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iratxe lópez
Jueves, 31 de octubre 2019, 07:36
Pongamos rumbo a tierras guipuzcoanas, aprovechemos una excursión para toda la familia. A pie o en bicicleta, como más cómodo resulte a cada cual. Para emocionarse con el paisaje del valle de Legazpi, conocer parte de esta hermosa provincia y acabar sabiendo más acerca del ... pastoreo. La excursión hermana labor de ferrones y caseros, de ferrerías y caseríos que, aunque esenciales en un pasado común, no siempre se llevaron bien. Unos elaboraban herramientas, otros producían la comida que llevarse a la boca. El problema era que los moldeadores de hierro necesitaban tierras para plantar árboles con los que obtener carbón, mientras que los dedicados a la labranza usaban esos terrenos para desarrollar la agricultura y ganadería. El reparto se hizo complicado.
Cómo llegar La localidad se encuentra a 60 kilómetros de Vitoria y a 70 de Bilbao
Distancia 1,8 km, apta para caminantes y ciclistas
Información y mapa lenbur.com
La ruta comienza con el monte Aizkorri atento a nuestra partida, en el Parque de Mirandaola. Deja tu vehículo en el aparcamiento de la entrada. Enfrente contemplarás la antigua fábrica que alberga ahora el Museo de Hierro Vasco y la Oficina de Turismo. Dentro de un edificio rojo. Pasa por allí antes de comenzar la marcha para informarte, siempre viene bien tener claro el destino.
Una vez arrancadas las intenciones, deja atrás la ferrería para guiarte por las señales de metal hasta tomar el camino que espera entre el frontón y el caserío, que quedará a nuestra derecha. Las vistas para el disfrute comienzan pronto. Tendrás ante ti un prado verde donde pasta el ganado. Tras superar una leve cuesta, desciende hasta el río Urola. En sus riberas se instalaron antiguamente quince ferrerías, por eso este flujo se convirtió en eje de unión entre Aizkorri y la industria ferrera.
Continúa camino. Doscientos metros más allá, en Telleriarte, varios caseríos adornan las vistas. La tranquilidad preside este barrio repleto de sociedades gastronómicas, donde los vecinos se dedican a comer y socializar. Echado un ojo al entorno, cruza el pequeño puente de piedra. Enseguida entrarás en la plaza de Telleriarte con parque infantil, fuente y zona de descanso, por si la chavalería quiere marcarse descanso o juegos. Retomada la senda, el río acompaña a la izquierda hasta llegar al Conjunto Monumental Elorregi.
Los ojos infantiles se redondearán como platos al contemplar la casa-torre. Antiguo hogar de los dueños de esta ferrería, desde allí controlaban la administración y funcionamiento del lugar. A mano derecha distinguirás la ermita de San Juan. Aseguran que antes de ella hubo en la misma zona otro templo, unido a la casa-torre por un paso. El edificio visible ahora se levantó en 1824.
Deberás dejar la ermita a la izquierda, a partir de ahí hay que sudar algo, aunque solo unos metros, hasta transitar por el bosque de hayas desmochadas. Cuentan viejas historias que este rincón era el elegido por Olentzero para talar las ramas de los árboles y conseguir el carbón que alimentaba las ferrerías cercanas.
Estás a punto de encontrarte con la carretera que accede a Brinkola. Avanza por ella unos cien metros, con cuidado. Hay poco tráfico pero, como vas con niños, mejor prevenir. El barrio fue el asentamiento elegido por los primeros ferrones. Adquirió fama en 1864 tras la construcción del ferrocarril. Hasta él emigraban gentes de distintas provincias, buscando en Legazpi una vida mejor. Guardagujas, mozos de carga, interventores… todos se apeaban en esta estación, desde la que partían trenes de mercancía hacia ciudades como Madrid e Irún, incluso más allá de las fronteras, a Francia.
Casi habrás alcanzado tu destino: el caserío Erreizabal. El edificio aguarda a mano derecha, en la ladera del monte, en un entorno espectacular. Dentro espera el Ecomuseo del Pastoreo, donde conocer más sobre esta tradicional labor y entretenerse junto a las ovejas. Entre sus muros se elabora el delicioso queso Idiazabal. Podrás observar su proceso de creación, también disfrutar de su intenso aroma y, por supuesto, de su sabor, degustándolo in situ.
Una vez en Legazpi conviene detenerse en la ferrería de Mirandaola para visitar sus interesantes instalaciones. Además de indagar en la importancia que los ferrones tuvieron en el País Vasco, forjando nuestro pasado pre-industrial, podrás asistir a una demostración en directo. Vestidos igual que en el siglo XVI, varios operarios pondrán en marcha aquella antigua maquinaria. Los asistentes a esta cita contemplarán el trajinar de fuelles gigantes gracias a la fuerza del agua, el rítmico golpeteo del enorme martillo que doblega el hierro candente. Un espectáculo que devuelve a aquellos años en los que herramientas, armas y útiles diarios necesitaban de esta labor para existir y facilitar la vida a sus dueños. Junto a la ferrería se encuentra la Capilla de Mirandaola, donde se conmemora el famoso milagro de la Santa Cruz. (Información: 943730428).
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