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Nadie duda de su importancia ni de sus hallazgos. José Miguel Barandiaran dejó un enorme legado etnológico, antropológico, arqueológico y sobre mitología vasca. Nacido en el caserío Peruenezar de Ataun, en 1889, su pueblo –el municipio más largo de Gipuzkoa, con 14 kilómetros de un extremo al otro–, cuenta con un museo dedicado a su figura. Reconocido como uno de los investigadores más relevantes del siglo XX, allí aprenderás datos sobre su vida y aportaciones, sobre las obras que le dieron fama hasta su muerte, con 101 años, en 1991.
Para acceder al centro expositivo has de acudir al barrio de San Gregorio. Una visita guiada muestra el conjunto monumental compuesto por este edificio, el antiguo molino de Larruntza y la serrería hidráulica, aún en funcionamiento, así como el molino Errotatxo. Las primeras menciones del inmueble provienen del siglo XV. Por fuera cuida la antigua apariencia, por dentro la tecnología ha sabido hacerse hueco. Sube a la planta superior para conocer el devenir de este sabio gracias a un audiovisual y a la sala biográfica repleta de pantallas y vídeos. Abajo descubrirás la importancia de sus trabajos arqueológicos y etnográficos gracias a réplicas y otros recursos.
Redondea la jornada con una ruta sencilla que tiene mucho que ver con nuestro protagonista. Infórmate en el mismo museo sobre el Sendero Sara, una ruta circular de 7,3 kilómetros, unas dos horas y media de paseo. Arranca en el mismo barrio, donde puedes observar la casa Zelebear (XVI), cuyo origen se debe posiblemente a una casa-torre cuyo dueño era el señor de Lazkao. Sabrás más sobre Peruenezar, la casa natal de Barandiaran, y Sara Etxea, donde residió hasta su fallecimiento, tras volver del exilio.
El trayecto acerca de Olaluzeaga u Otadi, y al Santo Calvario, en el barrio de Astigarraga. Al templo de San Martín, que empezaron a construir en el siglo XV, pero finalizaron en 1833; adscrito a San Martin de Tours, posee un importante órgano. Has de fijarte en el cable de Ezpila, sistema con el que se transportaba la hierba. La parroquia de San Gregorio Magno que, se cree, fue construida sobre un antiguo castillo y ya se cita en 1535. Y los monumentos a Barandiaran, estelas de hierro colocadas como homenaje. Diferentes rincones por los que él solía pasear.
«Todos los días subía al depósito de Gaztiñerre, el punto más elevado de esta senda. Caminos vecinales de antaño, caseríos, bosques y prados u orillas de ríos, entre otros, son algunos de los recursos que se pueden disfrutar en la tranquila caminata», aseguran desde el museo. Para todos los que lleguen al municipio, Ataun aguarda rodeado de un precioso entorno natural donde se hallaron monedas romanas, dólmenes, cuevas... Allí era usual compartir leyendas, contar historias que formaban parte de una cultura ancestral localizada en montes de Sarastarri, Areetza y Aitxu.
Esos cuentos y paisajes incitaron al sacerdote a indagar sobre la arqueología y etnografía vasca. Cavaría no solo en cavidades y prados sino en la historia y la mitología, pasando a papel cientos de fábulas escuchadas a los habitantes de los pueblos.
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