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Los chopos ocultan el cauce del Ebro, en cuya otra ribera son visibles Labastida y la Sierra de Cantabria.
Un paisaje convertido en mito

Un paisaje convertido en mito

Necrópolis medievales, ruinas de un posible santuario celta, construcciones agrícolas y un paisaje de viñedos jalonan el sendero que recorre las tierras de una de las bodegas señeras de Haro

roberto ribera

Jueves, 14 de junio 2018

Tondonia. Mucho antes de convertirse en marca y santo y seña del Barrio de la Estación, un pago acunado por los meandros del Ebro que se balancean de Este a Oeste después de ver cómo se liberan sus aguas del estrangulamiento de Las Conchas de Haro. A día de hoy todo un mito que empezó a tomar cuerpo en 1907 con la compra de los primeros terrenos que ocupaba para acabar convirtiéndose en el viñedo más célebre y esencial de la Denominación de Origen Rioja, el que pone apellido a Bodegas López de Heredia, la firma que ejerce de decana en la localidad jarrera.

En realidad, un espacio cargado de magia e historia porque la traza de los renques que forman en todas las direcciones, pero con sus cepas perfectamente alineadas siempre, se encuadran en un paisaje único al que ponen coto, de un lado, los Montes Obarenes y la imponente estampa del Toloño, dentro del macizo de Sierra Cantabria, que ponen freno al frío viento del Norte, y de otro el perfil romo de la capital riojalteña donde se levantan orgullosos y en la lontananza los cerros de La Atalaya y Santo Domingo y la esbelta torre de Santo Tomás Apóstol.

Los mejores secretos

Entre esos dos linderos perfectamente definidos se sitúa, como fondo de botella, la loma tendida de Tondón, que a vista de pájaro parece ser el corazón de La Rioja vitivinícola, allá donde late con más intensidad, para poner nombre a reservas y grandes reservas, conservando entre sus tierras algunos de los secretos mejor guardados de la historia de la comarca. Aunque nada lo hace tan singular y sorprendente, a la mirada del viajero, como la presencia de las corrientes del Ebro que definen todo su perímetro.

En ese paraíso natural de poco más de 170 hectáreas de superficie, con estampas únicas, se asentaron las poblaciones medievales de San Román, San Clemente y San Marcelo, y hasta se apunta a la presencia de los cimientos de la Deóbriga romana y un antiguo puente que unía las dos orillas del río frente a Briñas, que está como Labastida a tiro de piedra y a la vista. Aunque el auge de la villa de Haro acabase concentrando a todos sus moradores a cobijo de la Capital del Rioja allá en el siglo XII.

Historia, cultura y paisaje se apilan, pues, en un mismo entorno natural que abre los ojos a una evidencia incontestable: la mejor manera de descubrir el meandro de Tondonia es recorrerlo a pie para tomar referencia exacta de todos los elementos que nos podemos encontrar allí. El paseo es muy cómodo y apto para cualquier persona. Incluso existe un sendero balizado de la Red de Senderos del Vino que nos ayudará a completar el recorrido.

Un puente majestuoso

Parece obligado iniciarlo en el Barrio de la Estación de Haro para seguir la señalización y encaminarnos al puente de Briñas, ya en el arranque del meandro. El paso fue construido en el siglo XIII, probablemente sobre un puente anterior de época romana. Se trata de una majestuosa construcción de siete arcos y más de 150 metros de largo, con 4,6 de ancho. Y durante muchos siglos, uno de los pocos lugares por los que el río Ebro era franqueable. Su estratégica situación le otorgó un importante papel tanto económico como militar. Para cruzarlo se pagaban portazgos cuyo importe se destinaba a sufragar las obras de mantenimiento. Y de su importancia militar habla el hecho de que para su defensa se construyera un fuerte en el cerro que domina el vado, hoy desaparecido.

Continuamos por la margen derecha a través de un camino cómodo coincidente con el GR-9 para llegar a la primera bifurcación, optando por el ramal de la derecha. Caminamos siempre rodeados de viñedos y con una excelente vista sobre el trazado del río. Unos cientos de metros más adelante nos topamos con un cerro a la derecha, y en su cima divisamos una curiosa construcción. Merece la pena desviarse un momento del recorrido y subir a la loma porque desde aquí tendremos una amplia vista del meandro, de la sierra de Toloño y parte de los Obarenes, con la localidad de Briñas frente a nosotros, ya en la otra orilla del río.

El singular edificio, a medio construir, se conoce como el castillo de Tondonia y no es sino el inicio del proyecto del fundador de Bodegas López de Heredia, don Rafael, que concibió la construcción de una bodega con estructura de 'chateau' francés, aunque el proyecto fuera finalmente abandonado, conservándose no obstante la base del diseño de esta singular obra.

