Uno de los torreones se asoma a la desembocadura del Bidasoa.

Paseo por las torres de la Guerra Carlista en Jaizkibel

El monte vecino a Hondarribia conserva algunas construcciones defensivas de fácil acceso que, además de ofrecer una lección de historia, permiten espectaculares vistas del litoral de Gipuzkoa

Viernes, 18 de febrero 2022, 00:29

Las guerras necesitan sistemas de ataque y de defensa, emplazamientos en los que matar o morir. Las fortificaciones ayudan al trasiego bélico, y con trasiego nos referimos a la acepción de la palabra que implica trastornar o revolver. En época revuelta resulta más que recomendable ... construir muros robustos tras los que refugiarse o disparar. Castillos, murallas y torres. Entre estas últimas nos ocupamos ahora de un paseo para conocer las construcciones carlistas del Jaizkibel, entre Pasaia Donibane y Hondarribia. Seis fueron seis… en la cresta del monte, cinco quedaron y tres podrás ver. Juntas han sido declaradas Conjunto Monumental.

Publicidad

Sus nombres, de oeste a este: Jaizkibel I, Jaizkibel II, Xangaxi, Santa Bárbara y Guadalupe o Erramuzko. Las tres primeras se ubican entre el fuerte de Lord John Hay y el de San Enrique, las otras dos entre este último y el de Guadalupe. Para llegar, acércate a Pasaia Donibane y sigue por la carretera que sube al puerto de Jaizkibel. Tocará usar los pies desde el parking que aguarda a la izquierda, solo debes obedecer las indicaciones del Camino de Santiago hasta llegar el sendero que arranca allí hasta la primera torre.

El entramado defensivo se creó durante la última Guerra Carlista (1872-1876), cuando Irun sentía la amenaza cerca de sus puertas al no haberse alzado a favor del pretendiente Carlos María de Borbón. La localidad se encontraba en el punto de mira de los rebeldes carlistas que se hacían fuertes en las montañas de Oiartzun. Por eso solicitó al gobierno erigir espacios de defensa y finalmente quedaron en su entorno 15 torreones: 5 en el Jaizkibel, 7 en Irun y uno en Arkale, Gaintxurizketa y San Marcial.

Lusa

La primera cita arquitectónica con la que te toparás mantiene la mayor parte de su perímetro, salvo algunos sectores del parapeto de la azotea. Se trata de la única con imposta que marca la situación del piso en la primera planta. De las torres solo se conservan las paredes exteriores de arenisca, por dentro duermen vacías. Las bases son hexagonales, salvo la más cercana a Guadalupe, con base cuadrada. Cada lado suma entre 3,3 y 3,5 metros. Todas fueron divididas en dos pisos y terraza. En las plantas inferiores existían agujeros por los que se aireaba la edificación y que usaban también para observar.

Una vez revisada, existe un camino que lleva a la cima del monte hasta el segundo torreón, el mejor conservado de todos, cubrirás 1.270 metros. Los soldados accedían al edificio por el primer piso gracias a una escalera que se colocaba solo cuando hacía falta, protegiendo, de este modo, el lugar de intromisiones. Varias aspilleras se abrían a lado de los pisos y la terraza quedaba delante de la fachada. Las aguas pluviales eran expulsadas a través de un agujero.

Publicidad

Continúa tu visita hasta el tercer objetivo. Para tocar los muros del torreón quedan 1.185 metros sencillos de completar, atiende a la senda de antenas del Jaizkibel. Allí no queda ningún sector del perímetro a la altura de la azotea. Las vistas que adornan el lugar dibujan un lienzo perfecto. Al sur el corredor Irun-Pasaia. Al norte, el Cantábrico y las faldas de la montaña. De oeste a este, Jaizkibel I, Jaizkibel II, Xangaxi, Santa Bárbara y Guadalupe o Erramuzko. Tendrás que abrir bien los ojos para disfrutar este regalo. Queda ascender hasta los restos del fuerte de San Enrique siguiendo las marcas rojas y blancas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad