Arrasate descansa entre montañas, mientras el río Deba hace cosquillas a sus pies. Adora también su otro nombre, Mondragón, y el carácter medieval de su casco antiguo. Muestra con orgullo los restos de la muralla, edificios que le otorgaron carácter como la iglesia de San ... Juan Bautista, la casa consistorial, el convento de San Francisco, los palacios de Okendo y Artazubiaga. Proponemos un plan turístico para conocerla mejor, dejar a un lado los ecos relacionados con el tejido empresarial y rescatar el lado histórico y natural. Aunque no convenga olvidar que el boom económico del municipio guipuzcoano eclosionó en la Edad Media gracias a la producción de acero con marca propia, que el pueblo se especializó en la transformación del hierro y fue esa actividad la que plantaría las bases del auge industrial vivido desde finales del XIX.
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La cita ocupa un día. Por la mañana hay que completar un recorrido hasta Besaide, donde se dan la mano las tres provincias vascas. La apuesta circular es manejable, 7,2 km a través del PR-GI 96, desde el barrio de Udala; puedes llevar niños. Tienes los pasos en la web www.arrasate.eus. Caminarás por las faldas del monte Udalatx hasta el objetivo.
Las vistas sobre las montañas son magníficas. Siente arriba la energía del hermanamiento de este trío de tierras. La senda está balizada, resulta sencilla incluso si no te distingue la buena orientación. De vuelta al punto de inicio, aprovecha para tomar algo, necesitas gasolina energética para la tarde.
Tras la comida, la idea es perderse por la parte antigua de Mondragón, contemplar lo que queda de la estructura del Medievo. Plantea el asunto como un juego: debes cruzar los tres portales de entrada que daban acceso a la villa. Comenzando por el más importante, Portaloia. Desde allí, sigue a través de las tres calles longitudinales del casco. La de Ferrerías, desde donde accedes al portal Zurgin kantoi; por Erdiko Kale y, como última opción, por Iturriotz, hasta llegar al portal de idéntico nombre.
Obedecer este plan solo es una excusa para posar la mirada en algunos de los edificios mencionados al principio. La medieval parroquia de San Juan Bautista, con ventanas góticas; desde el exterior, fíjate en las gárgolas de animales mitológicos. El Palacio Bañez Artazubiaga (XVI), sobre cuya puerta reza: Solus labor parit virtutem; sola virtus parit honorem (Solo el trabajo es fuente de virtud; solo la virtud origina honor); contempla sus balcones de hierro forjado y las columnas que lo adornan. El edificio consistorial barroco, con sus cinco arcos, obra del arquitecto Martín Carrera; en la zona central espera un gran balcón y, sobre él, el escudo de armas del municipio, influenciado por el rococó.
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Muy cerca acércate hasta el palacio Andikano-Loiola (XVII) de estilo herreriano, con fachada de sillar y escudo medio ocultos por una galería de madera. En el arrabal de Maala, el Palacio de Okendo (XVII), también herreriano barroco, con balcones decorados por verja y el escudo de armas de la familia Barrutia.
Y el Palacio de Monterron (XVII), en Zarugalde kalea, barroco-herreriano. Sin excesivos adornos, cuenta sin embargo con dos escudos: Andikano-Zelaa y Aranguren-Unzueta. Fue mandado construir por los condes de Monterron, igual que el parque ubicado de la zona trasera donde podrás ver una sequoia gigante protegida. Y descansar un rato tras haber cumplido la tarea del día.
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