Arriba, las amapolas enmarcan el puente de Briñas. Abajo a la izquierda, el espectacular meandro del Ebro, flanqueado por viñedos. Abajo a la derecha, Ruinas en Tondón. Rafael López y D. Marín
Imagen principal - Arriba, las amapolas enmarcan el puente de Briñas. Abajo a la izquierda, el espectacular meandro del Ebro, flanqueado por viñedos. Abajo a la derecha, Ruinas en Tondón.
Imagen secundaria 1 - Arriba, las amapolas enmarcan el puente de Briñas. Abajo a la izquierda, el espectacular meandro del Ebro, flanqueado por viñedos. Abajo a la derecha, Ruinas en Tondón.
Imagen secundaria 2 - Arriba, las amapolas enmarcan el puente de Briñas. Abajo a la izquierda, el espectacular meandro del Ebro, flanqueado por viñedos. Abajo a la derecha, Ruinas en Tondón.

Muchas sorpresas

Retomamos la marcha para continuar el recorrido por el meandro, siempre entre viñedos. Y atravesaremos junto a diferentes construcciones de sillería, destinadas aún a usos agrarios, y una singular fuente. Una vez la dejemos atrás, podremos ver un altozano con una curiosa estructura de piedra en la parte superior que algunos suponen un santuario de origen celta, sin que hasta la fecha ningún estudio arqueológico con base científica haya confirmado tal extremo.

Más adelante, y a la derecha del camino, destaca un segundo cerro en el que, si estamos realmente atentos, podremos descubrir un chozo o guardaviñas, una típica construcción rural de la comarca con una característica cubierta en forma troncocónica. Podemos acercarnos para verlo con detenimiento para toparnos con una segunda sorpresa, una necrópolis medieval con tumbas antropomórficas talladas en piedra. No es la única. Son numerosas las necrópolis de este estilo que existen diseminadas por todo el territorio sobre el que nos movemos.

Reiniciamos la marcha para encaminarnos al tramo final de la ruta. Cruzamos la carretera LR-212 para continuar por un camino que discurre próximo al cauce del río y nos llevará de vuelta al Barrio de la Estación, el enclave fundamental de la Denominación Rioja y la manifestación vinícola de la ciudad jarrera, donde tendremos la oportunidad de recuperar fuerzas con la visita a algunas de las bodegas que lo ocupan, la mayor parte de ellas desde hace más de un siglo. La que lleva el nombre de Tondonia, en concreto, desde 1877.

Sus puertas estarán abiertas al viajero y sus vinos, algunos de los más aclamados en todo el mundo, siempre se han considerado un buen reconstituyente. Se ofrecen en la red 'wine bar' que se ha creado en la zona, con recorrido por todas las 'casas' del enclave. Y con ellos en la mano es sencillo grabar en la memoria y volver a disfrutar del paseo por el meandro de Tondonia, una excelente elección para disfrutar de paisaje, historia y vino en la cuna del Rioja.

Cata de la Estación de Haro

Recorrer este fin de semana los recovecos de Tondonia ofrece la oportunidad de disfrutar del evento más singular de cuantos se celebran en la Denominación de Origen Rioja, la Cata del Barrio de la Estación, el mítico enclave de la localidad jarrera donde se asentaron los vinateros franceses y tienen sede bodegas tan señaladas en el mundo del vino como López de Heredia, CVNE, Gómez Cruzado, La Rioja Alta, Bodegas Bilbaínas, Muga y Roda. Todas ellas cierran el sábado las calles para llenarlo de música, teatro, actividades vinculadas a la cultura enológica y ofrecer al visitante una selección de catorce vinos de máximo nivel junto a bocados y postres elaborados por los mejores cocineros de la región como Francis Paniego (El Portal del Echaurren), los Hermanos Echapresto (Venta Moncalvillo), reconocidos con estrellas Michelin, y el maestro Juan Ángel Rodrigálvarez, Premio Nacional de Gastronomía 2010.

Por 100 euros, 80 en venta anticipada a través del portal del encuentro (lacatadelbarriodelaestacion.com), un recorrido apasionante por las calles del barrio, por los calados y degustación de marcas de la talla de Viña Tondonia Tinto Reserva 2005 y Viña Bosconia Tinto Reserva 2006, Gran Reserva 904 de 2009 y Viña Ardanza 2009, Roda 2013 y Roda I 2010, Monopole Clásico 2015 e Imperial Reserva 2014, Honorable 2014 y Pancrudo 2016, Viña Pomal Compromiso 2015 y Viña Pomal Gran Reserva 2011, Muga Reserva Selección Especial 2012 y Prado Enea Gran Reserva 2004.

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