenta la leyenda, se durmió junto al manantial y para cuando quiso volver al monasterio habían pasado 300 años...
En la iglesia, aparte del arte románico, lo importante es el panteón real en el que descansan los restos de los primeros reyes navarros –desde Sancho Garcés, que murió en el año 824, hasta García Sánchez IV El Trémulo, en el 999–. Y por supuesto la Porta Speciosa, la de la fachada principal de la iglesia, que presume de figuritas.
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